Podría inventar algo, sin dudas” dice Lucy Lawless desde un rincón del hogar del cuentacuentos Neil Gaimen. Es el perfecto espacio, uno creería, para inventar algo. Pero responde sobre una cuestión puntual: ¿qué cree ella sabe de Alexa Crowe, su personaje, la protagonista de la ficción My Life is Murder (Acorn TV), el policial en clave de comedia pero también de misterio que la hace feliz por estos días? Lawless: “Creo que es una persona con muchas más ganas de querer, que es mejor persona de lo que le gustaría que los demás puedan ver”. Lawless es leyenda del universo años 90: su Xena, como los X-Files, como Buffy, le mostró a este mundo de series de papel que las cosas se hacían bien hace rato. Sí eran modelos viejos de relato, pero muchos más cruciales para batallas que hoy se libran pensadas desde el marketing y no tanto de los cuentahistorias. En fin, Lawless adora su fama, su culto, su paso por series como Ash vs Evil, pero demuestra particular pasión por su nuevo relato: “El corazón de esta serie tiene que ver con salirse del policial oscuro, el lúgubre, con gente derretida dentro de un tacho de ácido. No queríamos hacer eso. Queríamos que lo importante fuera el corazón de los personajes. Que sea un lugar donde podes ir y quedarte un rato. Como Cheers, un lugar donde pasar un lindo momento y que todo esté bien. Estamos cansados de las noticias ahí afuera, de la negatividad. Suena simple, pero esa radiación puede lastimarte, puede tirarte abajo. Yo quería generar un lugar donde todos podías venir a festejar conmigo y mis amigos. Lejos de la idea que se tiene de mi país Nueva Zelanda, aquí en esta serie no hay hobbits. No tenemos orejas puntiagudas”.
—¿A la hora de los relatos, hay alguna memoria puntual, una historia, una película, una obra, que te marcó desde la infancia y te ayudo a crear una carrera a la hora de contar?
— Fui a una escuela religiosa, y, por supuesto, te hacen e interpretar muchas fábulas bíblicas. Y ahí, claro, aparecen algunas historias. El hijo prodigio. Y de repente en el escenario me encuentro haciendo reír a la gente. Ahí algo se prendió. En el secundario aparece Macbeth, y ahí comienzo a divertirme con la idea de lo gigante, de la mujer como misterio, de lo fastuoso y lo teatral. Creo que ese fue el momento crucial en mi vida como actriz.
—¿Qué crees que nos fascina del universo de los policiales, así sean afables como la propuesta de este show o más tensos y ansiosos por demostrar calidad?
—Nos gusta ir del caos al orden, nos gusta la sensación de que la justicia está ahí y como eso está degradado en el mundo real, el moño que aparece al cerrar un caso brutal, es importante. Y también la simpleza de ver que no estás tan mal, que no sos el asesino tortuoso, que la pasa mal. Muchos de los criminales son banales, y estúpidos, y hasta los inteligentes hacen sus crímenes por razones bobas. Al menos te hace sentir más inteligente en el living de tu casa.
—¿Hay algo que sientas une tus historias, de Xena a este show?
—No, solo soy yo. Mi cuerpo y mi química, mi historia y mis sentimientos. Aparecen rasgos de mi vida a los 30 haciendo Xena, y ahora muchos más, para este personaje que es Alexa. Mi historia siempre aparece. Mis impulsos electroquímicos. Todos quieren que sea una mujer fuerte. Pero lo cierto es que es lo único que me ofrecen. Pocas veces me han dado el personaje débil, y adoro esas oportunidades. Lo cierto es que me gusta mucho interpretar a la gente que es débil, que está moralmente comprometida. Es extremadamente divertido.
—Hace poco tuviste una charla pública con Amanda Palmer y Neil Gaiman. En ella le preguntabas al escritor qué rol tenía en él a la hora de crear la soledad. ¿Qué rol tiene en vos la soledad a pesar de siempre estar rodeada en un set?
—La soledad no tanto. Pero cuando yo soy la creadora necesito estar sola. Tengo déficit de atención, así que puedo hacer mil cosas al mismo tiempo. De hecho, lo necesito y me calma. Me es fácil distraerse. Me es fácil cambiarme de carriles en un segundo. Pero ahora creando, o en otros ambientes, puedo ser obsesiva y pasional: cuando hay gente que te necesita, niños o perros, no podes darte ese lujo. Pero ahora, en este momento, que estoy mientras doy esta entrevista literalmente en la casa de Neil Gaiman, en uno de sus espacios de trabajo (lo cual hace que tu pregunta me sorprenda mucho) disfruto enormemente la soledad.
—¿Qué tipo de historia te gustaría contar en el futuro? ¿Qué historias crees que necesita el mundo?
—Creo que vamos a necesitar series que nos iluminen, series que se parezcan a buenas noticias, a un mundo mejor. Por eso se explica, además del talento allí, el suceso de Ted Lasso que es una serie que representa genialmente esto de lo que te hablo. Necesitamos cosas que sean positivas, como la serie My Life is Murder, cosas que iluminan, que sonrien. Yo quiero hacer cosas que elevan el espíritu, ahora quiero trabajar en mi proyecto soñado, sobre una vida extraordinaria y como esa vida afectó a los demás. Por eso este encierro, sin que nadie me necesite, y obsesionarme fácilmente con mi trabajo. Creo que es algo que me debía en mi carrera, y que puede generar cosas que realmente sean distintas. Tengo un relato quiero finalmente que vea la luz.
—¿Por qué suena como algo casi nuevo en vos la idea de obsesionarte con tu trabajo?
—Porque nunca pude hacerlo por algo que yo quería contar. Porque la naturaleza de mi trabajo es un set, con gente aquí, y allá, dispersa. Es muy bueno para alguien con tan poco foco, entonces, entiendo que hay gente que quier crear y se siente atrapada, porque es dispersa, y la imagen del creador que puede adentrarse en algo es muy potente. Pero hay una mezcla de ambos mundos posibles. Yo ahora doro poder dedicarle tiempo, y reeducar mi forma de crear. Porque como cualquier que avanza en su vida, siento muchas ganas de contar cosas que dejen mi marca en el mundo.
El pasado guerrero
—¿Cómo definís tu relación con tus fans, que pasaron del público de Comic Con a ser sujetos de 40 años que mezclan consumos culturales?
—Creo que estoy un poco fuera de sincro con mis fans. En mis días como Xena, los conocía, sabía hasta de donde venían, de muchos sabía su nombres. Fandom no es lo mismo que solía ser. Hoy da la sensación que el mundo es fan, que el binge watching no existía antes salvo sentarte a ver la serie sin parar en una videocasetera. Era, desde mi punto de vista, más un evento. En ese sentido, si bien amo al personaje, estoy en el medio del bosque, de mi bosque, y ya no tan atenta a lo que sucede fuera del mismo. Y no tiene que ver con enojos, o distancias particulares que quiera tomar, simplemente fue la naturaleza de mi carrera. Adoro que quieran al personaje, a mí, a mi aparición en Los Simpsons y mucho más. Pero ahora, como te dije, estoy feliz aquí dentro del bosque.
—¿Cómo ves Xena hoy?
—Xena era una guerra, una con maldad, que no podía redimirse ni aunque quisiera. Así de rojo era tu pasado. Hércules era el héroe que esperas que exista. Xena era la heroína que nacía de la posibilidad de saber que nunca puedes ser del todo bueno. El hecho de que esa era la columna vertebral de un show popular me pareció siempre importante. Que su redención no estuviera siquiera al alcance de la mano. Que entendiera su sendero era distinto, y que podía tener familia y demás, pero dejar lejísimos la idea de que todo. Es por eso que siempre adoré al personaje de Xena y su humanidad, que era perfectamente posible y realista.
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