El desembarco de C. Tangana en el festival de San Sebastián fue una de las mayores atracciones de la fiesta cinematográfica española. Esta ambición desmedida es claro desde su autodefinición: “No es un documental; no es una gira; es una tragedia”.
Presentada en tres actos y dirigida por Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio González, Esa ambición desmedida recorre la gestación del disco El Madrileño y su gira internacional, poniendo el eje en la relación del autor con su propio talento, su vocación y sus ambiciones. Ganador de tres Grammy Latino, el disco revolucionó la escena, planteando una serie de canciones en las que participaron algunos de los más reconocidos autores de la canción hispanoamericana, como Elíades Ochoa, el puertorriqueño José Feliciano y los españoles Kiko Veneno y Gipsy Kings, Jorge Drexler y Andrés Calamaro, entre otros.
“Le entregué mi vida a un grupo de amigos, que son Santos, Cris y Roger (Rogelio), los verdaderos directores”, explicó C.Tangana en el festival.«En un primer momento, yo quería ser más controlador: quería hacer un documental o una película o una pieza en la que se viese bien el directo y todo lo que habíamos puesto allí.» Con el propósito de crear una gira ambiciosa, llevando un poco más lejos el concepto del recital en vivo, C. Tangana se expuso a riesgos financieros, negociaciones, conversaciones tensas que hicieron que su tenacidad impactara con la realidad.
“La película tiene tres fases, explica el músico. “Empezamos a grabar en Cuba cuando nos dimos cuenta de que estar con los músicos de allí Elíades (Ochoa), era algo muy importante. A partir de ahí hubo una desconexión. Pero Cristina (Trenas) siguió grabando cosas que a ella le parecían importantes. La gira es una excusa para la visión de ellos de mi obra”.Las frustraciones cotidianas de esa ambición creciente contrastaban, a su vez, con el ascendente éxito del joven cantautor que con su segundo disco había puesto al mundo hispanoamericano a hablar de lo que había hecho. En palabras de Nathy Pleuso, incluidas en el documental: “Las letras que escribe son de las mejores que hay hoy en día”.
En plena gira, y no mucho después de haber lanzado el disco, el Tiny Desk en donde ejecutó cuatro canciones entrelazadas, se convirtió en otro acontecimiento musical que posicionó a C.Tangana en un lugar destacado de la música internacional. “Podríamos haber hecho esta gira de a cinco personas y seríamos millonarios”, dice una voz indistinta en el trailer de Esa ambición desmedida, dando cuenta de esta pulsión de despropósito que guió lo que vino después. Porque el músico siguió el instinto que le dictaba que debía escuchar las fantasías de su audiencia (o las propias, claro está). No es difícil imaginar que ese ímpetu de honestidad, transparencia y autocrítica es la que de una virtud inclaudicable se convirtió, en algunas oportunidades, en un palo en la rueda.
Pero, con osadía y también con ingenio, C. Tangana logra agarrar esa dualidad y contagiarla de otra: porque su talento, reconocido por tantos, también le alimenta un importante síndrome del impostor: más de una vez el músico se explayó acerca de sus limitaciones a la hora de cantar. Rodeado de monumentos del canto y la música hispanoamericana, el artista se expuso y al hacerlo, propició otra crisis creativa, en este grado relativa a la vocación.
“Con la música ya lo he intentado, y es que no es lo mío. Porque yo soy un creador, no soy un intérprete”, declaró C.Tangana. El futuro de C. Tangana, en ese sentido, es incierto. No es difícil imaginar a su entorno celebrarle los logros, intentando que esa tendencia a la autocrítica feroz no eclipse lo logrado. Pero sólo él conoce la dimensión de su ambición desmedida. Por lo pronto, esos anhelos de autosuperación lo llevaron a las primeras planas del cine en habla hispana, lo cual, obviamente, no es poca cosa.
Gi