Marjane Satrapi, cuya serie de novelas gráficas, Persepolis, sobre su infancia en Teherán y su salida de allí, le valió reconocimiento internacional y ventas de millones de libros, se apartó de ese género hace dos décadas y desde aquel momento no había vuelto la vista atrás.
Entonces, en otoño de 2022, una mujer kurda de 22 años llamada Mahsa Amini fue detenida por la policía de la moral iraní por violar supuestamente la ley del hiyab del país, que obliga a las mujeres y niñas a cubrirse el pelo.
Una foto de Amini magullada y ensangrentada en una cama de hospital tras su choque con la policía se hizo viral. Días después murió, y el país estalló. El gobierno iraní ha dicho que murió debido a problemas de salud subyacentes, pero su familia explicó que no tenía ninguno y que murió por un golpe de la policía.
Las mujeres salieron a la calle y se quitaron el velo en lo que se conoció como movimiento «Mujer, Vida, Libertad», uno de los momentos culturales y políticos más significativos de Irán desde la revolución de 1979. Se trata de una reivindicación generalizada de la libertad de la mujer a la que se han sumado los hombres.
Para documentar el momento, Satrapi ha publicado una obra gráfica de no ficción titulada Mujer, vida, libertad, que explica el movimiento, así como la historia y los cambios culturales que lo han propiciado. Satrapi, de 54 años y residente en París, contribuyó con algunos de sus dibujos y textos, pero su papel principal fue el de «directora» del libro, según declaró en una entrevista reciente, que describió como una combinación de curaduría y edición.
Una obra en colaboración
El libro es una colaboración entre periodistas, académicos, activistas y artistas, con una colección de diferentes estilos visuales: un capítulo sobre la vigilancia y la propaganda gubernamental está dibujado en blanco y negro, mientras que una sección sobre pequeños actos prohibidos de la vida cotidiana, como una mujer saliendo a correr o andando en moto, está representada en tonos de beige, rojo y azul.
«El régimen iraní es un régimen seudototalitario«, declaró Abbas Milani, director de estudios iraníes de la Universidad de Stanford, que ha colaborado en la elaboración del libro. «Quieren controlarlo todo, desde la forma de vestir hasta lo que uno come, con quién se acuesta, qué películas ve, qué libros lee, si se afeita o no. Cada acto en Irán puede ser potencialmente un acto de disidencia».
En una conversación con The New York Times, Satrapi habló de sus objetivos para el libro, del papel de la diáspora iraní y del movimiento «Mujer, vida, libertad». Estos extractos han sido editados por una cuestión de espacio y para mayor claridad.
–Hábleme de esta imagen.
–Una de las razones por las que la gente está haciendo una revolución, como dice esta imagen, es simplemente para poder bailar en la calle. Nos niegan incluso los derechos humanos básicos. No tenemos derecho a bailar, no tenemos derecho a cantar, no tenemos derecho a hacer esto, no tenemos derecho a hacer aquello. La imagen lo dice todo… sólo para poder bailar en la calle.
–¿Para quién es este libro?
–En mi opinión, el libro es más para los occidentales. Cuando hay cientos de miles o millones de personas en la calle, se habla de revolución. En Irán, eso no es posible porque las herramientas de represión de ese régimen son sumamente fuertes. Así que hay otro tipo de resistencias, como que las mujeres se quiten el velo cada vez más. Esa es la resistencia. Sólo el hecho de reír. Sólo el hecho de bailar. Pequeñas cosas como esas. Pero es una verdadera revolución porque una verdadera revolución es cultural. Y por eso quise hacer este libro.
–¿Qué le gustaría que la gente supiera sobre esta imagen?
–Muestra a esas grandes mujeres quitándose el velo. Enfrentándose a las autoridades. Es realmente el símbolo de la revolución. Dicen que, sin el velo, la República Islámica no tiene razón de ser. Todo recae sobre el control de las mujeres. Pero nosotras luchamos y no son ellos quienes nos dan el derecho a luchar.
–Cuando se propuso organizar este libro, ¿cómo pensó en enmarcar estos acontecimientos?
–Los de la diáspora no estamos allí. Ya no conocemos el latido de nuestra sociedad. Podemos ser el altavoz, podemos apoyarlos, podemos hablar. Lo que sepamos, podemos difundirlo. Podemos compartirlo con el mundo. Pero no podemos decidir por ellos.
–Una imagen muestra a la Guardia Revolucionaria de Irán. ¿Qué deberían saber los lectores sobre ella?
–No son los guardianes de Irán, son los guardianes de la Revolución Islámica. Están ahí para apoyar la Revolución Islámica, no al país.
–Hábleme de la imagen.
–Me dolía mucho la mano al dibujarlos. He desarrollado una especie de alergia. Cada vez que dibujo estas cosas me dan náuseas, pero tenía que hacerlo. Tienen las manos llenas de sangre.
–¿Qué quiere que la gente se lleve de este libro?
–Comprensión y compasión. No pedimos a ningún occidental que venga a hacer una revolución en lugar nuestro. Sólo miren a esas personas. Realmente necesitan que la gente las mire, necesitan que alguien testifique que todo lo que están haciendo por la libertad significa algo. Y así es como cambiamos la política, a través de la opinión pública.
© The New York Times / Traducción: Elisa Carnelli