
El tarot atraviesa un momento de notable presencia en la vida cotidiana y cultural, más allá de los estereotipos asociados a la adivinación. Cada vez más personas recurren a esta herramienta para reflexionar sobre sus decisiones, explorar emocionesy conectar con su interior.
Arcanos del tarot. Foto: ilustración Shutterstock.Desde mazos tradicionales hasta reinterpretaciones contemporáneas, los autores y especialistas entrevistados en este artículo coinciden en que el interés por el tarot responde a la necesidad de encontrar un lenguaje simbólico que permita anclar la experiencia personal en un contexto de constante cambio.
Cuando Ludovica Squirru intentó presentar recientemente su libro Horóscopo Chino en el Planetario de Buenos Aires, la comunidad científica se negó, un episodio que evidencia los debates que aún rodean a este tipo de herramientas.
Sin embargo, el auge del tarot se sostiene, impulsado por nuevas lecturas y enfoques que conectan con búsquedas de sentido y autoconocimiento, como se refleja en los trabajos de Claudia Luchetti, Milagros Baylac, y Dalia Walker con Fabio Albertini.
Autoconocimiento
El tarot se percibe hoy como un espejo y una guía, más que como una predicción. Claudia Luchetti, decodificadora y especialista en vínculos familiares, creadora de El Oráculo de la Vida (Random House), explica: “El tarot y los oráculos no imponen una verdad: proponen una conversación con uno mismo. Nos aportan claridad. Son herramientas que mezclan intuición, arte y psicología. Nos devuelven al presente, al anclaje, a nuestro centro”.
Milagros Baylac, artista y tarotista terapéutica que ilustró su propio mazo El Tarot de los Milagros (Grupo Siro SRL). Foto: gentileza.A la hora de pensar en su mazo, Luchetti se enfocó en traducir las emociones y experiencias personales: “El oráculo nació como una forma de traducir emociones, símbolos y mensajes que me acompañaron en distintos procesos creativos y personales. Sobre todo, en esos en los que necesité que ‘Claudia’ le hablara a una Claudia que cada tanto se perdía en el afuera, en lo irrelevante de los acontecimientos”.
Milagros Baylac, artista y tarotista terapéutica que ilustró su propio mazo El Tarot de los Milagros (Grupo Siro SRL) como una herramienta accesible para compartir con la familia, complementa esta visión señalando que el tarot es un lenguaje universal: “Todo el mundo sabe lo que es el tarot, y ese lenguaje revela un secreto, pone en evidencia algo, permite que alguien pueda entender lo que está en proceso. En cualquier lugar del mundo, sacas el tarot y todo el mundo sabe qué es”. Y esto es algo que lo asegura, luego de haber recorrido más de 100 países.
Dalia F. Walker, viajera y estudiosa de las ciencias ocultas, fundadora del espacio FE y autora de Bruja moderna, El tarot como llave y Puta madre; y Fabio Albertini, descendiente de príncipes napolitanos y exconsultor económico que hoy dirige La Favia Milano —una casa de huéspedes y espacio de enseñanza del tarot en el centro de Milán—, aportan en El Tarot como Espejo, relato de India, prácticas y rituales (Random House) un enfoque simbólico y cultural: “Las cartas del tarot son un espejo, ya que reflejan una mejor imagen de nosotros mismos. Son como ideas platónicas, arquetipos a los que podemos recurrir para vivir una vida plena”, explican.
Albertini agrega que la India funciona como vehículo para revelar el sentido de los arcanos: “India tiene la misma función que el Tarot: clarificar las cosas. Quizás sea porque India aún vive de templos, ritos e imágenes que hablan, que son las raíces de la cultura de la que nació el Tarot”. Una herramienta que comenzó siendo un juego en el norte de la Italia del siglo XV, aquella que admiraba, estudiaba y aspiraba a los ideales de la Grecia clásica.
El diálogo entre los distintos enfoques converge en la idea de que el tarot invita a la reflexión y al autoconocimiento más que a la predicción: “Nos devuelven al presente, al anclaje, a nuestro centro. Respirar para inspirarnos, a la pregunta, más que a una respuesta final. A una pregunta ‘portal’ de información a considerar”, puntualiza Luchetti, mientras Baylac señala que “la pregunta es fundamental en el tarot porque en la pregunta está la resolución del problema”.
Y añade: “Lo que uno lleva dentro es lo que uno termina encontrando afuera. Yo ayudo a repensar eso que le pasa a la persona. Y también para darle más opciones”.
El Tarot como Espejo, relato de India, prácticas y rituales, de Dalia F. Walkery Fabio Albertini (Random House). Foto: imagen generada con inteligencia artificial.La experiencia y la intuición son componentes centrales de esta práctica. Baylac recuerda que desde su formación como artista y luego de haber atravesado momentos críticos, desarrolló un sentido especial para leer la energía de quienes la consultan: “Mi camino espiritual me convirtió en una terapeuta de oficio. Tengo muchas herramientas para ayudar a otro. La gente viene porque confía en mí”.
Walker y Albertini coinciden en que los símbolos del tarot permiten reconectar con la esencia y con dimensiones de la vida que la rutina cotidiana a menudo oculta: “Porque el tarot nos recuerda que debemos conectar con nuestra esencia; vivir una vida plena y compleja. No dejarnos abrumar por cosas que no nos son útiles”.
Dalia F. Walker, viajera y estudiosa de las ciencias ocultas, fundadora del espacio FE y autora de Bruja moderna, El tarot como llave y Puta madre; y Fabio Albertini, descendiente de príncipes napolitanos y exconsultor económico que hoy dirige La Favia Milano —una casa de huéspedes y espacio de enseñanza del tarot en el centro de Milán—, aportan en El Tarot como Espejo, relato de India, prácticas y rituales (Random House) . Foto: gentileza.Al mismo tiempo, Luchetti enfatiza la función terapéutica del tarot en un contexto de constante exposición a información y estímulos externos: “Creo que estamos viviendo un momento de búsqueda de sentido y de conexión. Las personas están cansadas de respuestas rígidas, estereotipadas, títulos sin contenido emocional pensados, pero no sentidos. Siento desde hace tiempo que buscan lenguajes más simbólicos, más ligados a su espíritu, a ese cuerpo que nos une e integra: el espiritual”.
Experiencias y resonancias
El tarot se consolida como un recurso para la introspección y el acompañamiento personal. Baylac explica que los consultantes buscan orientación en medio de la complejidad de la vida contemporánea: “La psicología se quedó chica. Los psicólogos no pueden con la cantidad de información y situaciones que les suceden a las personas con la vida interactiva, mediadas por las redes sociales… El tarotista abre opciones para que puedas ver y contemplar el momento actual y cómo estás frente a otras alternativas”.
Luchetti coincide en que los oráculos ofrecen un espacio de pausa y escucha interna: “En una era de tanto ruido, el oráculo y sus cartas son un espacio de pausa y de escucha interna para poder escucharnos entre otros con los que nos es difícil escucharnos”.
Claudia Luchetti, decodificadora y especialista en vínculos familiares, creadora de El Oráculo de la Vida (Random House). Foto: imagen generada con inteligencia artificial.Walker y Albertini remarcan que el tarot es un lenguaje simbólico compartido, accesible sin necesidad de pertenecer a tradiciones familiares: “Absolutamente sí: el tarot es un lenguaje simbólico compartido por todos; no necesariamente tenemos que nacer en una tradición familiar de lectura del tarot. Los símbolos son un lenguaje común que une diferentes realidades y niveles”.
La dimensión práctica y cotidiana del tarot también es destacada. Mientras comparte un café con Clarín en la ciudad de Valencia, Baylac explica que su mazo está diseñado para acompañar en decisiones y encrucijadas: “Lo importante que yo hago es ayudarte a iluminar tu presente para poder actuar. Las cartas son una herramienta que uso para reforzar. El tarot habla del camino del héroe y de lo que una persona atraviesa para llegar a un determinado lugar”.
Luchetti agrega: “Cada carta fue pensada como una herramienta de reflexión y también como una pieza estética, un objeto de arte que conversa con quien lo usa y al mismo tiempo puede ser compartido creando vínculos más profundos y verdaderos”.
Los autores coinciden en que el tarot ofrece una oportunidad de reconexión con el propio cuerpo, las emociones y la creatividad. Baylac señala: “Uno atrae lo que puede ayudar a resolver. Las personas buscan algo que yo ya entendí o resolví. Por eso es importante la coherencia y saber para qué está uno”.
Arcanos del tarot. Foto: ilustración Shutterstock.Albertini enfatiza la dimensión existencial: “La humanidad ha confinado el misterio dentro de ciertos límites para evitar esta ‘locura divina’. Lo ha confinado dentro de límites codificados por mitos, ritos, oráculos y religiones que permiten una relación ‘más o menos normal’. Las cartas del tarot forman parte de estos límites”.
Luchetti completa: “El psico-tarot había sido una fuente imperante en mi instrucción y en mi despertar a lo intuitivo, a ese aspecto tan virgen y revelador con el que contamos los humanos. Cada carta fue pensada como una herramienta de reflexión”. Y Walker añade que “el tarot es un espejo, un lenguaje simbólico que permite explorar la propia vida con profundidad y conciencia”.
Milagros Baylac, artista y tarotista terapéutica que ilustró su propio mazo El Tarot de los Milagros (Grupo Siro SRL). Foto: gentileza.El auge contemporáneo del tarot refleja tanto la necesidad de comprensión personal como la búsqueda de herramientas que articulen intuición, arte y búsqueda interior. Los enfoques de Luchetti, Baylac, Walker y Albertini muestran cómo el tarot sigue siendo vigente y se adapta a los tiempos actuales, ofreciendo recursos para navegar la vida cotidiana, profundizar en la interioridad y conectar con los demás en un diálogo simbólico y abierto.



