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Camina como desarmándose, pero entero. La luz de día evidencia las heridas. Juan Minujín circula en un patio penitenciario con la mirada gacha y se escuda en el silencio. Pero su torso lastimado, y cansado, foco de miradas y silbidos malintencionados, no es una casualidad.

En Puente Viejo, la nueva cárcel construida y ambientada por Underground y Telemundo Streaming Studios, epicentro de la cuarta temporada de El marginal -con estreno global este miércoles 19 de enero por Netflix– las reglas son otras.

Y en su carácter de ex policía en la ficción, tras un operativo que marca su ansiado regreso al drama carcelario (secuela de la primera temporada, en 2016), Minujín recompone a Pastor con un nuevo objetivo: resistir.


Pastor, el personaje de Juan Minujín, vuelve al centro de la escena en esta nueva temporada de “El marginal”.

“Cuando terminó la temporada 1, siempre me dio la sensación de que su historia daba para continuar. Que todavía había algo que contar”, repasa con escasas horas de sueño y un vaso de agua a mano, el actor que la noche anterior celebró el fin de un rodaje fílmico (El Suplente, dirigido por Diego Lerman) de siete semanas y está por partir de vacaciones.

Con nuevos villanos en acción (se suman Luis Luque, Rodolfo Ranni y Ariel Staltari) y cortina musical de L-Gante, se consuma la renovada (y sanguinaria) entrega de 8 episodios, bajo dirección de Alejandro Ciancio y Mariano Ardanaz. “Hablando con Sebastián (Ortega), también sabíamos que la vuelta valía la pena si teníamos algo para contar. No solamente por el hecho de que volviera. Entonces trabajamos mucho en los guiones para poder encontrar esa fuerza”.

-¿También te incorporás como productor?

-Sí, en esta temporada soy productor asociado. Con lo cual también pude estar más involucrado en algunas cosas del armado de la serie. En el medio, también ocurrió la pandemia, que retrasó todo. Pero lo aprovechamos para poder trabajar más los guiones. Había mucho que contar de Pastor.

-¿Lo tenías fresco, o no tanto?

-No, no tanto. Antes de empezar, me vi toda la primera temporada de nuevo. Y sentí nervios al retomarlo. Porque era la primera vez en mi vida que encaraba un personaje que ya había hecho. En general, en un producto audiovisual, nosotros hacemos un personaje que termina, y terminó. Así que me daba nervios. Pero, por otro lado, confianza, porque sentía que ya lo conocía.


Netflix estrena la cuarta temporada de “El marginal” el miércoles 19 de enero.

-¿El cuerpo tiene memoria?

-Sí, pero es medio tramposo. Porque tiene memoria, pero queda en una cosa muy formal, en el sentido físico. Había que volver a entrar en la cabeza de Pastor. Y eso es lo que más tiempo me lleva, con cualquier personaje. Y efectivamente, después de los primeros días de grabar, empecé a encontrar los hilos de los cuales tirar.

Y agrega: “También desde un lugar completamente distinto. Como productor, pudiendo entender mejor hacia dónde me parecía que, desde mi punto de vista, se podía llevar la historia. Y, además, sin olvidar que la pandemia cambió mucho la perspectiva de muchas cosas”.

-Tu colega Martina Gusmán lo llamó el año de la “posguerra”. ¿Compartís algo de esa sensación?

-Totalmente. Creo que todavía estamos muy pegados al asunto como para poder tener una mirada con perspectiva. Pero seguro que va a tener un impacto anímico, psíquico, de miles de maneras que iremos viendo. El Marginal fue la primera serie que yo grabé en pandemia y la verdad es que, sí, era impactante verlo.


El reencuentro: Diosito (Nico Furtado) y Mario Borges (Claudio Rissi) con Pastor.

-¿Qué te impactaba?

-Ver a todo el mundo aislado, comiendo por su lado, con barbijo, con máscara. No se compartía nada. Ahora ya nos acostumbramos, pero en ese momento era impactante.

Su mirada sobre la vida en pandemia

-¿Dónde sentís que estamos parados hoy?

-Mirá, no estoy muy seguro. La verdad es que tenía un poco más de esperanzas, al principio, de que esto pudiera hacernos reflexionar colectivamente. Bueno… de un sistema que tiene tantas falencias, ¿no? Pero, la verdad, es que tampoco siento que eso haya sido lo que pasó. Sí, siento que se extremaron mucho las posiciones y eso no lo veo muy positivo.

“Pero pienso que, no ahora, pero en 10, 15 o 20 años, algo de todo este sistema, que para mí funciona tan mal, va a cambiar. Para algún lado va a cambiar. Me parece que quedó más en evidencia que no está funcionando”, reflexiona Minujín.

-Después de grabar tanto tiempo en la (ya demolida) ex cárcel de Caseros ¿se perdió algo de esa mística de la que muchos hablaban?

-No, al contrario. En ese sentido, se potenció. Porque el trabajo que hizo Julia Freid, que es la Directora de Arte, con toda la producción y el apoyo de Netflix y de Telemundo, es descomunal. Es algo muy pocas veces visto acá en la Argentina. En el sentido que armaron una cárcel de cero, y sólida. No son decorados que se arman y desarman. Son decorados en donde los barrotes son barrotes.

“Me acuerdo de una situación de encierro, donde estaba yo solo, improvisando como en un calabazo. Y agarré un banco, lo tiré contra una puerta, y la puerta era de metal de verdad. Entonces la puerta funcionó bien toda esa toma porque, en cualquier otra situación, eso hubiera sido un decorado que se caía. Había algo muy real. Además después de tres temporadas en Caseros éste es un lugar nuevo, al mando de Rodolfo Ranni (el nuevo jefe penitenciario)”, aclara en las horas previas al estreno.

-En algunas de esas escenas, se te ve hacer un desnudo frontal. ¿Es la primera vez?

-No, lo que pasa es que por ahí no eran productos tan populares o masivos. Para mí, en ese sentido, cuando lo amerita el desarrollo de la ficción, está bueno poder hacerlo. En todas las películas que veo, cuando el personaje tiene que estar desnudo y no está, solamente por una cuestión de pudor del actor o del público, del mercado, a mí me da pena. Porque me parece que es una pérdida.


Cuando se estrene la cuarta temporada de “El Marginal”, Minujín estará de vacaciones en familia. Foto Julieta Horak/Netflix.

-Tampoco es un complejo para vos.

-No, no tengo tanto pudor y me parece que tampoco es tan raro. Me parece que hay demasiada cosa puesta alrededor de la desnudez, si se desnuda, si no. Creo que deberíamos ir yendo a entenderlo más naturalmente. Yo veo las películas de Abel Ferrara y no me lo planteo. Me parece que es parte de lo que está pasando, y está bien que así sea.

-El año pasado, compartiste imágenes de fin de rodaje ya de la temporada 5. Parecía un adiós definitivo…

-Y… eso nunca se sabe. Sí se cierra un pequeño ciclo que me parece que es muy loable y estamos todos muy orgullosos, no sé si hubo una serie argentina antes que pudiera hacer 5 temporadas, con la repercusión global que tuvo esto. Entonces, en ese sentido, me parece que se cierra un ciclo. De lo que pase después, por suerte, ahora no tenemos ni idea. Esta temporada se va a poder ver en 200 países, para millones de personas. Nos llegan mensajes de lugares remotos…

-Parte del elenco se involucró en causas sociales, como el dictado de charlas en cárceles, escuelas o talleres de reinserción social. ¿Volviste a visitar un penal?

-Después de la pandemia fue muy difícil. Antes de eso, fui un par de veces al Centro Universitario Devoto, a charlar con un montón de internos que están estudiando. Y en cuanto a lo social, cada experiencia me abre un mundo y me acerca a un mundo. Es lo que más me gusta de este trabajo. En este caso, el de toda la cantidad de gente que queda al margen, en un sistema como éste y, muchas veces, no tiene voz en ningún lado. Me parece que El Marginal rescata algo de eso.

Estar quieto no pinta el presente de Juan Minujín. “Tengo varias cosas para hacer cuando vuelva”, anticipa sin spoilearse el popular actor argentino que en 2020 despedía las tablas junto a Jorgelina Aruzzi, con La Verdad, y posponía el comienzo de una tira televisiva con Carla Peterson: “De trabajar con Carla siempre tengo ganas. Pero, por ahora, ese proyecto no está activo”.

Delicias de la vida familiar

Lo dice a horas de regalarse unas esperadas vacaciones familiares, que lo tendrán descansando “por unas semanas”, con su esposa y sus hijas, Carmela y Amanda.

-Hace poco compartiste una foto con tu hija adolescente, como si se tratara de un gran logro o triunfo… ¿Ya llegaste a la edad en la que no sos tan protagonista para ellas?

-¡No! Soy el protagonista, pero se avergüenzan. Ése es el problema (risas). Me parece que es completamente normal. Y lo tomo con humor, porque me parece lo más lógico y esperable de un adolescente. El tema es que ahora todo es público, entonces hay que cuidar eso también. Por lo menos así lo entiendo yo, que los hijos van a hacer un corte, van armando su vida y es parte de la adolescencia.


Íntimo, Minujín habla de su vida familiar.

-Como papá de dos mujeres, ¿cómo ves el tema del empoderamiento y de la igualdad de género?

-De pronto hay algo que todos veíamos como algo natural, que ni llegábamos a planteárnoslo, y ahora está todo el tiempo en cuestión. Y me parece que es súper interesante. A mí me llega todo el tiempo por mis hijas y por compañeras de trabajo. Escucho conversaciones y trato de estar atento a escuchar, que es lo mejor que pienso que puedo hacer. Y no estar tratando de hablar. Me parece de las cosas que, yo por lo menos, más celebro de estos últimos años.

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