El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa entró este jueves en la Academia Francesa, una de las instituciones más antiguas de París, con un discurso en el que criticó la Rusia de Vladimir Putin y abogó por la democracia.

A sus 86 años, el escritor nacido en Arequipa se convirtió en el primer autor en lengua no francesa que accede a esa institución fundada en 1635.

Su discurso abordó por igual su pasión por la literatura, en particular la francesa, y la política, con hincapié en la denuncia de los autoritarismos.

«La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá», dijo el nuevo «Inmortal», como se conoce a los académicos franceses.

«Siempre quedará esta caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen tras haber atravesado la censura que los mutila» como muestra «el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin», criticó.

«Vemos cómo ataca a la desafortunada Ucrania, y como se sorprende sobremanera cuando esta nación resiste, a pesar de su superioridad militar, sus bombas atómicas y sus tropas multitudinarias», añadió.

Vestido con un traje de levita negro, bordado de motivos verdes, como manda la tradición, Vargas Llosa cerró en la venerable institución a orillas del Sena un círculo que empezó en 1959, cuando desembarcó en París como un joven y casi desconocido autor.

Mario Vargas Llosa vestido con las prendas tradicionales que llevan los miembros de la Academia Francesa. Foto Reuters /Sarah Meyssonnier.


Mario Vargas Llosa vestido con las prendas tradicionales que llevan los miembros de la Academia Francesa. Foto Reuters /Sarah Meyssonnier.

Cuando estudiaba en Lima, recordó, «aspiraba secretamente en convertirme en un escritor francés. Estaba convencido de que imposible de ser escritor en Perú, un país sin editoriales y con escasas librerías», explicó.

Al llegar descubrió con sorpresa que en «la capital cultural del mundo» se leía desde hacía tiempo a autores como el mexicano Octavio Paz.

«Fue en consecuencia gracias a Francia que descubrí otra América Latina», dijo.

Vargas Llosa se compró tan solo llegar a la capital francesa un ejemplar de «Madame Bovary» de Gustave Flaubert.

Trabajó de traductor, como profesor de idiomas, «así como en la Agence France Presse, en la plaza de la Bolsa», recordó el autor de «La fiesta del chivo» ante la audiencia.

«Fue en París que me convertí en escritor», añadió. «Sin Flaubert nunca habría sido el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito. Es más bien gracias a él que ustedes me reciben hoy», reconoció.

«Quisiera devolverle los elogios», dijo en su discurso de réplica el académico Daniel Rondeau.

«A partir de los años 1970, fueron los escritores sudamericanos los que ayudaron a una nueva generación de escritores franceses a no desesperar de la literatura de ficción», aseguró.

Entre los invitados de la «instalación» del premio Nóbel, como se conoce en el lenguaje de la Academia, estaba el rey emérito español Juan Carlos I, acompañado de su hija, la infanta Cristina.

El rey emérito de España, Juan Carlos I, estuvo presente en la ceremonia como invitado especial de Mario Vargas Llosa. Foto Emmanuel Dunand / AFP.


El rey emérito de España, Juan Carlos I, estuvo presente en la ceremonia como invitado especial de Mario Vargas Llosa. Foto Emmanuel Dunand / AFP.

Vargas Llosa, que fue nombrado marqués por Juan Carlos I en 2011, invitó personalmente al ex monarca, que vive en los Emiratos Árabes Unidos, y que solo ha salido oficialmente en contadas ocasiones de ese país desde su polémica retirada de España, en 2020.

Con esta histórica recepción, la Academia deja de lado el hecho de que Vargas Llosa se exprese en la lengua de Cervantes, y las críticas recogidas en algunos medios de comunicación franceses por las posturas políticas de quien fue candidato a la presidencia de Perú.

Qué es la Academia Francesa

Creada durante el reinado de Luis XIII (1601-1643), la Academia Francesa es una de las instituciones más antiguas de Francia y sus 40 miembros -que tienen cargo vitalicio- son conocidos como «los inmortales» por el lema «À l’immortalité» (A la inmortalidad) que figura en el sello dado a la Academia por el propio Richelieu.

Hace referencia a su misión como «portadores de la lengua francesa», que es la que realmente debe tener un carácter inmortal.

Actualmente, la Academia Francesa cuenta con 35 miembros y cinco sillones vacíos. El autor de «La ciudad y los perros», que es el primer integrante latinoamericano de la institución, ocupará el que dejó vacante el filósofo Michel Serres, fallecido en 2019.

Entre sus «confrères» (colegas) figuran, entre otros, el escritor de origen libanés Amin Maalouf; la literata Chantal Thomas; el obispo de Angulema, Claude Dagens, y la historiadora y politóloga Hélène Carrère d’Encausse, que ejerce además el puesto de «secretaria perpetua» de la institución desde 1990.

Mario Vargas Llosa se convirtió en el primer escritor que no utiliza la lengua francesa para sus textos en ingresar a la Academia Francesa. Foto EFE / Teresa Suárez


Mario Vargas Llosa se convirtió en el primer escritor que no utiliza la lengua francesa para sus textos en ingresar a la Academia Francesa. Foto EFE / Teresa Suárez

Por la Academia Francesa pasaron grandes nombres de las letras galas, como Montesquieu (nombrado inmortal en 1727), Victor Hugo (1841), Louis Pasteur (1881), Alexis de Tocqueville (1841), Claude Lévi-Strauss (1973) y Jean Cocteau (1955).

Los inmortales se reúnen una vez por semana, cada jueves, en privado y a las 15.00 horas, y su misión es contribuir al perfeccionamiento de la lengua y actualizar el diccionario.

Los académicos también llevan una espada, signo que los equipara a las clases nobles y la Casa del rey. Tradicionalmente, la empuñadura de la espada lleva símbolos que representan la vida y obra del futuro académico. 

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