Las razones por las que un integrante de la pareja engaña al otro son muchas y variados.

La psicóloga Diana Hunsche nos habla de la infidelidad y sus causas: “Si les preguntáramos a varias personas que son o fueron infieles cuál fue el motivo que las llevó a esa situación, recibiríamos respuestas muy diferentes. Por lo tanto, no existe una motivación única para la infidelidad. Cada caso es particular y debe analizarse en forma personalizada”, asegura la especialista

“Existen infidelidades que llevan a una persona a conocer al amor de su vida y darse cuenta de que nada de lo vivido anteriormente tuvo la profundidad de este nuevo vínculo. Esto puede incluir, por ejemplo, descubrir su verdadera identidad sexual”, continúa.

“También hay infidelidades que se desencadenan a partir de un reencuentro con alguien del pasado (por ejemplo, un amor juvenil no consumado) y que funcionan como una asignatura pendiente. Hay situaciones coyunturales (por ejemplo, una guerra, que obliga a los miembros de la pareja a permanecer separados mucho tiempo) que pueden desencadenar una infidelidad.

La necesidad de seducir constantemente

Young couple in love outdoor

Existen otros casos en los que la persona busca fuera de la pareja algo que no encuentra en el vínculo actual. “Puede haber también personas con muy baja autoestima, que buscan  recuperarla probándose en una relación paralela. En el otro extremo, hay quienes sienten una necesidad constante de seducir y se convierten en “infieles seriales”. Como si todo esto fuera poco, además existe lo que llamo yo “enganche mental” (correspondido o no) con alguien, a pesar de no haber un vínculo físico: se puede estar en pareja, pero pensar constantemente en otro u otra”, continúa Hunsche.

“Además de estas respuestas conscientes, en segundo lugar están las motivaciones inconscientes que la persona desconoce de sí misma. Aquí podemos mencionar a quienes sufrieron un abandono y, como no lo superaron, esperan de su pareja algo imposible: que se parezca a la que los abandonó”, explica la especialista.

“Estas relaciones son muy tortuosas para la pareja actual, que siente que nunca va a poder satisfacer al otro. Otras personas no pueden sustraerse al deseo del otro: no pueden decir que no. Su fascinación, en el fondo, no es con el otro, sino con la fascinación del otro hacia ellas. Aquí tenemos dos ejemplos de cómo una terapia puede ayudarnos a concientizar estos sentimientos, que de otro modo permanecerían ocultos”, relata.

Huellas del pasado

“En tercer lugar, hay también problemáticas en el árbol genealógico que se van transmitiendo de una generación a otra y ejercen su influencia buscando ser resueltas. Por ejemplo, hay personas que se resisten a formar pareja porque fueron testigos del dolor de uno de sus progenitores por la infidelidad del otro. Vemos que lo vivido en la familia deja huellas en la descendencia. Estas situaciones también se trabajan en terapia”, confirma la psicóloga.

“A esta altura podríamos preguntarnos si existe una sola definición de infidelidad. Si bien en los ejemplos que comentamos hasta aquí vimos una gama muy amplia de motivaciones (y existen muchísimas más), vemos que todas tienen un elemento en común: la ruptura de un pacto, de un acuerdo previo de la pareja”, continúa la psicóloga.

“Esa ruptura implica una deslealtad. El valor de la confianza queda lastimado y genera mucho dolor y culpa. Aunque es cierto que existen otros tipos de deslealtades y ocultamientos en una pareja (por ejemplo, en relación con el dinero), la deslealtad afectiva y/o sexual es tan traumática que cuesta mucho remontarla. En estas cuestiones, el tiempo no cura todo: hay que hacerle frente al conflicto, elaborarlo y resolverlo. La terapia funciona ajustándose, como un traje hecho a medida, a la configuración particular de cada pareja”, concluye Hunsche

Asesoró: Diana Hunsche, psicóloga  (MN 10.544)

Fuente: https://www.parati.com.ar/