Liliana Maresca trabajó hasta su último suspiro, como si con el cuerpo agradeciera haber conseguido convertirse en artista, en una mujer libre de dar explicaciones. Antes de entregarse al mundo del arte se había definido como esposa, madre, ama de casa. Al momento de su temprana muerte se consideraba tan artista que dejó escrito un puñado de características para saber si uno también podía considerarse tal.

En una hoja tomada de un anotador dibujó una bolsa que contiene las “condiciones” que podrían convertir a cualquier persona en artista. ¿Tuvo usted una infancia desgraciada (puede incluir enfermedades)? ¿Una adolescencia rebelde y atormentada? ¿Problemas económicos crónicos? ¿Sentimiento trágico de la vida? Quizás el lector también es un artista y todavía no lo sabe.

Las “condiciones” que podrían convertir a cualquier persona en artista, según Liliana Maresca. Foto Maxi Failla


Las “condiciones” que podrían convertir a cualquier persona en artista, según Liliana Maresca. Foto Maxi Failla

Decálogo del artista fue realizada por Maresca en 1994, el mismo año de su desaparición física. Tenía 43 años y un diagnóstico de VIH desde hacía siete años. En el tiempo de convalecencia realizó pequeños dibujos y acuarelas sobre papeles extraídos de blocks de hojas. Produjo desde su cama, hasta donde le daba el cuerpo. A ese conjunto de obras, inmenso, de las que cada tanto aparece una nueva en manos de algún amigo de la época, se la conoce como “Mascaritas”.

En las paredes de la galería Vasari, que acaba de inaugurar la exhibición Florecerán pájaros dedicada a los últimos años de Maresca, las “Mascaritas” colgadas no muestran rostros sino torsos femeninos y representaciones del personaje infantil Pinocho. El cuerpo, materia y tema en una buena parte del corpus de obra de la artista, se ratifica en la última etapa de su vida.

La muestra puede visitarse hasta el 12 de mayo. Foto Maxi Failla


La muestra puede visitarse hasta el 12 de mayo. Foto Maxi Failla

Maresca se apaga, pero sigue creando. En las obras de sus últimos años trabajó con materiales que tenía a mano, “restos diurnos” los llama Mauro Libertella en el texto curatorial que acompaña la muestra. Convirtió objetos de la vida cotidiana en obras de arte, tomó juguetes, los ensambló con otros objetos, fundió, creó formas a partir de elementos sin alma. “El hecho artístico no depende necesariamente de los elementos en juego y es más bien una predisposición”, plantea Libertella.

Recolectar lo que otros desechan era una acción que había realizado desde muy temprano en su vida artística. En San Telmo, donde se mudó tras separarse del padre de su única hija, recorría las calles para conseguir materiales para sus obras.

Las “Mascaritas” colgadas no muestran rostros sino torsos femeninos. Foto Maxi Failla


Las “Mascaritas” colgadas no muestran rostros sino torsos femeninos. Foto Maxi Failla

“La técnica ya estaba más depurada, los artefactos son más limpios en sus terminaciones, y sin embargo hay un hilo transparente que enhebra aquellos primeros objetos bocetados por una artista cachorra (Torso o Mono y esencia) y los que se pueden ver en esta exposición, ya hechos por una creadora en el pico de su madurez”, afirma Libertella.

Por otra parte, en las piezas que se exhiben en Vasari el elemento lúdico atraviesa la mayoría de las obras. El personaje de Pinocho aparece una y otra vez, dibujado con lápices o acuarelas y en forma de muñeco de madera. Un pequeño muñeco de un koala corona un triángulo de metal ensamblado sobre un cuadrado de fórmica; con cubos de madera de distintos colores realiza obras simples que recuerdan a las primeras obras de arte concreto; y un auto de plástico pintado de rosa degradé recibe a los visitantes de la galería.

"Autito 1994", Liliana Maresca. Foto Maxi Failla


«Autito 1994», Liliana Maresca. Foto Maxi Failla

Con el diagnóstico de VIH positivo, Maresca ingresa al mundo de la alquimia, el esoterismo, las soluciones mágicas. Si la ciencia no da respuestas a una enfermedad que empieza a llevarse a los artistas que habitan el under de aquella época, el mundo espiritual quizás las tenga.

Unum vas estaba en su cuarto, cuenta Marina Pellegrini, directora de Vasari. Esta obra, donde colocaba velas, fotografías y objetos a modo de altar, está conformada por un sol realizado de piezas doradas soldadas, que descansa sobre una vasija de plomo y, a su vez, todo sobre una base de madera negra enchapada.

No todo lo que brilla es oro (Caja chica) es una versión, como su nombre lo indica, más pequeña de la caja que hoy forma parte de la colección de la Tate Modern de Londres. En un video, parte registro parte performance de la obra en manos del museo inglés, se ve a Maresca sacar los elementos geométricos bañados en oro una caja de roble y colocarlos con dedicación y prolijidad sobre el piso.

Liliana Maresca trabajó hasta su último suspiro. Foto Maxi Failla


Liliana Maresca trabajó hasta su último suspiro. Foto Maxi Failla

La exhibición cierra con la misma Maresca. Ella, que a lo largo de su carrera le puso su propio cuerpo a sus trabajos, lo hace una vez más, pero disfrazada de bailarina flamenca. En la trastienda de la galería, flanqueada por un grabado de Antonio Berni, una fotografía tomada por Alejandro Kuropatwa la muestra con el torso semi desnudo mientras se cubre los senos con sus manos.

Es de una serie poco conocida realizada por el fotógrafo, quien es más recordado por su participación en Maresca se entrega. Todo destino, el aviso publicitario que la artista difundió en una revista pornográfica junto a un teléfono para que los lectores se comuniquen con ella.

La fotografía fue tomada el mismo año de su muerte. Además de Maresca, la imagen se compone de una mesa con cáscaras de huevo, un pan, y una botella de vino a medio tomar. Conforman una vanitas que recuerda lo frugal que puede ser la vida, que fue la vida de Maresca.

Maresca como una bailarina flamenca. Foto Maxi Failla


Maresca como una bailarina flamenca. Foto Maxi Failla

Ficha

Liliana Maresca. Florecerán pájaros
Dónde: Galería Vasari, Esmeralda 1357.
Cuándo: de lunes a viernes, de 11 a 19. Hasta el 12 de mayo.
Entrada: gratis.

PC

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