Un ejemplar de la primera edición de Los Pichy-cyegos (así era la grafía original), un panel con envoltorios de chicles Bazooka, manuscritos con anotaciones y dibujos, tapas de Ñ y notas de El Porteño, una sala que representa una pileta, fragmentos en video de sesiones de focus-group, un libro de poemas de Oscar Steimberg editado por Tierra Baldía, fotos de chico disfrazado de marinero, cartas, imágenes en movimiento mientras se apresta a tomar un café. La muestra Fogwill: muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González (Avenida Las Heras 255, CABA) reúne esos y muchos otros elementos, que permiten reconstruir la intensa y diversa vida del escritor, fallecido en 2010.

“La idea de hacer la muestra fue a partir del ingreso del Archivo Fogwill en junio de 2022 a la Biblioteca Nacional, que fue una donación de sus hijos Vera, Andrés, Francisco y Pilar y que venía con un trabajo previo de Verónica Rossi, que había hecho todo un trabajo archivístico en la última vivienda del escritor. Ese archivo se puso en valor y se abrió al público y ya desde el ingreso de ese material tenía la idea de hacer una muestra”, señala Esteban Bitesnik, curador del Museo del Libro y de la Lengua. MALBA Literatura, por su parte, había colaborado con la preservación del material antes de que llegara a la Biblioteca.

Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

Seis estaciones

La muestra está organizada en seis estaciones: la primera es la que representa una suerte de pileta y remite a la fascinación por el agua, la natación y los barcos que tenía Fogwill; luego sigue “La gran ventana de los sueños”, donde se retoman, entre otros elementos, las notas que tomaba en medio de la noche para no olvidarse lo que había soñado; después está la parte dedicada a Los pichiciegos y la continúan los cortes cronológicos: los 70 y 80, los 90 y los 2000. El final del recorrido propuesto es delante de una pantalla donde se lo ve al escritor mientras camina por el barrio porteño de La Boca y se sienta ante un café. Y al lado, una frase fogwilliana: “Escribir es pensar, y es un slogan mío”.

De la escritura del autor nacido en Quilmes en 1941 aparecen manuscritos, cartas, anotaciones. Pero también ejemplares de su enorme producción: novelas como Runa y Un guión para Artkino, los poemas de Efecto de realidad y Partes del todo, los cuentos de Muchacha punk y Restos diurnos, y las anotaciones oníricas reunidas en La gran ventana de los sueños y publicadas post mórtem, son solo algunos de los signos para tomarle el pulso a su obra. Por otro lado, los Cuentos completos y la Poesía completa, ambos publicados por Alfaguara, representan la summa de él en esos dos géneros.

Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

La creación de Ediciones Tierra Baldía tiene su espacio en la muestra. A través de este sello, Fogwill publicó sus poemas pero además se dieron a conocer Majestad, etc, de Oscar Steimberg, Austria-Hungría, de Néstor Perlongher y Episodios, de Leónidas Lamborghini entre otros.

José, uno de sus hijos, dice: “Es muy emocionante, es una lectura muy clara de un montón de etapas de una vida muy ecléctica y muy heterogénea. Ver el cuaderno de los sueños es una locura, yo conviví con él, se despertaba y escribía con una letra desprolija porque estaba medio dormido”.

Otro de sus hermanos, el cineasta Andrés Fogwill, explica: “Cuando empezó toda la búsqueda del archivo estaba la idea de hacer una muestra. Yo tenía cierta desconfianza, pero por otro lado mi viejo había hecho muchas cosas: literatura, marketing, le gustaban los barcos, y una muestra era una manera de darles relevancias. Quedé sorprendido con la muestra, lo ves a Fogwill, ves sus diferentes facetas”.

Fotos y cartas

Las fotos de Fogwill los muestran en sus diferentes etapas: de bebé al cumplir un año, de niño con disfraz de marinero, de paseo con su madre. Pero también hay imágenes que lo muestran barbado con un estilo Hemingway, o pensativo ante una máquina de escribir, con un cenicero desbordado de colillas al lado, o, ya mayor, con su mirada penetrante hacia la cámara, con antiparras en la frente. Entre las cartas hay correspondencia de Juan José Saer (incluida la que escribe con la recomendación de que se le otorgue a Fogwill la Beca Guggenheim, lo que sucedió finalmente en 2004), de Leonardo Favio y de Perlongher, entre otros.

Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

El mundo de la publicidad, al que el escritor le dedicó una parte importante de su vida, aparece retratado con fuerza. Al recuerdo de que el slogan famoso “El sabor del encuentro” fue una de sus creaciones, se le suman campañas publicitarias de chocolates, velas, cigarrillos y hasta una para ENTEL, la empresa estatal telefónica privatizada en 1990.

El panel con los envoltorios de los chicles Bazooka aparece porque Fogwill fue el guionista de las viñetas que aparecían en uno de sus lados, protagonizadas por Joe Bazooka y sus amigos. En ese sector, en una sala a oscuras, también aparece un registro audiovisual de distintos focus-groups conducidos por Fogwill para diseñar o testear productos. Hacia allí pide pasar el poeta Fernando Noy para hablar del escritor.

Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

La muestra en sí tiene todo un cascabeleo en mi corazón. Espero que la gente redescubra y eternice a este genial artista. Fogwill es un ser inolvidable, de algún modo extraño esa espuma excesiva en el champagne de la vida”, dice. Y recuerda que la primera vez que lo conoció fue una mesa en el bar La Paz, junto a Osvaldo Lamborghini y Alberto Laiseca, entre otras personas. “Enseguida comprendí que era un ser brillante”, remarcó.

‘Va a ser una gran actriz’

Noy también rememora otra anécdota: “Una vez venía con una niña por Avenida Corrientes, que era la enciclopedia de esos tiempos; venía con una nena muy simpática y me dice: ‘Mirá mi niña’, yo la miré y como soy medio clarividente le dije: ‘Va a ser una gran actriz’. Una vez que me lo reencontré 20 años después me lo recordó, Vera ya era una actriz consagrada”.

Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

Desde el exterior, Vera Fogwill ríe cuando se le transmite lo que dijo el poeta y enriquece para Clarín aún más la historia: “Yo tenía diez años, estaba Fernando, con un turbante, lo que en esa época era más raro que ahora. Mi papá me dijo que era un vidente muy importante. Y Fernando me dijo: ‘Verooona, vas a ser una gran actriz, tenés mucho futuro’. Y yo le creí. Cuando empecé a circundar el mundo de los teatros a medianoche lo vi a Fernando con su turbante leyendo poemas, descubriendo que era un artista. ‘¡Me estafaron!’, fue lo que pensé.”

Para ella, quien ya en 2010 le encargó a la historiadora Verónica Rossi la catalogación del material, todo el proceso de rescate y ordenamiento de los objetos de Fogwill fue largo y movilizante. “Lo de mi padre era todo un caos, pero tenía un orden en ese caos, que había que descifrar”. Papeles, trámites, derechos, fotos profesionales y personales, toda una constelación que tenía que ser cartografiada.

Los hijos del escritor en la muestra Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.Los hijos del escritor en la muestra Fogwill. Muchacho punk, en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González. Foto: gentileza BNMM.

Vera, escritora, cineasta, actriz, guionista y dramaturga, recuerda que entre tantas cosas que aparecieron en el departamento de su padre estaban la titularidad de dos parcelas en un cementerio privado: una para él y otra para ella. “Y eso que mi papá no era de comprarme nada”, dice, entre risas.

Por otra parte, el archivo es dinámico, porque brotan permanentemente nuevos aportes. De hecho, se está por sumar una hoja de la biblioteca de una cárcel donde Fogwill estuvo detenido, en donde quedaba registro que había solicitado las Obras, de San Agustín. Y el productor cinematográfico Pablo Bossi llevará al cine Los pichiciegos, anticipa Vera.

Fogwill. Muchacho punk, puede visitarse de martes a domingo de 14 a 19 hasta el 31 de julio de 2025 con entrada gratuita en el Museo del Libro y la Lengua Horacio González (avenida Las Heras 2555)