El león está de vuelta. En la Fundación Macro se exhibe Otra Música, una muestra dedicada a la búsqueda sonora, visual y espacial que León Ferrari desarrolló a partir de la experimentación con el lenguaje musical. Una propuesta que va desde la inocencia del factor lúdico, con obras que se pueden tocar y hacer sonar, hasta la siempre presente, aunque no explícita, apelación política.
El banco ha apostado por llevar al hall de entrada de su sede central, un edificio proyectado por César Pelli antes de su muerte, artistas con mediana y larga trayectoria en el arte argentino. Apuestas seguras para espacios por donde transita el público general, ese que probablemente nunca ingrese a una galería de arte, pero que en su devenir cotidiano ahora es atravesado por una figura de poliuretano con forma humana que toca un bandoneón.
Otra Música fue curada por Natalia Revale y Javier del Olmo, quienes trabajaron sobre el diálogo constante entre el dibujo y la escultura que atravesó el trabajo de Ferrari a lo largo de su extensísima carrera artística. El artista utiliza para sus obras distintos materiales y busca la experimentación en sus objetos escultóricos sonoros a partir de las vibraciones y las texturas.
Reconocido y provocador
Ferrari fue uno de los más reconocidos y provocadores artistas argentinos de los últimos tiempos. Su vasta obra, centrada en temas como la religión, la intolerancia y la política, fue expuesta en muestras individuales en muchos de los museos más importantes del mundo. En 1965, produjo una de sus obras más controvertidas, “La civilización occidental y cristiana”, que hoy forma parte de la muestra Lo que la noche le cuenta al día en Fundación Proa. En 2007 recibió el León de Oro en la Bienal de Arte de Venecia.
No se puede precisar con exactitud cuándo la música ingresa en la vida de Ferrari. Los curadores sostienen que a lo largo de toda su carrera la cuestión sonora atravesó sus obras, ya sea en sus clásicos garabatos o en sus esculturas que activadas generan sonidos y combinaciones. Coinciden que fue durante su exilio en Brasil –a donde escapó luego de que la dictadura cívico-militar desapareciera a uno de sus hijos– donde emerge con más fuerza su interés.
“Desde los primeros dibujos que hace en los 60, los dibujos en tinta que son como unas escrituras, garabatos nerviosos, que parece que tienen como un ritmo; cómo titula esos dibujos, pone Primera música, Música cantata, Partitura. A lo abstracto le hace una referencia también”, explica Del Olmo a Clarín Cultura.
Los garabatos característicos en la obra de Ferrari ocupan uno de los dos pasillos en los que se dividió la muestra. Del otro lado predominan la recreación de instrumentos que el artista alcanzó a bocetar y otras experimentaciones sonoras, como la escultura realizada con extensas varillas de acero que cuelgan desde el techo y que los visitantes pueden atravesar.
Retroalimentación
Ferrari retroalimentaba su inspiración de acuerdo con el soporte y el material con el que trabajaba en distintos momentos de su carrera. Un concepto elaborado en los 60 o un material que descubre su exilio pueden aparecer nuevamente en sus producciones de los 2000. Trabaja varillas de forma recta que luego comienza a enroscar, un gesto que tiene impacto en su trabajo gráfico. Esta retroalimentación es la que dificulta establecer series o ciclos en la producción de Ferrari.
“Él experimenta con el acero, estas varillas que son de acero inoxidable en muchas ocasiones, el movimiento que producen lo llevan a generar esos grafismos, como un poco va y vuelve. De los grafismos vuelve al diseño, a seguir diseñando estas esculturas. Y también la propia experimentación, cuando genera las esculturas, el sonido que provoca, hace que llegue también a las esculturas musicales”, describe Revale.
Al visitante lo recibe un clásico de Ferrari: la banda de músicas realizados en poliuretano. «Los músicos de poliuretano es esa materialidad que a León le gustaba porque se le escapaba, porque era ingobernable, porque apretaba un pomo de poliuretano y salía la espuma medio loca”, apunta el curador.
La materia indomable se observa también en las pinturas que chorrean “buscando como esa propia expresión del material”, explica Del Olmo. Lo ingobernable, lo imposible de dominar son formas de describir su técnica y, por trasposición, su forma de encarar su oficio como artista con consciencia social y política.
El otro eje de la muestra, según la mirada de los curadores, son los instrumentos que se recrearon a partir de bocetos detallados que dejó Ferrari. Como un Da Vinci porteño, el artista plasmó en cuadernos sus inventos con detalle y precisión. Algunos los pudo materializar, otros quedaron en proyectos. Sobre éstos últimos se trabajo para recrearlos en el 2024.
«Hicimos una investigación. Hay muchos detalles en esos cuadernos, pero lo que no estaba, intentamos imaginarlo a partir de los instrumentos que sí realizó. Entonces, imaginamos materialidades, tamaños”, cuenta Del Olmo.
Ferrari cuela la política y el tiempo en el que vivió en toda su obra, incluso en sus trabajos abstractos como los garabatos que cuelgan en la Fundación Macro a los que titula “Carta a un general”. Para los curadores, la muestra representa una “puerta de entrada” paras las nuevas generaciones que desconocen al artista y a quienes buscan llegar desde un lugar lúdico y experimental.
León Ferrari. Otra música, en Fundación Banco Macro (Av. Eduardo Madero 1180) de lunes a viernes de 10 a 18 hasta el 26 de julio. Entrada gratis.