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Sentimientos encontrados despierta en todas las latitudes Spencer, que no es la biografía de Lady Di, sino que se centra en ese fatídico fin de semana de Navidad a comienzos de los años ’90 en el que Diana Spencer (Kristen Stewart nominada al Oscar), casada con el Príncipe Carlos (Jack Farthing, Joe en La hija oscura), se da cuenta de una buena vez que la convivencia es imposible.

Es que la disposición emocional que uno tiene ante lo que le cuenta el chileno Pablo Larraín va variando. A la película no le cuesta nada poner al espectador del lado de Lady Di, que sufre el (mal)trato de una realeza estricta.

“¿Qué c… hago acá?” se pregunta Lady Di, perdida en la ruta antes de llegar manejando su automóvil -nada de choferes- a la Casa Sandringham, la finca real que quedaba muy cerca de su casa de la infancia. La inquisición tiene un doble sentido o significado -como ya veremos, Larraín apela a metáforas y doble sentidos en más de una ocasión-: más que una desubicación de lugar, Diana advierte que quizá tampoco debería estar donde está, en el centro, no en el corazón, de la familia real británica.


Kristen Stewart pone todo en su composición de Diana Spencer, en el filme del clileno Pablo Larraín. Foto Diamond Films

Ni jugar o arropar a los pequeños Harry y William mejora su cara. Porque la Diana de Kristen Stewart no ríe ni sonríe ni que le dieran la colección completa de Mr. Bean o El show de Benny Hill.

Muchos motivos tampoco tenía. Apenas llega conoce a Alistair Gregory (Timothy Spall), un tipo que está allí como un stopper en el fútbol: no debe dejar que la esposa del príncipe se mueva con facilidad, y sí que cumpla los mandatos de la casa real mientras se “festeje” la Navidad. La única que parece comprenderla -y ya se verá por qué- es su asistente Maggie (Sally Hawkins, de La forma del agua).


Figurita. Kristen Stewart no tiene tiempo para sonrisas en este drama con momentos agobiantes. Foto Diamond Films

La cuestión del desánimo con que se sigue la proyección no pasa por ahí, sino por la construcción del relato, que pivotea en demasiadas áreas. Al drama conocido -su lucha contra la bulimia, no se menciona los intentos de suicidio que habría tenido- le agrega un clima como de horror, más metáforas algo burdas.

Entrar a la psiquis

Como en Jackie, sobre Jacqueline Kennedy, otra esposa en medio del poder, Larraín intenta meterse en la psiquis de su protagonista.


Stewarrt, ingnorada por la Academia Británica y el Sindicato de actores, que no la nomoinaron a sus premios, sí aspira al Oscar. Foto Diamond Films

Es que entre las elecciones del director chileno -toda una gran apuesta pensar que Stewart podía pasar por Diana- figura pensar que la protagonista está angustiada, claro, pero alterada también psíquicamente. Spencer fantasea con un personaje histórico como Ana Bolena, y cuando deambule por su propia casona de la infancia, aquello que mencionábamos de clima de horror se hará más tangible o palpable, si cabe el término.

¿O acaso la familia real, de aparición esporádica, no es más que una figura como fantasmagórica en la existencia de Diana?


Stewart con Sally Hawkins (“La forma del agua”), que es Maggie, la asistente que guarda un secreto. Foto Diamond Films

La afectación de la caracterización de Stewart, a quien el director fuerza con mohínes y caritas, gestos y posiciones de cuerpo para que se asemeje al personaje real, en verdad no ayuda y aleja al espectador en vez de conmoverlo. Y por momentos la actriz de Crepúsculo parece más una marioneta que una intérprete.

“Spencer”

Regular

Drama. Reino Unido/EE.UU., 2021. 117’, SAM 13. De: Pablo Larraín. Con: Kristen Stewart, Sally Hawkins, Timothy Spall, Jack Farthing. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Showcase Belgrano y Quilmes.

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