No hace mucho escuché a un conocido decir que una cosa que había una serie de cosas que todo el mundo debía hacer y una de ellas era saber conducir. Reconozco que arqueé un pelín las cejas ya que siendo de una ciudad relativamente pequeña nunca vi una necesidad real de ello y, de hecho, desde que me saqué el carnet hasta que empecé a conducir con regularidad pasaron varios años.
Así, me he visto de un modo reconocido en la figura del protagonista de ‘No me gusta conducir’, la notable comedia de Borja Cobeaga (‘Vamos Juan‘) que cuenta la historia de un profesor universitario (Juan Diego Botto) que tiene que apuntarse a la autoescuela y aprender a manejar un coche.
Con esta premisa nos sumergimos a lo largo de seis episodios (disponibles en TNT Now) en el pequeño universo de las autoescuelas haciendo que todo aquel que haya pasado por ellas reconozca fácilmente diversas de las situaciones que se suelen dar.
Entre coches y carnés
En este sentido, ‘No me gusta conducir’ no tiene mayores complicaciones: es una comedia sencilla y que fácilmente se convierte en un lugar feliz para nosotros en lo que acompañamos a Lopetegui en su propio viaje y se va deshaciendo de sus temores y saliendo de su zona de confort.
La virtud que es el que la comedia sea de «lugar feliz» puede provocar un efecto adverso: a lo largo de los seis episodios el universo alrededor de Pablo Lopetegui es meramente funcional, más allá del sentimentalismo no termina de haber un conflicto. Esto causa que, una vez terminada, la serie no deje realmente poso (algo que también me ha pasado con otra buena comedia como ‘Fácil‘).
Lo cual no es de por sí malo. ‘No me gusta conducir’ es bastante divertida, tiene sus buenos golpes y proporciona personajes grandísimos como el Lorenzo de David Lorente. Borja Cobeaga hace, también, lo mejor que sabe al retorcer los códigos y las situaciones cotidianas para ofrecer comedia. Buena comedia.
Además, una comedia bastante pulida en que no hay nada que realmente no funcione. Sí que es verdad que en mi opinión hay situaciones que quedan un poco deshiladas, al menos mirándolas en el conjunto de una serie que se va volviendo ligeramente más dramática según avanza.
A pesar de estos defectos por aquí y por allí, el balance general en cuanto ‘No me gusta conducir’ es positivo. Tanto que una vez terminada, quieres más, quieres temporadas completas de comedia de oficina como las estadounidenses con sus 22 episodios de 22 minutos. La pena es que es demasiado corta.