Las tendencias de 2020 han sido bastante claras en cuanto a lo que nos hemos encontrado más asiduamente en nuestras plataformas predilectas y una de esas ha sido un grupo de ficciones (‘La línea invisible‘, ‘Patria‘) y documentales (‘El momento decisivo’ o ‘El final del silencio‘ en 2019) en torno al terrorismo de ETA y el conflicto armado en el País Vasco. En esta ocasión ha sido Amazon Prime Video la que ha querido poner su voz a través de ‘El desafío: ETA’.

Con ocho episodios en su haber, este documental sigue las líneas maestras de ‘Historia de un desafío: cinco décadas de lucha sin cuartel de la Guardia Civil contra ETA’, libro escrito a cuatro manos entre el Coronel Manuel Sánchez Corbí y la Cabo primero Manuela Simón, quienes participan en la docuserie.

La docuserie desgrana de forma cronológica las diferentes etapas de ETA y de la lucha contra el grupo terrorista, comenzando en esos años sesenta y terminando a principios de la década de los diez con los últimos golpes y el anuncio del cese de la banda.

Para ello cuenta con multitud de testimonios de primera mano, incluyendo testigos oculares, víctimas y familiares, miembros de la Guardia Civil, periodistas, ex etarras, expresidentes del Gobierno (González, Aznar, Zapatero y Rajoy), exministros y exlehendakaris (Garaikoetxea y Ardanza).

Además de poner énfasis en los atentados y en los que sufrieron y perdieron a alguien en ellos, a la serie le gusta detenerse en los pormenores de los diferentes sucesos. Tanto de los operativos policiales como de los diferentes golpes de la banda, con multitud de imágenes inéditas.

Un potente documental con más luces que sombras

Esto logra que nos formemos una mejor imagen mental de lo que ocurría y, sobre todo, de no olvidarnos de cómo fueron pasando las cosas. Es curioso, en este sentido, cómo juega nuestra memoria respecto a aquello que abría telediarios y portadas de periódicos día sí, día también. La serie es un preciso recordatorio.

Al documental no le termina de interesar demasiado el meterse a fondo con cuestiones como la guerra sucia de los GAL, al que les dedica el episodio correspondiente. O, por lo menos, hubiera sido de agradecer profundizar bastante más en torno a su creación de lo que se vio.

Es quizás uno de los fallos de una docuserie con más luces que sombras. Otro sería su secuencia de créditos iniciales tan genérica, aunque en este sentido es algo de lo que pocos «true crime» se libran o que a veces se les ve algo manipulador en la elección de imágenes para adornar los testimonios. Pero, por lo general, el documental huye del morbo y está contado con bastante neutralidad pero poniendo, en todo momento, claro el daño y el papel de ETA en esta historia.

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