Todavía desubicados tras el festival multireferencial de ‘Bruja Escarlata y Visión‘, Marvel Studios ya tiene nueva apuesta televisiva con la que seducir a propios y extraños. ‘Falcon y el Soldado de Invierno‘ es un regreso a fórmulas que ya nos hacían felices mucho antes del desembarco marvelita.

Vaya par de colegas

Kari Skogland, toda una veterana de la televisión, aporta un dinamismo bastante más cinematográfico cuando la serie se mantiene a ras de suelo. Porque aunque sean espectaculares, las secuencias de acción no dejan de ser una sucesión de clichés que, como decíamos al comienzo, ya estaban antes de la supuesta revolución del MCU.

De hecho, lo más interesante de este arranque es la planificación de Skogland, que destaca en las distancias cortas, como en la primera cita en años de uno de los dos protagonistas. Cuando la historia necesita parar y hacer reflexionar a través de la crisis que atraviesan los Wilson, incapaces de sacar adelante las finanzas familiares, cae en un maniqueísmo algo absurdo. La propia serie es plenamente constantemente de ese absurdo, justificando con diálogos esa forzada situación derivada de los acontecimientos de ‘Vengadores: Endgame‘.

De momento, el «colegueo» apenas es visible en su arranque. Ambos personajes trabajan por separado, pero es imposible no pensar en, por ejemplo, el paralelismo con los protagonistas de la saga ‘Arma letal’. Uno rebelde, en terapia, descreído, con sentimiento de culpa constante y una buena carga de ira. El otro, hombre de familia, está desencantado con la realidad y, tal vez, «demasiado viejo para esta mierda».

Menos es más

A pesar de que aún es pronto para valorar la serie, ‘Falcon y el Soldado de Invierno’, tal vez por la temática, luce más televisiva que la anterior serie del estudio. Su escena de acción es tan rudimentaria y genérica como la que Falcon protagonizó en ‘Ant-Man‘. Como si Anthony Mackie no terminase de encontrar su lugar en las peleas de la casa. Quien sí parece estar más dispuesto a disfrutar del asunto es Sebastian Stan, que tiene muy claro que esta es su oportunidad. Su melancolía socarrona y sesiones de terapia son el contrapunto ideal al carácter de su compañero.

Falcon

‘Bruja Escarlata y Visión’, una serie «de plató» que se desarrollaba prácticamente en el salón de una casa, tenía, tal vez por ese toque «meta» que tan bien sentaba a una propuesta juguetona que únicamente pinchaba en hueso cuando tocaba recordar quiénes eran, de dónde venían y hacia dónde tenían que ir, el talón de Aquiles de la casa de las ideas desde que se ha convertido en el mayor entretenimiento del mundo.

Si algo tiene Disney-Marvel-Star Wars es una hoja de ruta fríamente calculada y de la que no se puede salir más de la cuenta (que le digan a Rian Johnson o a Edgar Wright), y unas veces se nota más que otras. A pesar de ser un entretenimiento de calidad, ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ no es más que el siguiente eslabón en una cadena demasiado sólida como para empezar a poner más peso de la cuenta.