Desde el 19 de febrero y hasta el 27, viene llevándose adelante la octava edición de Danzafuera, Festival Internacional de Danza Contemporánea, Performance y Acciones Transdisciplinarias, que de manera autogestiva sostienen artistas del movimiento en La Plata, Provincia de Buenos Aires. La edición 2020 debió ser suspendida y en este regreso, todas las actividades son presenciales y al aire libre. 

Dice Jorgelina Morgan, una de las organizadoras: “Apostamos al encuentro, con cuidado, por supuesto, con distanciamiento y alcohol en gel, pero es importante la presencia física, que va más allá de la imagen y la voz”. De todos modos, para quienes no puedan asistir a la ciudad de las diagonales, en las redes sociales podrá verse parte del festival. Constanza Copello, la otra cabeza de este proyecto, agrega: “Este año tenemos una programación totalmente al aire libre, en calles, patios y veredas. Vamos a intervenir lugares de la ciudad: veredas de centros culturales, calles céntricas, parques y barrios. El contexto es una oportunidad para generar encuentros e intervenciones en lugares donde seguir cuidándonos”.

Hay, entre otros formatos de actividades, cuatro propuestas creadas para sitios específicos: Recolectoras (de Mari Sanguinetti y Savia Flor, en Plaza Matheu); Dos semanas de vacaciones es un semáforo (del colectivo Perifericxs), Barrer la obra, barriar lo obrado (un recorrido por calles del barrio Hipódromo, a cargo de Jazmín García Sthicq) y Antroposceno (de Gonzalo Morón, en Parque Saavedra). También se realizará Coreografías de la ciudad, experiencia por la cual las personas observarán su entorno, descubriendo composiciones de movimiento, entre los transeúntes y con los objetos, acaso involuntarias. Espectáculos al aire libre serán P3RR1T3$ M4LV4D3$ (de Fiorella Álvarez Vleminchx, en el playón de estacionamiento del Galpón de La Grieta), y Mi amiga invita (improvisación a cargo de Delfina Serra y Julia Portela Gallo).

Copello sintetiza la historia de este festival que ha logrado incluso concretarse en el marco de este difícil 2021: “Danzafuera nace del deseo de un grupo de jóvenes artistas de la ciudad de La Plata de que exista un festival de danza en su localidad, en un contexto de efervescencia, con una creciente cantidad de artistas y producciones, que contribuían a que la danza ganara fuerza y visibilidad. Desde el equipo organizador de Danzafuera, queríamos encontrarnos, comunicarnos, compartir, construir vínculos; tomar las calles, las plazas, los parques, que la danza se expandiera por todas partes. Queríamos propiciar nuevos encuentros entre artistas y espectadores, que nos ayudaran, también, a romper esa línea divisoria. Así surgió la primera edición del festival, de forma independiente y autogestiva. Con el pasar de las ediciones fuimos modificando las estrategias de gestión y curaduría, pero sosteniendo que fuera un festival gratuito y nuevos públicos para la danza”.

Morgan reflexiona sobre las implicancias del nombre del festival, asociado con: “el deseo de ocupación de los espacios por fuera de lo que la danza contemporánea suele inscribirse en nuestra ciudad, fuera de estructuras que nos condicionen, un afuera donde la moral no tenga lugar, nos permita reinventarnos, crear y descrear”. A ello, Copello completa: “Hoy pensamos el afuera de la danza más allá de la locación, como una forma de corrernos de las zonas de confort y de expandir los límites de la danza (conceptuales, disciplinares, estéticos)”. 
 

La danza y la realidad material

Dos factores de realidad material atraviesan el festival Danzafuera. Por un lado, el financiamiento para las creaciones, la producción, los espacios y la difusión, entre otras necesidades. Por otro lado, la particularidad del mundo de la danza, atravesado por una pandemia que, para detenerla, implica distancia y aislamiento, condiciones intrínsecamente contrarias a la danza. 

Sobre lo primero, Copello explica: “Dado que el festival tiene una programación totalmente gratuita para el público, que también cuenta con instancias de formación gratuitas, y que todas las personas que trabajan en el festival, cualquiera sea el área, cobran por su trabajo, es para nosotras un desafío la sustentabilidad. No es una cuestión que tenemos resuelta, sino que en cada edición tenemos que volver a pensar de dónde sale el dinero. Nuestro sustento se basa en apoyos de distintos tipos: nos presentamos a convocatorias; cada año evaluamos las posibilidades que tenemos y en relación a eso pensamos el festival, su programación y características”.

Sobre lo segundo, Morgan reflexiona: “Creemos que la comunidad de la danza ha quedado coartada debido al Covid 19, ya que nuestras prácticas requieren, en la mayoría de los casos, de la presencialidad. Por eso, en esta edición tan particular, hemos decidido apostar a que nuestra plataforma contenga producciones locales, sean piezas o investigaciones que quedaron suspendidas debido a la pandemia, sean proyectos que se pensaron específicamente para ser producidos en el marco del festival”.

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