“Es lo malo de estas guerras -dice uno de los personajes de la nueva novela del español Arturo Pérez Reverte, Línea de fuego (Alfaguara)- que oyes al enemigo llamar a su madre en el mismo idioma que tú”. 

En su nueva ficción, que se despliega a lo largo de casi 700 páginas y que publica por estos días editorial Alfaguara en el país, el autor el recrea los días de la Batalla del Ebro, que tuvo lugar en el marco de la Guerra Civil española, desde una trama centrada en las acciones de un grupo ficticio de mujeres. Fue la batalla en que más combatientes participaron, la más larga y una de las más sangrientas de toda la guerra.

El escritor, que hasta acá había rehuido en sus libros las alusiones directas al tema de la Guerra Civil española -ésta solo aparecía como telón de fondo en otras de sus novelas anteriores, en total, con ésta suman 30– se decidió a encarar ese episodio histórico que arrojó un saldo de 20 mil muertos de ambos bandos a partir de ocho personajes, entre otras razones, porque considera que la desaparición de los testigos y la manipulación política de los hechos desde “el desconocimiento y la ignorancia” ameritaban encarar esta aventura literaria. «La polarización se ha recuperado a falta de argumentos políticos consistentes», plantea.

A él, en cambio, por fuera de la lógica polarizada, le interesó «abordar el plano más humano de la guerra civil, sobre la que se ha escrito mucho, pero no intentado contarla de manera ecuánime, con los dos bandos a la vez, como trincheras, sin atender al prejuicio ideológico«, expresó en la rueda de prensa con los periodistas latinoamericanos que realizó vía zoom este martes al mediodía. «No me interesa hablar de buenos y malos».

Para el autor, «el uso de los hechos del pasado como herramienta política es muy peligroso, una perversión de la memoria -dijo-, y la vemos en todas partes del mundo. Es una absoluta estupidez intentar entender el pasado desde los parámetros actuales -definió-, y necesitamos sobre todo recuperar la memoria por fuera del uso maniqueo que hacen los políticos, y del que los jóvenes son víctimas fáciles.»  

Para el español, por supuesto que está claro, en alguna medida «quiénes son los buenos, quiénes son los malos, «en el sentido de que Francisco Franco fue un golpista, y además a mí me llegó la historia de parte de mi familia, alineada con el bando Republicano, como está claro quiénes fueron Hitler o Stalin, a esta altura eso no se discute. Pero yo soy novelista, y me interesa atender al factor humano: entre un soldado de 16 años que se tirotea con otro del bando contrario, probablemente no haya uno que sea mejor que el otro, así como el padre de familia que muerto de frío carga un fúsil…en algún sentido indistinto a qué bando pertenezca cuando se piensan las cosas desde éste ángulo», explicó.

“Son seres humanos atrapados en el vendaval de la guerra y ee intentado recomponer esa complejidad, por fuera de la polarización arbitraria que muchas veces se hace.”

"Son seres humanos atrapados en el vendaval de la guerra y ee intentado recomponer esa complejidad, por fuera de la polarización arbitraria que muchas veces se hace."

Arturo Pérez Reverte

Escritor

«En definitiva, quienes luchan son seres humanos atrapados en el vendaval de la guerra y he intentado recomponer esa complejidad, por fuera de la utilización maniquea que muchas veces se hace de estos temas. He querido aproximarme a la parte humana que nos aleja del discurso partidario y miserable, disparatado, que nos quieren imponer los unos y los otros.»

Además, el escritor sostiene que la guerra no la ganó nadie más que Franco y la gente de su entorno, mientras que “todos nuestros padres y abuelos, los que la hicieron y sufrieron, la perdieron». Y que en este contexto las mujeres fueron, incluso, las principales víctimas, porque «perdieron un siglo de avances y modernidad para volver a sus casas y convertirse de nuevo en confesoras de maridos y bienpensantes.»

Idea. "El maniqueísmo de ver las cosas en términos de' buenos' y 'malos' no me convoca", dice. / Foto: Constanza Niscovolos

Idea. «El maniqueísmo de ver las cosas en términos de’ buenos’ y ‘malos’ no me convoca», dice. / Foto: Constanza Niscovolos

En otra línea de cosas, el creador del Capitán Alatriste planteó que «el mundo es un lugar peligroso, injusto, y tiene muy mala intención. si uno entiende eso es fácil convivir con el dolor, con el horror y aprender de las heridas«.

También considera que la maldad «es muy educativa, enseña. Yo, ustedes, todos somos capaces de hacer cosas hermosas y tremendas, la maldad tiene tantos matices humanos, a mí me interesa indagar y narrarla, por eso tampoco me interesa la literatura ‘moral’ -planteó-. Vivimos en tiempos en que se hace demasiado énfasis en la búsqueda de una literatura ‘moral’, ‘perfecta’… nuevamente, el maniqueísmo de ver las cosas en términos de ‘buenos’ y ‘malos’ no me convoca. Las cosas suelen ser siempre más complejas y más interesantes.»

Así escribe

Son las 00:15 y no hay luna.

Agachadas en la oscuridad, inmóviles y en silencio, las dieciocho mujeres de la sección de transmisiones observan el denso desfile de sombras que se dirige a la orilla del río.

No se oye ni una voz, ni un susurro. Sólo el sonido de los pasos, cientos de ellos, en la tierra mojada por el relente nocturno; y a veces, el leve entrechocar metálico de fusiles, bayonetas, cascos de acero y cantimploras.

El discurrir de sombras parece interminable.

Hace más de una hora que la sección permanece en el mismo lugar, al resguardo de la tapia de una casa en ruinas, esperando su turno para ponerse en marcha. Obedientes a las órdenes recibidas, nadie fuma, nadie habla y apenas se mueven.

La soldado más joven tiene diecinueve años y la mayor, cuarenta y tres. Ninguna de ellas lleva fusil ni correaje como las milicianas que tanto gustan a los fotógrafos de la prensa extranjera y ya nunca pisan los frentes de verdad. A estas alturas de la guerra, eso es propaganda y folklore. Las dieciocho de transmisiones son gente seria: cargan una pistola reglamentaria al cinto y, a la espalda, pesadas mochilas con un emisor-receptor, palos de antena, dos heliógrafos, teléfonos de campaña y gruesas bobinas de cable. Todas son voluntarias en buena forma física, disciplinadas, comunistas de militancia y con carnet del Partido: operadoras y enlaces de élite formadas en Moscú o por instructores soviéticos en la escuela Vladimir Ilich de Madrid. También son las únicas de su sexo adscritas a la XI Brigada Mixta para cruzar el río. Su misión no es combatir directamente sino asegurar, bajo el fuego enemigo, las comunicaciones en la cabeza de puente que el ejército republicano pretende establecer en el sector de Castellets del Segre.  

VA