El actor y director Gabriel Chamé Buendía tiene dos versiones de obras de William Shakespeare, que son un éxito y están simultáneamente en la cartelera porteña. En los dos casos, brilla dentro de cada uno de los elencos la actriz Elvira Gómez. Sin ser la protagonista, desempeña roles cruciales y es responsable de momentos muy dramáticos, así como también de un humor desopilante. En Othelo. Termina mal, se la puede ver los miércoles a las 22.30 en el Metropolitan (Corrientes 1343). Compartiendo escenario con Matías Bassi, Nicolás Gentile y Agustín Soler y haciendo funciones sin parar desde 2013, y giras por España, Ecuador, Perú y Bolivia, sigue participando de esta lectura en clave de clown, del afamado moro celoso. Gómez, con los mismos compañeros y Marilyn Prieto, también está en Medida por medida. La culpa es tuya, en el Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715), de jueves a domingo a las 20.

—¿Cómo conociste a Gabriel Chamé Buendía y cómo describirías su modo de dirigir?

—Lo conocí hace once años en un seminario de clown, y al año siguiente, hice un curso de melodrama. A los dos años, me llamó para un casting de Othelo, para reemplazar a una actriz. Ahí entré y estoy hace siete años. En 2023, me convocó para Medida por medida. Su manera de dirigir es muy exigente. Saca del actor, de la actriz muchísimo material. Conoce a Shakespeare de pe a pa. Shakespeare estaría orgulloso de las puestas de Chamé Buendía. Su estilo es muy concreto, sin solemnidad. Cuenta, siempre, a través de la tragicomedia. La tragedia y la comedia se retroalimentan. 

—¿Quiénes son tus personajes en “Medida por medida”?

—Yo interpreto a Isabel, una novicia. Mi hermano está condenado a muerte por Ángelo, un nuevo político que sube al cargo de Duque. Entonces, la misión de Isabel, que es ser monja, se ve interrumpida, dado que va a implorar el perdón de su hermano a este tal Ángelo. También interpreto a Pompeyo, que es un cafiolo, que tiene que desaparecer porque este nuevo político Ángelo está encarcelando a todas las personas que fornican fuera del matrimonio. Disfruto ambos personajes. En particular, me despierta sentimientos extraños hacer una novicia. Tenía prejuicios pensando que sería aburrido. Pero no hay que subestimar ningún personaje. Isabela es muy compleja. Quiere ser monja, pero su personalidad y carácter no van por la misma línea. Entonces, tiene muchas contradicciones.

—¿En qué radica la vigencia de Shakespeare?

—Shakespeare era un visionario. Toca temas que son actuales; habla de los sentimientos, como en Othelo: los celos, el racismo, la envidia, el poder. Medida por medida es también actual, porque hay un político que tiene la suma del poder y hace abuso de ese poder (abuso sexual). Shakespeare abordó la compleja psicología de los seres humanos: cómo el poderoso se vuelve adicto al poder, cómo el envidioso empieza a enrollar a otros, cómo los celos carcomen internamente. Salvo que sean solemnes, las puestas de Shakespeare son siempre efectivas.

—¿Cómo ves la situación de la mujer en el mundo del humor, tradicionalmente con una mayoría de varones?

—La comedia siempre estuvo relacionada con la parte masculina. Las comediantes son igual de brillantes que los comediantes, pero hay una cuestión de oportunidades. En el ridículo, la gracia, la comedia, no hay más facilidad para el hombre que para la mujer. Al contrario: la mujer tiene una capacidad de intuición muy elevada y, cuando está en función de la comedia, es inolvidable. Tenemos referentes muy importantes como China Zorrilla, Juana Molina, Florencia Peña, Érica Rivas. Hay muchas que no tienen la posibilidad de ser vistas. En la comedia, hay más visibilidad de la parte masculina que de la femenina. Pero yo siempre he tenido un lugar de mucha generosidad por parte de mis directores y compañeros.

Recorrido de una formación infinita

¿Quién es, cuántas cosas ha hecho Elvira Gómez? Ella misma sintetiza su recorrido: “Empecé a los 15 años en la compañía Banfield Teatro Ensamble que dirigía, y sigue dirigiendo, Nelson Valente. Con él tuve mucho entrenamiento actoral con público, obras de texto de Shakespeare, de Chéjov. Nelson Valente me enseñó, también, lo que es tener un emprendimiento independiente de teatro en zona sur. Después investigué nuevos caminos. Raúl Serrano me enseñó muchísimo: lo valoro y extraño, porque ya no está entre nosotros. En su Escuela, aprendí sobre teatro y sobre la vida. Clown, estudié con Claudio Martínez Bel, maestro gigante y con Gabriel Chamé Buendía, quien me enseña infinito. Otros docentes maravillosos han sido Cristina Moreira, Ana Katz, Lucrecia Martel, a quien admiro muchísimo, Ricardo Bartís, Federico León, Ignacio Gómez Bustamante y Pedro Gómez. Además, siempre que puedo, estudio, entreno. Hasta el día de hoy, si tengo un horario, estudio, tomo clases. El estudio es de las cosas más enriquecedoras: estudiar, entrenar, desarrollar más recursos que los que uno va teniendo. Siempre entrené con técnicas como clown, teatro de texto, realismo y danza-teatro. Hice de todo. Trabajé en el Teatro San Martín; hice teatro comercial (Tratala con cariño, de Oscar Viale); en el Teatro del Sur hice Tres hermanas de Chéjov. También escribí y actué en una obra mía, Ocho veces te dejo, que hago en zona sur desde hace nueve años. Me gusta abarcar el público de CABA y el de Provincia: ambos me parecen interesantes en sus respuestas. Y soy docente en la Escuela de Arte Dramático de Lomas de Zamora. Me dedico a esto desde los 15; tengo 42 y nunca frené”.