En nuestro entorno más cercano siempre hay alguien que se vale del chantaje emocional y todo tipo de estratagemas para conseguir que las personas quienes dicen que quieren hagan por ellas lo inimaginable.

Los manipuladores emocionales son personas que, pese a ser muy inseguras por dentro, usan las debilidades y puntos débiles de los demás para ganar una posición de dominio e influir en otras personas para que pongan por delante sus prioridades para satisfacer sus egoístas deseos, usándolas como marionetas.

A continuación vamos a ver exactamente qué es un manipulador emocional, cuáles son sus principales características y qué hacer para hacerle frente.

El manipulador emocional: ¿cuáles son sus características?

Los manipuladores emocionales son personas que se valen de estrategias de chantaje emocional para conseguir que los demás hagan lo que ellos quieren, como si fueran sus marionetas. Convencen e influyen valiéndose de su gran oratoria, siendo capaces de dar la vuelta a las cosas a su conveniencia y usando trucos psicológicos, además de la explotación emocional, para controlar la voluntad del otro.

La manipulación emocional se da cuando la persona manipuladora trata de persuadir a los demás para que hagan cosas que le convienen solo a ella, no a quienes le pide el favor. Este comportamiento se diferencia de la influencia social en que esta conducta, que es sana, es un comportamiento normal entre las personas y forma parte del dar y recibir propio de toda interacción humana socialmente constructiva. En cambio, en la manipulación psicológica una persona obtiene provecho a expensas de su víctima.

Dentro de la manipulación psicológica puede haber todo tipo de comportamientos poco apropiados socialmente. Entre ellos está conocer y aprovechar las debilidades psicológicas de su víctima, para así poder determinar las tácticas más efectivas para conseguir su propósito. Quien ejerce la manipulación no tiene ningún reparo en causar daño físico o emocional en su víctima ni tampoco en mostrar un alto nivel de crueldad para conseguir lo que se proponga.

La persona manipulada acaba siendo víctima de una situación que le ha llevado a dejar de ser la dueña de su propia vida. No puede hacer lo que desea y pone por encima a la otra persona frente a las propias necesidades e intereses personales. Su autoestima acaba siendo muy baja, su autorrespeto es inexistente y son personas inseguras que sienten gran tristeza e insatisfacción. Y lo peor de todo es que en muchas ocasiones justifican las conductas de su manipulador o, incluso, llegan a sentirse culpables de su situación.

Señales distintivas para detectarlo

Son varias las características que caracterizan a las personas que ejercen la manipulación emocional.

1. Pocos escrúpulos

Los manipuladores emocionales son personas que no suelen tener demasiados escrúpulos para conseguir aquello que se proponen. Una vez que detectan el punto débil de su víctima no tendrán reparo alguno en sacarle provecho apelando a los más intensos miedos y temores de su manipulado. Al conseguir su objetivo, irán poco a poco haciendo que la víctima caiga en una dinámica en la que acabará renunciando a sus necesidades y valores, sacrificándose para poner por delante los de la persona que lo manipula.

2. Inseguros

A pesar de que pueda parecer justo lo contrario, lo cierto es que las personas manipuladoras son muy inseguras y tienen una muy baja autoestima. Hacen todo lo posible para que no se vea esta debilidad, ocultando sus temores, sus flaquezas e inseguridades.

Para ello se valen de un amplio repertorio de comportamientos egoístas y dominantes, mostrándose como superiores ante los demás, y asegurándose de que a quien quieren manipular los vea como alguien que posee la verdad absoluta. Nadie debe saber cómo de inseguros son porque, en caso de que se sepa, su influencia caerá cual castillo de naipes.

3. Poca asertividad

La inseguridad del manipulador hace que tenga serios problemas de asertividad. Les cuesta decir las cosas claramente, aunque también esto es un punto que lo usan a su favor, puesto que no decir lo que quieren de primeras, usando eufemismos y haciendo rodeos, influye en quienes logran manipular. Usan medios sutiles para conseguir que los demás hagan lo que desea.

4. Poca tolerancia a la frustración

No toleran para nada la frustración y no aceptan un “no” por respuesta. A la más mínima que experimentan esta emoción o que perciben que hay algo que pone en riesgo su posición construida por medio de mentiras y exageraciones y su estatus de dominio se ponen en alerta o atacan desde la más extrema intolerancia y la crítica más cruel y destructiva para desautorizar.

5. Victimismo

Recurren al victimismo usando todo tipo de conductas exageradas y reprochando cosas que no han pasado o que no son para tanto. Exageran problemas de salud, muestran dependencia y, si ven que la persona manipulada intenta liberarse de sus cadenas, se hacen la víctima más indefensa y delicada. Pueden llegar a decir que su mundo se derrumbará si la persona a quien manipulan se va de su lado.

6. Alto nivel de exigencia

Como característica final de los manipuladores emocionales tenemos que su nivel de exigencia es altísimo. El manipulador siempre quiere más, sin límite. Solo piensa en sí mismo y de forma poco proporcionada, queriendo satisfacer su propio ego a través de la manipulación de su víctima, sin pensar por un momento qué es lo que siente o desea aquella persona a la que le pide favores. Se siente poderoso porque es como si tuviera un esclavo.

¿Cómo enfrentarse a un manipulador emocional?

Lo primero que debemos hacer para hacerle frente a unmanipulador emocional es tomar consciencia de que tenemos derechos y que nosotros mismos somos personas que estamos por delante de los demás en nuestra lista de prioridades.

Esto no se debe interpretar como que debemos comportarnos como manipuladores emocionales, pero sí comprender que tenemos deseos, derechos y necesidades que van por delante de las de cualquier otra persona. Antes de ayudar a los demás debemos hacer lo que queremos nosotros.

Merecemos respeto y dignidad. Estamos en nuestro derecho a expresar nuestras opiniones, sentimientos y deseos siempre y cuando no sean de forma hiriente y agresiva. Si no queremos hacer algo, estamos en nuestro derecho a decir clara y rotundamente “no”, no debemos sentirnos culpables por ello. Como ya hemos dicho, la persona manipuladora puede reaccionar ante esto de forma muy mala, pero deberá entender que es lo que hay. Si lo que nos pide supone un gran sacrificio para nosotros, o incluso nos perjudica, no está mal no hacerlo.

Es importante desarrollar nuestra asertividad, preguntándole claramente qué es lo que quiere. Los manipuladores emocionales no son nada directos en sus peticiones, haciendo rodeos que nos marean y que nos capturan en su red de engaños. Debemos hacerle preguntas claras sobre lo que quiere, intentar aclarar al máximo cuáles son sus intenciones, qué es lo que quiere de nosotros y para qué nos quiere cerca. Si no nos pide algo de forma clara y explícita, no se lo concedamos. Si quiere algo, que lo diga, pero que no se valga de su influencia, no le demos ese placer.

Con el paso del tiempo, el manipulador emocional verá que sus técnicas no da resultados con nosotros, y lo más efectivo es que tenga que hacer peticiones directas. Estas son mucho más sencillas de rechazar y menos frustrantes para nosotros en caso de que no estemos de acuerdo. Si no queremos hacerlo, debemos expresarlo de forma clara y explícita.

Si ya nos ha manipulado pero nos hemos dado cuenta después, algo que nos enfadará, lo podemos usar en nuestro propio beneficio. Las situaciones en las que los manipuladores emocionales se valen de sus trucos suelen ser muy parecidas, así que podemos aprender de aquella en la que ha conseguido lo que se había propuesto. Así, podemos ir pensando en una respuesta para la próxima vez que lo vuelva a intentar y usarla para confundirlo.

La presencia de una tercera persona puede impedir al manipulador emocional conseguir su objetivo. El manipulador sabe que su comportamiento es socialmente incorrecto, y no tendrá la valentía de hacerlo frente a una persona que no conoce. De hacerlo, se arriesga a recibir una dosis de realidad, quedar en ridículo, mostrar su inseguridad y demostrar cómo de mal trata a sus seres queridos. Si ni con estas el manipulador emocional deja de intentar manipularnos, al menos tendremos la opinión objetiva de una tercera persona, a quien podremos pedirle su consejo y usar como punto de apoyo para liberarnos.

Por último, la mejor manera de evitar que nos manipulen es la más radical y obvia, aunque también la más delicada. Se trata de confrontar a la persona que nos manipula, diciéndole claramente que estamos hartos de que abuse de nosotros, y que se ha acabado. La mejor manera de hacer esto, de confrontar a una persona manipuladora emocional, es hacerlo desde la calma, usando argumentos lógicos y, si simplemente no atiende a razones, irse, poner distancia.

Nunca debemos recurrir a la violencia, ni física ni verbal, puesto que de hacerlo tendrá motivos a posteriori para intentar manipularnos y usar la muletilla de “pero recuerda lo que me hiciste”. No le daremos esa satisfacción, y mucho menos cuando él o ella ha hecho todavía más daño hacia nosotros.

Fuente: www.psicologiaymente.com