La reconciliación en el mes de junio de la artista y el intérprete, 17 años después de su ruptura, ha monopolizado las páginas de la crónica social y reivindicado la vigencia informativa de las estrellas de Hollywood.

Son los protagonistas indiscutibles de la crónica social de 2021. Los que más gritos enfervorizados han despertado en las alfombras rojas y los que más han hecho trabajar a los paparazis. Y tuvieron competencia, puesto que este año hemos sido testigos de uno de los divorcios más multimillonarios de la historia, el de Bill y Melinda Gates; de la separación de dos iconos globales del entretenimiento como Kim Kardashian y Kanye West; o del romance indisimulado de los jóvenes monarcas de la música latina, Rosalía y Rauw Alejandro.

Pero en una industria que parece inclinada de forma definitiva a encumbrar como nuevos protagonistas de sus páginas a nativos de la Generación Z como streamers tiktokers, la reconciliación de Jennifer Lopez, de 52 años, y Ben Affleck, de 49, reivindica el poder informativo de las estrellas de un Hollywood clásico que se resiste a rendirse.

Un beso captado por las cámaras el pasado 14 de junio, durante la celebración del cumpleaños de la hermana de la estrella del pop, confirmó lo que ya era un secreto a voces: la vuelta de la pareja 17 años después de su ruptura. El regreso de Bennifer (acrónimo con el que fueron bautizados por la prensa) ha supuesto un aliento de nostalgia, carismático y esperanzador, especialmente significativo en un tiempo de zozobra social e informativa a causa de la pandemia. Una emoción compartida que simbolizó como nadie la reacción de la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence, que no dudó en detener una entrevista en directo para celebrar a gritos e improperios la confirmación de la noticia. Los datos corroboran su entusiasmo: la búsqueda “jennifer lopez ben affleck” en Google aporta hasta 17 millones de resultados solo en el último año, en Instagram existen más de una treintena de perfiles de fans dedicados a la pareja y el hashtag #Bennifer ha sido compartido en cerca de 50 mil publicaciones.

Como en tantas otras parejas, fueron los estragos del confinamiento los que colocaron a la artista y el intérprete en la situación sentimental idónea para su reencuentro. Affleck rompió con su última novia, la actriz hispanocubana Ana de Armas, el pasado mes de enero; y solo tres meses después, JLo confirmaba su separación del exjugador de béisbol Álex Rodríguez, tras cuatro años de relación y dos bodas pospuestas a causa, según alegaron, de la crisis sanitaria. Con la intención de consolarse tras los romances fallidos y sacando provecho de su amistad resiliente, durante la pasada primavera fueron vistos juntos en sus respectivas casas e incluso en escapadas a lo largo y ancho de Estados Unidos, prendiendo la chispa de su nueva relación.

El primer advenimiento de Bennifer tuvo lugar entre 2002 y 2004, soportando un escrutinio mediático que todavía es objeto de análisis a día de hoy. Se conocieron en el rodaje de la fallida comedia Una relación peligrosa, justo cuando el segundo matrimonio de la artista con el coreógrafo Cris Judd tocaba a su fin, y antes de que el público pudiera ver la película ya habían anunciado su compromiso. El auge de la prensa amarillista junto a las hipertrofiadas exhibiciones de afecto y la ostentación de privilegios de la pareja, con el videoclip de la canción Jenny from the block como sublimación de su proyección pública, acabó engendrando una criatura de una magnitud dramática imposible de controlar.

“Dio la casualidad de que estuvimos juntos cuando nacieron los tabloides sensacionalistas y era demasiada presión”, confesó Lopez a la revista People en 2016. “La gente fue muy mala con ella: sexista y racista”, añadió Affleck. A la persecución de los medios achacaron tanto el aplazamiento de su enlace como el final definitivo de su relación, pagando los platos rotos de una tendencia que pocos meses después acabaría produciendo estrellas ad hoc como Paris Hilton o Jessica Simpson. Sin negar la fascinación morbosa que puede despertar una reconciliación tras años de distancia, el propósito de enmienda por parte de prensa y lectores es otra de las fuerzas que convergen en este fenómeno de 2021. “Bennifer no es solo la oportunidad para que Lopez y Affleck reaviven un romance siendo más viejos y más sabios, también es una oportunidad para que el resto de nosotros les dejemos ahora ser felices”, opina la periodista Meredith Blake en Los Angeles Times, atribuyendo la excitación actual al arrepentimiento por los pecados pretéritos.

Desde su separación, las trayectorias de Lopez y Affleck han seguido caminos repletos de paralelismos. Ambos han pasado por el altar (con el cantante Marc Anthony y la actriz Jennifer Garner, respectivamente), han sido padres (ella es madre de mellizos y él tiene tres hijos) y se han divorciado. Pero, sobre todo, han visto cómo la misma opinión pública que censuraba su éxito primigenio (la diva “de barrio” y el actor “idiota petulante”) ahora aplaude la consolidación de la del Bronx como un tótem latino digno de conquistar el escenario de la Super Bowl; y la legitimación, delante y detrás de la cámara, de un Affleck que se alzó merecedor del Oscar a la mejor película por Argo.

El alcance de su nuevo romance también es sintomático de la perpetuación social del mito del amor eterno, tan alimentado por la propia industria del espectáculo. Como si de los protagonistas de un drama romántico made in Hollywood se tratara, la pareja se erige en la prueba de que dos personas destinadas a estar juntas lograrán sortear los obstáculos necesarios con tal de encontrarse. Una visión compartida por el propio actor, que en una entrevista con el Wall Street Journal se confesó “afortunado” por la inesperada ocasión que se le había presentado. “Me he beneficiado de segundas oportunidades y soy consciente de que otras personas ni siquiera tienen una primera”, afirmó. En un momento en el que la industria del séptimo arte parece abonada a contarnos la misma historia una y otra vez, pocos remakes más interesantes y disfrutables podemos encontrar en las pantallas que este Bennifer 2.0.

Fuente: www.elpais.com