El estreno en Disney+ de ‘Falcon y el Soldado de Invierno‘ no dio mucho espacio para recuperarse de la experiencia de ‘Bruja escarlata y Visión‘ y el peligro de empacho de Marvel sobrevuela el panorama de las series de la plataforma, pero lo cierto es que la pereza inicial se va despejando cuando este nuevo trabajo demuestra valer su peso en vibranium cada semana.
Sin el subterfugio de tener que parecer lo que no es, o de buscar una originalidad forzada para crear cierta atención en redes, para luego volver a las sendas más conocidas y los trucos de debajo de la manga para arañar memes en twitter, ‘Falcon y el Soldado de Invierno‘ ofrece un contenido y trabajado «lo de siempre», pero eligiendo para su receta regresar a la fórmula más elegante de la casa del entretenimiento, las películas de ‘Capitán América‘.
SPOILERS leves del episodio
La vida en la era post-Thanos
El cariz de thriller político al 110 permite al showrunner Malcolm Spellman acercarse al mundo de ‘El soldado de invierno‘ y ‘Civil War‘ pero con la oportunidad de construir una sociedad distópica que va mucho más allá de los acuerdos de Sokovia. El lapso de 5 años da lugar a consecuencias de todo tipo, pero en buena parte sociales y administrativas y este episodio, una vez presentado el estado de los héroes en el anterior, explora ese mundo sin prisas.
Un mundo que tiene que plantearse qué hacer con los que han regresado, en el que la burocracia está al riesgo del colapso, en el que los héroes no son necesariamente recordados por la gran batalla que vimos en ‘Vengadores: Endgame‘ y son sustituidos por iconos de propaganda patriótica por un nuevo ‘Capitán América’ que ha sido entrenado para llenar un escudo que sirve mas como una venta de colores que como un verdadero instrumento de defensa.
Hay un paralelismo sintomático entre el uso que Norteamérica daba al Capitán en la primera película, que coincidía con la depresión de los años 30 y el aumento del supremacismo, y los fascismos, con el que tiene en la serie, una etapa conflictiva y dura para la humanidad que tiene un paralelismo nada casual con la América post crisis, la era Trump y la perpetuación del racismo institucional y el BlackLivesMatter.
Una gran película en 6 capítulos
El conflicto de Sam, el halcón, y por que renuncia a su escudo, diciéndole a Buck «Steve y tú nunca lo podríais entender» deja la idea de que Falcon necesita dejar su propia huella, afianzado cuando descubre que ambos supersoldados tuvieron un compañero negro que ha sido maltratado y borrado de la historia, a lo que sigue un encuentro con la policía que exigen la documentación de Sam sin darse cuenta de quien es, en un dibujo claro de cómo ve hoy la ficción a la policía, en un discurso acorde a lo que vemos en la serie ‘Watchmen‘.
Un movimiento político inesperado en Marvel, que normalmente ha venido acusando una disociación con la realidad propia de una ficción muy encerrada en sí misma de la que la misma ‘Wandavision’ es un gran ejemplo. ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ ofrece una aguda reflexión del momento en el que vivimos a través de un mundo en el que la ciencia ficción es un espejo levemente deformado que nos muestra un apasionante lienzo para desarrollar aventuras, conspiraciones y sin hacer de su discurso una sátira que olvida la emoción de un cómic, como la temporada 2 de ‘The Boys’.
Pero además, ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ es obscenamente espectacular en todos los ámbitos técnicos, con una secuencia de acción que deja la boca abierta, y se empieza a crear la sensación de que todos los episodios (que duran 47 minutos y pasan como 20) se entrelazan pomo un largometraje largo, una sensación cinematográfica vibrante que además es carburada por la química de Sam y Bucky juntos, con la dinámica de ‘Civil War’ pero con un inesperado carisma adquirido gracias a ambos actores, cuyas interacciones cómicas son herederas de los mejores momentos de ‘Arma Letal‘ (Lethal Weapon, 1987).