La idea está desde antes de la pandemia. “Che, ¿hacemos un asado en Ranchos?”. Cuántas veces repetimos esa frase desde que descubrimos que al poner el nombre de la ciudad en Google Maps salía un costillar como foto icónica. No alcanzan los caracteres para decirlo; fueron muchas.

Nos hacíamos esa pregunta cuando estábamos todos tecleando, codo a codo, antes de la pandemia, sentados en el corazón de la redacción. La respuesta de Gerardo, el anfitrión, el ranchero, siempre fue la misma: “Cuando digan, Fiera”.

La cosa quedó. Nosotros quedamos. Quedó el planeta. Lo quedó la pandemia. Trabajar desde casa. No vernos todos los días. Hay que decirlo: uno pasa más horas con los compañeros que con la familia, para qué mentir. Y así, como de repente la cuarentena nos impidió ver a nuestros viejos, hermanos, primos, sobrinos, también nos quitó el cara a cara con esa otra familia, la del laburo.

Home office mediante, seguimos como si nada. Pero no es lo mismo el chat que la charla. Uno no puede pararse en el medio de todos y soltar: “Che, ¿hacemos un asado en Ranchos?”. Bah, sí puede, virtual, pero no es lo mismo. Por inercia, dejamos de proponerlo.

En el medio pasaron 500 días de todo. Algunos se mudaron de sección, otros de laburo, y no les pudimos hacer la despedida que un periodista se merece. Estamos los que nos preparamos para ser papás y llegó gente nueva al grupo. Cambiamos todos.

Por eso, cuando el otro día, en una redacción casi vacía, Willy dijo “¿asado en Ranchos?”, la respuesta fue inmediata. En minutos se armó un grupo de WhatsApp, se fijó fecha y la logística. El fuego más procrastinado hecho realidad.

El pronóstico de sudestada lo frenó. El próximo domingo, quizás.