Una docente de la UBA e investigadora del Conicet se propuso medir el dióxido de carbono (CO2) en lugares clave de la localidad bonaerense de Pehuajó, donde creció, como el hospital municipal o una residencia geriátrica para mejorar la ventilación -uno de los factores determinantes para disminuir el riesgo de contagio de coronavirus por aerosoles acumulados- y a la vez difundir esta medida de prevención.

Natalia Rubinstein tiene 46 años, es bióloga, docente en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Laboratorio de Mecanismos Moleculares de la Metástasis Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (iB3-UBA), que depende de UBA-Conicet y es, además, oriunda de Pehuajó, donde todavía reside su familia.

“A fines del año pasado recibí a través de una donación del investigador José Luis Jiménez un medidor de CO2 para utilizarlo en Buenos Aires. Debido a problemas de aduana cuando llegó el medidor yo estaba viajando a Pehuajó, donde crecí, para pasar un tiempo con mi mamá y mi familia luego de ocho meses de no poder vernos”, recordó la bióloga en diálogo con Télam.