Las series y películas americanas nos han dejado claro que la Casa Blanca es poco menos que el lugar más lujoso sobre la faz de la Tierra, donde se toman las decisiones importantes y que cuenta con cientos de recovecos donde se resuelven los problemas más graves y acuciantes de la humanidad. Pero la realidad es otra (como bien sabemos), y Tom Hanks se dio cuenta de casualidad un día de 2004 donde puso una nueva muesca en su relación -tan maravillosa como desconocida- con el café.

Nadie como tú me sabe hacer café

En 2004, durante la administración de George Bush Jr, Tom Hanks y su familia fueron invitados a la Casa Blanca, donde recorrieron todas las habitaciones y estancias en un tour privado donde se encontró -oh, calamidad- con que los reporteros que cubrían los tejemanejes diarios de la política americana tenían que pedir su café en una vieja máquina Mr. Coffee, famosa en Estados Unidos porque en 1974 Joe DiMaggio fue su representante y que era de una calidad cuestionable. No se podía permitir.

Hanks compró y envió su nueva cafetera a los periodistas, convencido de haber hecho un buen acto… hasta que en 2010 le tocó volver a visitar la Casa Blanca junto a Steven Spielberg. Cuando fue a ver cómo estaba su regalo, se encontró con una máquina manchada y en un estado lamentable a la que nadie había pasado jamás una bayeta por encima. De hecho, comentó a los reporteros «¿Sabéis? Se supone que tenéis que limpiarla después de cada uso. ¡Mirad la que habéis liado!». Dicho y hecho: la sustituyó por una nueva para, supongo, evitar intoxicaciones. Marca de la casa.

Cafetera

En 2017, ya acostumbrado a este cambio de ciclo y en medio del gobierno de Donald Trump, por quien el actor sentía un absoluto desagrado, Hanks envió una cafetera italiana, la Livia G4, valorada en unos 2000 dólares a día de hoy, afirmando antes «Dejadme ver lo que puedo hacer por esos pobres vagos del cuarto poder». Obviamente es una broma, porque la máquina venía con una página en la que se podía leer «Mantened la lucha por la verdad, la justicia y el estilo de vida americano. Especialmente por la verdad«. Todo muy bonito, pero la historia tiene otro giro.

Como una cafetera

El texto de Hanks, escrito a máquina (el actor es un fanático de las máquinas de escribir), estaba debajo de un dibujo de 1944 del doble ganador del Pulitzer Bill Mauldin en la que se podía ver a unos soldados junto a unos prisioneros en plena II Guerra Mundial acompañados del texto «Tropas americanas con espíritu fresco, alegres por la victoria están llevando a miles de prisioneros hambrientos, harapientos y cansados de la batalla». Muy patriótico todo. Tanto, que la carta se colocó al lado de la cafetera… pero no duró mucho allí.

Al final la quitaron -para protegerlo, se supone- y en otras fotos más actuales se puede ver un folio con el siguiente aviso (en mayúsculas): «Para todos los miembros que disfrutan de su pequeño toque de cafeína diario: este generoso regalo del señor Hanks cuesta 2200 dólares. Por favor, cuidadlo. No dejéis cápsulas en el portafiltro. Por favor, enjuagad el portafiltros después de cada uso. Limpiad cualquier salpicadura en la máquina y vaciad la caja de drenaje». Han exagerado un poco el precio, pero se nota que como poco quieren que les dure hasta el siguiente reparto del actor, que debería estar al caer si mantiene los tiempos (y le apetece, claro).

La relación de Tom Hanks con el café ha crecido en los últimos años: en 2022 lanzó su propia marca, Hanx for our troops, una empresa sostenible y ética que pretende apoyar a los veteranos de guerra americanos y sus familias. De hecho, todos los beneficios irán destinados a ellos. «Eligiendo nuestro café puedes apoyar a aquellos que eligieron dar su tiempo y sus esfuerzos en defensa de nuestras libertades por el estilo de vida americano. Todos los peniques de beneficios les dicen ‘Gracias’. Les debemos nuestra gratitud, ¿no?«. Desde luego, si buscas patriotismo yanqui, ya sabes cuál es el café que debes elegir mientras entrecierras los ojos y musitas «Dios bendiga América». Y tú que creías que ese país no era como en las películas.

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