Por estos días, la editorial Eterna Cadencia reúne, por primera vez en un mismo sello, los tres libros de cuentos de la escritora Alejandra Kamiya, una de las nuevas voces literarias más admiradas y queridas de las letras locales. Dueña de una voz profunda, lírica y austera, sus cuentos oscilan entre lo cotidiano y lo filosófico, poniendo en escena temas tan diversos como la belleza, la muerte, las artes, los ancestros, nuestra relación con la naturaleza y los animales. A esta novedad editorial, se suman el prólogo para Dientes de león, la novela póstuma de Kawabata (Seix Barral), y la adaptación de varios de sus cuentos a diferentes espectáculos danza y música. Clarín Cultura conversó con la autora de La Paciencia del agua sobre cada piedra, antes de su primera presentación en la Feria del Libro en el marco del Diálogo de Escritoras y Escritores de Argentina.
–¿Qué tipo de impacto tiene para vos que se reúnan tus tres libros de cuentos en una editorial? ¿Los releíste para esta edición?
–En realidad, no releí los libros porque si lo hacía, iba a corregirlos, y no quería tocarlos. Leonora Djament, la editora, me dijo que no era necesario leer ni cambiar nada. Solo agregamos unas postales con textos inéditos. Sobre la reunión de los tres libros, me da mucha satisfacción y una especie de alivio que estén juntos, porque yo lo siento como un continuo. De hecho cuando trabajamos el diseño de las tres portadas, ahí me di cuenta de que era una trilogía, no tres libros independientes. Por supuesto, el tiempo inevitablemente pasa, entonces va atravesando etapas de la vida, pero son un continuum en estilo, en temas. No creo que haya grandes cambios.
–¿Ahora estás trabajando en una novela?
–En realidad, tengo tres novelas comenzadas. Estaba trabajando en una cuando, sin querer, se me fue armando otra, y ahí reconfirmo que los cuentos son una trilogía porque las otras cosas que estoy trabajando son muy diferentes. Hay una que internamente llamo “Diario de insomnio”, que son textos muy cortitos que escribía en el medio de la noche. Otro que surgió en la pandemia, que me la pasé mirando con mi papá películas japonesas muy viejas, algunas mudas, otras sin restaurar. Mientras mirábamos la película, hablábamos. Un diálogo de tres.
–¿Y cuentos, seguís escribiendo?
–Cuentos siempre voy a escribir. Y la novela –la que se fue armando sola– va también a tener cuentos: novel in short stories, como dicen los americanos, cuentos que van a hacer un todo.
–¿Cómo te manejás con esa dispersión de proyectos?
–Yo soy dispersa así que muy naturalmente. Al revés, me resultaría complejo concentrarme en un solo proyecto.
–“El corazón de la escritura no está en la forma”, frase del prólogo que escribiste para la novela inédita de Kawabata, podría adscribirse a tu literatura. ¿Cómo fue la experiencia de escribir este prólogo?
–Sí, prologué a Kawabata, hice una contratapa de Ango Sakaguchi y ahora voy a prologar los cuentos completos de Silvia Iparraguirre. Son cosas que me ponen contenta. Hay muchos prólogos que no me gustan, sobre todo los muy académicos o los que son pedagógicos o me anticipan lo que voy a leer. A mí me gustan los prólogos en los que hay una persona detrás hablando, desde un lugar subjetivo. Los prólogos son un género literario: Borges tiene su libro de prólogos. Yo los escribo como escribo los cuentos. Por ejemplo, sobre el prólogo de Kawabata, algunas personas tomaron literalmente cuando digo que “Yo elijo situarme junto a los que dudan de su suicidio”, pero es un “elijo creer” blandito, suave, anhelante. Como un “No sé, pero me gustaría”.
–Como alguien que fusiona occidente y oriente, ¿qué te pareció Días Perfectos, de Wim Wenders?
–La vi, la adoré, la escena final se convirtió en mi escena final de todo el cine. Me pareció perfecta la película, por un montón de cosas, pero me parece interesante que haya sido hecha por un occidental. Eso aporta un montón. Para mí hace una buena fusión, tiene perspectiva, y tiene mucho amor. Cuando un japonés muestra su amor a Japón no es tan interesante. El punto de vista occidental abre más opciones con una perspectiva, para mí, más rica. Desde lo cinematográfico, la forma en la que la filmó es muy coherente con lo que está diciendo. Wim Wenders habla de algo y lo refleja.
–Por cierto, el amor por los personajes es algo que se podría decir de tu literatura. ¿Estarías de acuerdo?
–A mí me pasó con un personaje que yo quería hacer desagradable, Leiva (“La garza”, “Herencia”), y él me sedujo a mí, me terminó cayendo muy bien, y a todo el mundo le gusta Leiva. Me salió mal respecto de lo que yo pretendía. O el personaje de la madre (en “Los ensayos”). Sí, mala, pero querible. Pero creo porque son humanos.
–¿Empatía con la condición humana?
–Sí, algo así. Pienso ¿en qué se traduce el amor por el personaje? Justamente, en la construcción del personaje. Por ejemplo, me molestan mucho las películas mal dialogadas. Y con un mal diálogo lo que no hay es amor por el personaje. Haciéndole decir estupideces o de un modo que la gente no habla. Eso es falta de amor también. Wim Wenders tiene el amor que se traduce en personajes muy profundamente construidos que por eso no necesitan hablar un montón.
–Las artes circulan en tu literatura: la pintura, la música. Por estos días, se presentan dos adaptaciones de tus cuentos a dos obras de danza (Teresa Duggan y Miriam Gurbanov). ¿Cómo te sentís con esas propuestas interdisciplinarias?
–Me resultan natural, en el sentido de que así como los textos pueden ser traducidos a otros idiomas, pueden ser traducidos a la danza o a la forma de arte que sea. Yo escribo mucho desde el cuerpo así que no me resulta extraño que la gente que trabaja con el cuerpo se haya sentido interpelada o que algo le resulte de su idioma. Ahora estamos trabajando con otras adaptaciones para el Centro de Experimentación del Teatro Colón, y hablábamos justo de eso: crear imágenes auditivas que estén más cerca de lo mínimo, no de melodías con sus increscendos.
Los árboles caídos también son el bosque, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y La paciencia del agua sobre cada piedra pueden comprar en el stand de Eterna Cadencia en la Feria.
Alejandra Kamiya participará del Diálogo de Escritoras y Escritores de Argentina este viernes 3 de mayo a las 19 en la sala Domingo Faustino Sarmiento en la mesa “Consejos para aspirantes a escritores: secretos de escritura para la construcción del cuento perfecto” con Flavio Lo Presti, Paula Perez Alonso, Mariana Travacio.
Y también en el Diálogo de Escritoras y Escritores de Latinoamérica el lunes 6 de mayo a las 17:30 en “Historias mínimas. ¿Dónde reside el corazón de un cuento? Desafíos que plantea el género breve” con Sérgio Rodrigues (Brasil), Virginia Mórtola (Uruguay) y María José Navia (Chile).