El final de un nuevo año se aproxima y con él las actividades, celebraciones y compromisos aumentan. ¿Son realmente imprescindibles todos los compromisos que se afrontan? Cómo dosificar la energía para no terminar exhausto.

La poca energía propia de estos días es producto del cansancio que se va acumulando y quizá la dificultad para administrar espacios de descanso y recarga de energía sea una de las causas.

“Si pudiéramos tener espacios de descanso suficientes como parte de la rutina diaria, estaríamos en condiciones de finalizar el año sin la sensación frecuente de agotamiento”. Según esbozó Claudia Quiroga Daldi, miembro de la Asociación Argentina de Counselors, “hay, al menos, dos cuestiones para reflexionar. En primera instancia, se podría a modo de balance anual repensar si todos los compromisos que se afrontan son realmente imprescindibles, y aquellos que no lo son: ¿producen satisfacción? ¿Placer? ¿Disfrute? ¿Son motivados por necesidades propias? ¿O ajenas?”. De acuerdo a las respuestas a esas preguntas se podría reconsiderar si seguir incluyéndolos en la agenda el próximo año o no.

Es probable que aquellas actividades que más cansancio ocasionaron sean aquellas que en realidad se podrían dejar de lado sin pesar.

“La otra cuestión a reconsiderar es la referida a aquellos compromisos que se asumen y son propios de fin de año, como las reuniones, festejos, despedidas, por mencionar algunos -señaló la especialista en counseling-. Y nuevamente repensarlos haciendo una selección de acuerdo a las propias ganas, necesidades y satisfacción”.

Volviendo al popular balance anual, quizá reemplazar la reflexión sobre los logros conseguidos por otra referida a lo que se hizo sin una verdadera motivación propia podría alivianar la carga para el próximo año. La inclusión del descanso en las agendas es una alternativa.

Para Quiroga Daldi, “reacomodar o descartar aquello que produce cansancio y poca satisfacción requiere de un análisis que sólo se puede realizar mediante un profundo diálogo interior y tomando cierta distancia, como viendo un paisaje, en este caso, el propio”. “Y esa observación no es profunda si estamos en movimiento, hay que parar, para luego poder continuar por un camino más limpio y sencillo”, recomendó.

La especialista aseguró que si bien “sería engorroso enumerar los distintos tipos de cansancio y sus causas, a grandes rasgos el posterior a una actividad da cuenta sobre la misma”. “Si lo que se hizo satisface, en general no resulta agobiador, es físico, pero aun así estimula a repetirla. Es un posible parámetro a tener en cuenta para decidir qué volver a hacer y qué no”, detalló.

El grado de expectativa al pensarse haciendo aquello que se asumió como compromiso, la sensación predominante durante y después también pueden ser aspectos a tener en cuenta. “Este ejercicio, realizado sin tratar de distorsionar su resultado, a menudo es suficiente para desechar o perpetuar alguna actividad”, puntualizó Quiroga Daldi, y finalizó: “En definitiva, la condición indispensable es escucharse, prestarse atención y priorizarse, atreverse a decir no, en función de las necesidades propias, y para reconocerlas el camino es el de autoconocimiento a través de la autorreflexión”.