Reconozcámoslo: por mucho que nos guste que estemos en un nuevo florecer de Star Trek, a la saga le viene algo mal los estándares actuales de la televisión. En concreto, la horizontalidad de las tramas, que obligan a sacrificar algo tan en el ADN de la franquicia como los capítulos autoconclusivos (algo que parece recuperar ‘Strange New Worlds‘).

En ‘Star Trek: Picard‘, cuya temporada 2 concluye esta semana en Paramount+ (en España en Prime Video), es especialmente notorio por su condición de secuela/spin-off de ‘La nueva generación’ —al contrario que con ‘Discovery‘, que es en ese sentido es más libre de las ataduras previas—.

No quiero decir con estos breves párrafos introductorios que la temporada 2 sea fallida. Al contrario, y de hecho la considero mejor que la primera. Pero sí que en ocasiones da la sensación que la narración descomprimida juega en contra de lograr mantener el interés de la historia a lo largo de los diez episodios que la componen.

Un camino no tomado con volantazos

Y eso que hay ideas buenas. El prometido regreso del Q de John de Lancie y su juicio interminable catapultaba a Picard y compañía al «camino no tomado» debido a un cambio en el siglo XXI. Una situación enrevesada que deberán resolver mientras el guion de Akiva Goldsman, Terry Matalas y equipo se adentran en traumas del pasado del personaje de Patrick Stewart.

Comenzó bien, con una estructura bastante clara en lo que podríamos considerar el primer acto de la temporada. Si bien la serie sigue pecando un poco de apelar a los grandes éxitos de la franquicia (incluyendo homenajes claros a, por ejemplo, ‘Star Trek IV‘), se aprecia un mayor sentido de la historia, de querer contar cosas.

Ya desde el primer episodio se notaba una corrección de rumbo, el deshacer esos pequeños nudos que no dejaban crecer a la serie de forma orgánica. Esto se traduce en un mejor tratamiento de personajes, incluyendo por ejemplo a Jurati (Alison Pill) y Ríos (Santiago Cabrera); también en Siete de Nueve y Raffi, cuyas escenas funcionan muy bien.

Además tenemos un poco más de acción para no quedarse estancados y una ambición de plantar un gran diseño de historia. Otro asunto es que salgan totalmente triunfantes de ello y creo que no han logrado equilibrar bien la temporada.

Una temporada que se desinfla

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Su primera mitad es potente y entusiasta, pero la segunda pierde bastante fuelle en lo que reina tanto la frustración por misiones que no terminan de salir bien como por la exploración de un trauma del pasado de Picard. Tanto es así que llegamos al final de la temporada algo extenuados y, de no ser por los previously on, con la sensación de no saber a qué viene toda esta odisea en la que se han embarcado los protagonistas.

En líneas generales y a pesar de ser una franca mejora respecto a la temporada 1, ‘Star Trek: Picard’ sigue sin terminar de navegar de forma precisa en su desarrollo de la historia. Al contar ya con unos personajes madurados y un buen potencial para explotar este sector trekkie resulta algo frustrante que no logren sortear los baches de su viaje.