Gal Gadot es, hoy, Mujer Maravilla. De hecho, se ha confirmado que lo será por una película más. Y eso, sostiene la israelita, es una razón para “estar muy feliz”. Irradia, incluso por Zoom, ese carisma que solo tiene una estrella que puede ser Mujer Maravilla, o Cleopatra (uno de sus proyectos). Lejos quedaron los días del ejército, de Miss Israel: hoy, que estrena Mujer Maravilla 1984, Gadot está en su mejor momento y habla en exclusiva con PERFIL.     

—La Mujer Maravilla ha sido un relato en muchos medios, muy distintos, muy diferentes, del cómic al cine, y muchos más. Muchos la han escrito, dibujado y más. Pero solo unas pocas personas la han interpretado: ¿hay algo que creés que sabés de la Mujer Maravilla solo por haber estado, digamos, en sus zapatos?

—Es una pregunta muy difícil de responder. Todo lo que tengo para responderte es mi perspectiva, y lo cierto es que no lo sé realmente. Ahora que me lo decís, quizás haya algo, ahí, latente, listo para ser inspeccionado. Por un lado, un fanático sabe más de ella que yo. Pero por otro, todos los personajes, tengan las décadas que tengan, necesitan miradas frescas, que vean cosas en ellos que no estaban o que podrían estar ahí en base al presnete, a la era en la que viven.

—Y si fuera a la inversa: después de tantas películas ¿cuánto de vos creés que hay en tu Mujer Maravilla? ¿Existe esa ecuación en esta interpretación? 

—Hay algo de mí, sin dudas. Su calidez, y el corazón siempre listo, casi en la mano. Pero lo fascinante de los personajes universales es como todos, estés de acuerdo o no, encuentran algo en ellos. Quizás es un problema, pero en un instante más, digamos, cerrado, donde las redes te hacen concentrar en cómo los demás reaccionan a vos, un personaje universal es todo lo contrario: es cómo los demás son importantes, los veas o no, te hagan reír o no, estés de acuerdo con ellos o no. Un personaje universal es más que un trofeo, es un reflejo de la forma de ver el mundo. Si eres mezquino, si entiendes a quienes lo aman o no; es un excelente lugar donde entender a las personas.

—¿Cuáles son los relatos que amabas de niña, de adolescente, y que creés ha definido tu vínculo con la cultura, con las películas y con las historias que hoy contás? 

—Amé siempre The Princess Bride, amé La historia sin fin, me gustaba mucho Karate Kid. Creo que el mundo se merece muchas historias, muy distintas, muy diferentes. Historias en las que creen aquellos que las crean, o historias que logran algo incluso sin quererlo. Las historias merecen contarse, porque merecen intentar entender el mundo. Una historia grande, industrial, más vinculada en entretenimiento global como Mujer Maravilla, es una forma de relato. Pero al mismo tiempo, siempre queremos llegar al corazón de la gente, recordarles en qué creemos, en qué podemos creer desde el cine. Mientras la historia hable de algo, algo que es importante para quien cuenta y para la humanidad, con sus diferentes intensidades, es todo lo que importa. Yo amo las historias, desde siempre. 

—Considerando que los superhéroes son un arte comercial, y que lo son hace años y años, y que son parte crucial del ADN cultural de Estados Unidos ¿qué creés que representan hoy?

—No sé en este momento puntual. Obviamente siempre han sido antes que nada un escapismo, una forma de huir. Los superhéroes siempre están solos, o da esa sensación. Y muestra nuestra sensación de querer pertenecer. Todos tienen un héroe dentro, e intentamos despertar eso. No en un sentido literal, no en un sentido de “salvar vidas”, sino en el sentido de hacer aquello que para vos es heroico, en tus limitaciones. Animarte a contar y no a determinado tipo de vida, decidir cuidar a quién considerás es tu hijo, decidir una vida profesional: hay heroísmo siempre en nuestra forma de enfrentar el día a día. Sobre todo en estos días. 

—Hay una imagen muy poderosa en esta película. De hecho hay muchas imágenes poderosas. Una de ellas implica una referencia a ciertas políticas de Donald Trump, otras ilustran cómo los hombres son violentos con las mujeres (desde la mirada mórbida a la literal agresión). ¿Por qué querían mostrar esta realidad desde la fantasía?

—Estas ideas, estas cosas, son las que me hicieron volver. Patty Jenkins y yo tenemos un vínculo muy enorme, y mucho tiene que ver con la primera película. En 2016 la filmamos y se creó un vínculo, y ese vínculo entiende cuán relevante siempre puede ser un personaje como Mujer Maravilla. Todos los temas que toca, todo lo que puede decir del mundo. Ahí, vos que me preguntabas, hay una virtud de los superhéroes, todo lo que pueden decir del mundo. Son una especie de envase, pero no vacío. Uno bastante cool. Creo que un hombre no ve en Superman lo que una mujer ve en Mujer Maravilla. Cualquier mujer, cualquiera que se identifique como mujer. Mujer Maravilla nace de un lugar, al menos hoy, en el imaginario, más bondadoso, menos basado en el status quo. Se podría decir que es una humanista, y a veces se confunde el espectáculo de salvar el mundo con humanismo. Y no creo que sea la misma cosa.

—Hay una escena en la primera película, donde Mujer Maravilla descubre el gusto del helado. Y esa escena me hizo pensar en cuál es el proceso cuando, volviendo a la película anterior, se tiene que hacer de alguien invencible, alguien humano. ¿Cómo se humaniza al mito para volver a creer en el mismo? ¿Cómo lo hacen ustedes con Patty como equipo? 

—Fue algo que pensé desde el primer instante en que me eligieron como Mujer Maravilla. Primero la alegría, el salto, el miedo, pero después las preguntas: ¿cómo la humanizo? ¿Cómo hago que no sea un objeto pop sino una persona que en gestos muestra todo aquello que ha representado, o que se cree que representa? Como actriz, quiero conectar con quienes ven la película. ¿Cómo hacés eso cuando tu personaje es una diosa, hija de dioses, perfecta, invencible, superpoderosa y encima de alma noble, casi sin maldad alguna? Me desespero un poco no encontrar la respuesta. Y después pensé que cualquiera tiene momentos imperfectos. Que la experiencia no es sabiduría o fuerza, entonces allí donde ella está insegura, por cómo ama a alguien, por descubrir determinadas formas de violencia, por descubrir un gusto de helado, allí está realmente el personaje. Su vulnerabilidad, sus heridas, cuando está fuera de su elemento, es donde está la Mujer Maravilla. Ahí podemos conectar con ella. Es muy fácil ser la mujer que todo lo sabe. Es más difícil mostrar el miedo, el terror y la soledad.

El regreso de la Liga

Uno de los anuncios más inesperados lo proporcionó HBO Max, cuando confirmó que el próximo fin de semana se verá finalmente el llamado Zack Snyder ’s Justice League. No es otra cosa que la versión que supuestamente Zack Snyder, director que debió abandonar el rodaje por motivos personales, quería que fuera la siempre vapuleada Liga de la Justicia. HBO Max llega a nuestro país en junio, y por ahora las noticias indican que solo se la verá ahí, aunque hubo rumores de algún estreno en cines. Gal Gadot posee un vínculo fuerte con Snyder: fue él quien la eligió para ser Wonder Woman. Gadot: “Me pone muy contenta que Zack pueda finalmente mostrar su versión. Yo le debo, como casi todos nosotros muchísimo. Y su alegría es importante para mí. Tanto Zack como Patty Jenkins son personas que tienen mi cariño más allá de la pantalla. Nunca imaginé que iba a ser este personaje, nunca imaginé este rol, y este recorrido. Es un sueño que le debo entero a la confianza de Zack y luego al trabajo de Patty”. A la hora de pensar en el futuro, como el proyecto para realizar una film sobre Cleopatra junto a Patty Jenkins, Gadot reflexiona: “Quiero lograr filmar películas que me sean cercanas, que me diviertan, que cuenten algo. No siempre pude elegir, y tampoco es fácil, sobre todo para nosotras en Hollywood. Cada vez está mejor la situación, pero me gustaría mucho poder algún día contar alguna historia que sienta realmente mía”.

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