Un arma de doble filo. Cuando recibimos la noticia de que un nuevo cómic va a ser adaptado, los amantes del género nos dejamos llevar por el entusiasmo. Y no en dosis pequeñas, precisamente. Eso es lo que pasó cuando hace unos años supimos que Fox adaptaría las aventuras de ‘Lucifer‘, el personaje que Neil Gaiman creó para su maravilloso ‘The Sandman’.
Pero las expectativas son tan altas y las tramas tan complejas, que muchos de estos productos no cumplen con lo esperado y acaban en el cementerio de las series canceladas. Hasta que un héroe, llamémosle Netflix, acude a rescatarlas. La plataforma de streaming complació a los miles de fans que pedían una nueva oportunidad para la obra creada por Tom Kapinos y concedió dos temporadas más que revitalizaron la producción con guiones y personajes más interesantes.
Por eso, es entendible que a Netflix le cueste renunciar a este éxito. Y a pesar de que anunció que la quinta temporada sería la última, resulta que no, que el 10 de septiembre tendremos de nuevo a Tom Ellis haciendo de las suyas en la piel de Lucifer Morningstar, uno de esos antihéroes tan adorables que es imposible no caer ante sus encantos.
¿Cómo es que Netflix reconsideró esta decisión? Tal vez porque la quinta temporada ha contado con algunos de los mejores capítulos de la serie.
A partir de aquí, mucho, mucho cuidado con los SPOILERS si no estáis al día con la serie.
El destino de Lucifer
Si ha habido algo verdaderamente apasionante en esta producción es la trama troncal, la que repercute en los personajes mitológicos y sus idas y venidas del infierno. Son seres sobrenaturales que, curiosamente, parecen no valorar en exceso sus poderes o su inmortalidad, sino que se pirran por tener las vivencias que experimentan los humanos, sobre todo, las emociones relacionadas con el amor y la amistad.
Lucifer, tan despreocupado, irónico y poderoso, es el que más cambios ha experimentado. A pesar de su faceta de «yo solo estoy aquí para pasarlo bien», se ha ido cargando de más responsabilidades, madurando y tomando conciencia de sus obligaciones. Ha vivido su temporada más humana, reconociendo su amor por Chloe, pero también la más divina, asumiendo que debía sustituir a Dios como la criatura más poderosa de la creación.
La trama horizontal ha sido la más compleja de las vividas hasta ahora, con una lucha en la que el destino del mundo está en juego. Y, aun así, he tenido la impresión de que el personaje de Miguel ha estado un tanto desaprovechado. Solo ha surgido de forma esporádica (obviando la eclosión final, claro) cuando se necesitaba a un malo que agitara el avispero, pero trabajando demasiado solapadamente, mostrándose muy débil ante Lucifer y perdiendo oportunidades para dar mayor calado a la narrativa.
El procedimental y sus problemas
Creo que ‘Lucifer’ adolece de las complicaciones estructurales que deben combinar su naturaleza episódica con ese gran río argumental que le obliga a trascender.
A estas alturas, los procedimentales policíacos están más que trillados y encontrar un giro que les haga interesantes no siempre es sencillo. El punto de partida aquí era que el mismísimo diablo ayudaba a una detective en sus investigaciones. Bastante potente. Se combinaban las tramas episódicas con la historia del ángel caído.
Pero lo que tenía que ser un plus, se ha convertido a veces en una rémora. Porque si somos de los que nos apasiona la trama troncal (mi caso), quizá consideremos que la trama vertical nos roba unos preciosos minutos de capítulo, que podrían servir para profundizar en las historias del inframundo.
Los procedimentales presentan ciertas características que tienden a lastrarlos. Por ejemplo, el verdadero asesino nunca es el primer sospechoso, pero sí uno de los personajes que aparece en los primeros minutos del capítulo, por lo que no hay demasiado margen de maniobra. Por otro lado, como es bastante complicado construir personajes complejos en tan pocos minutos, estos pueden resultar bastante estereotipados en demasiadas ocasiones.
Además, está la imposibilidad que tienen los personajes protagonistas de correr un peligro real. Por mucho que sean disparados, secuestrados, asfixiados y todas las formas de violencia que se nos ocurran, es totalmente imprescindible que, en el siguiente capítulo, aparezcan frescos como una rosa. Algo que resta emoción a la trama.
Y sus virtudes
Aunque, en este caso, también han brillado los puntos fuertes del género. Por ejemplo, la posibilidad de crear puntos de partida en universos muy diferentes, variopintos y refrescantes, que animan al espectador a querer ver más.
La quinta temporada de ‘Lucifer’ se ha lucido en este sentido. Hemos visto capítulos realmente estupendos, como aquel caso en una producción televisiva que, precisamente, tiene al diablo como un investigador más. Las metarreferencias, las parodias, la vida de los productores y guionistas detrás de las cámaras fue realmente estimulante y muy divertida.
O aquel otro capítulo en el que la trama viajaba a los años 40 con un flashback que servía como excusa para ver a los personajes en nuevos roles (incluso de género). O el musical en el que todos cantaban, por no hablar de la cena familiar que convocó el mismísimo Dios.
De igual forma, ‘Lucifer’ sabe rentabilizar la existencia de esas tramas para crear fuertes lazos con la línea principal. Es decir, la trama episódica se convierte en una metáfora de las relaciones que están viviendo los protagonistas, lo que sirve para complementarla, pero asimismo para entenderla mejor. Es una herramienta que se intenta usar en todas las series de este tipo, pero no siempre se resuelve con acierto.
Los personajes a los que tanto queremos
Mientras tanto, mientras se solucionan crímenes en los ambientes más fastuosos, los personajes principales han seguido ganando peso, haciendo de ‘Lucifer’ una serie que roza lo coral.
En primer lugar, está la detective Decker en ese papel de heroína más difícil de sostener de lo que algunos podrían pensar. Con su pluscuamperfección, tiene todas las papeletas para caer mal, pero la actriz Lauren German sabe equilibrar su buen desempeño con grandes dosis de debilidad. Uno de los temas principales ha sido esa relación amorosa con Lucifer que ambos vivían como dos adolescentes inseguros, con unas idas y venidas y unos anhelos y frustraciones bastante tiernos. El hecho de que ella descubriera que era un regalo que Dios concibió para su hijo le dio un desarrollo muy particular. (Todo lo que toque la sobrenaturalidad lo hace, de hecho).
Uno de los personajes más relevantes de la temporada ha sido Maze (Lesley-Ann Brandt). Si bien esta representante del mal siempre ha sido insensible y fría, protagonizando algunas de las mejores secuencias de acción, desde hace muchos capítulos se estaba viendo su humanidad y su deseo por acercarse a los demás. Maze quiere un alma, como un remedo de Hombre de Hojalata ansioso por tener corazón. Y, como él, no se da cuenta de que ya tiene una, que le hace ser leal, honesta e incluso compasiva.
También ha sido muy interesante la evolución de Dan (Kevin Alejandro). El que comenzó siendo uno de los enemigos acérrimos de Lucifer, se ha ido granjeando poco a poco su amistad. Después de disputar el amor de Chloe, de vivir un romance con Charlotte, mi impresión es que los guionistas se han quedado sin ideas para el personaje y, finalmente, han optado por la salida más fácil y más lucida, que diera brillo a la trama sin causar un verdadero desbarajuste: su muerte. Para los fans de Alejandro, solo añadir que el actor va a seguir vinculado a ‘Lucifer’ y, tal y como ya ha venido haciendo, será el director de algunos episodios de la nueva temporada.
Y casi resulta imprescindible hablar de Dios (Dennis Haysbert). Personalmente, uno de los aspectos que más disfruto de la serie es cómo trata de dar la vuelta a los tópicos. Estamos habituados a ver a Dios en pantalla como alguien implacable y todopoderoso; mientras que este ser se ha mostrado como un hombre vulnerable, que quiere reconciliar a su familia y que ansía vivir esas pequeñas y cotidianas experiencias que los humanos tenemos la suerte de experimentar. Ver sus errores y sus ganas de reinventarse me ha parecido muy curioso, aunque creo que se podía haber profundizado mucho más en esta trama.
En cuanto a Tom Ellis, ¿qué decir de él? El actor galés lleva el peso de la serie de esa forma tan aparentemente sencilla en la que, solo con una mirada, es capaz de robar cualquier escena. Me parece que está tan mimetizado con el personaje que será difícil volver a ver al demonio con otro rostro. Resulta una presencia impecable que transita por todos los estados: desde la mordacidad y la ironía al amor, la preocupación, la frustración e incluso la necesidad de que su padre le quiera. Y todo ello sin perder su innato carisma.
Qué esperar de la sexta temporada de ‘Lucifer’
Como un regalo para los fans, así se presenta esta inesperada renovación que nos dice que el ciclo no se ha cerrado. Y quizá, aunque los showrunners han asegurado que aquí acaba la cosa, puesto que ya hemos vivido este proceso otras veces, puede que la puerta esté un poquito abierta…
La sexta temporada nos traerá las complicaciones de Lucifer actuando como Dios, con las responsabilidades que eso supone, pero unido además a una trama amorosa que siempre se ha jugado muy bien, quitándonos el dulce de los labios cuando estábamos a punto de saborearlo. ¿Cómo será la relación entre Dios y Chloe? Pues estamos seguros de que muy complicada, pero con muchos momentos apasionantes.
¿Y Amenadiel, Linda, Eva, Ella, Trixie e incluso el pequeño Charlie? Queda muy poquito para volver a disfrutar de una serie que ha sabido meterse a la audiencia en el bolsillo y que, a pesar de sus problemas fuera de la pantalla, ha ido creciendo en calidad a medida que el peso de la historia cogía velocidad. Y eso no es precisamente lo habitual.