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“Yo tuve covid dos veces y dicen que ahora sólo nos mata la kriptonita. ¿Dejamos de lado las mascarillas?”, pregunta antes de sentarse ante una mesa tachonada de botellitas de agua mineral Antonio Banderas.

Bronceado, de jeans y remera color añil, el actor malagueño acaba de entrar en la suite 217 del Hotel Ritz Mandarín Oriental de Madrid, seguido por los directores argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn y por su colega Oscar Martínez, coprotagonista en Competencia oficial, una comedia negra sobre el mundillo del cine y sus divismos, que se estrena en la Argentina el 17 de marzo. Pero falta ella.

Penélope Cruz, tercer gran nombre de esta marquesina, aparece poco después, vestida con un tailleur Chanel color lila. En una charla conjunta, descontracturada, los cinco dedicarán media hora a responder preguntas sobre su trabajo más reciente: la sátira inteligente y de a ratos desternillante con la que Cohn y Duprat le sacan ampollas al universo cinematográfico.

Producida por Mediapro, pre estrenada en el Festival de Venecia y aplaudida de pie en Madrid, la película reúne por primera vez a los dos actores más emblemáticos del cine español actual.


Mariano Cohn, Antonio Banderas, Penélope Cruz, Oscar Martinez y Gastón Duprat, el núcleo duro de “Competencia oficial”. Foto EFE

Una película picante

El espíritu queda claro pronto: “Nadie quería hacer una película blanca, no apelábamos al romanticismo o el amor por el celuloide. Queríamos una cosa más picante, más áspera. Cada uno aportó su cuotita de maldad“, definen los directores para quienes esta ha sido una película “en colaboración con los actores”.

“Con Mariano siempre trabajamos así, pero aquí, por el tema, no podíamos dejar de tener en cuenta la experiencia de estos tres chicos que recién empiezan“, bromea Duprat.

Un multimillonario celoso de su imagen decide financiar una película con “los mejores”. Así, con una indagación acerca de cómo acceder al prestigio, empieza Competencia oficial, que gira alrededor de dos actores de trayectorias muy distintas, convocados para los protagónicos: Félix Rivero (Banderas), intérprete masivo y global, e Iván Torres (Martínez), maestro de actuación anti star system.

La dirección está a cargo de Lola Cuevas (Cruz), cineasta multipremiada y excéntrica, capaz de hacer repetir un “buenas noches” siete veces en un ensayo, que quiere usar la tensión entre ambos en beneficio del filme. Esa batalla de egos chisporrotea en pantalla, permitiendo lucirse a los tres protagonistas.


Una imagen de “Competencia oficial”, con Antonio Banderas, Penélope Cruz y Oscar Martínez.

Cuestiones con el ego

Es “injusto” que se hable del egocentrismo de los actores, sostiene Penélope Cruz, inolvidable en el papel de Lola. “Quizás se pregunta tanto por el ego porque eliges una profesión de cara al público. Pero va más allá de querer exponerte, de querer que te miren (que ya es un riesgo). No tiene que ver con eso la pasión por este oficio”.

Y sigue: El ego puede ser un motor, pero en mi caso no lo ha sido. Es más una necesidad de contar historias, de explorar la naturaleza humana, el comportamiento, lo complejo. No nos entendemos nosotros mismos, ¿cómo comprender a los demás? Es un pozo sin fondo de aprendizaje. Uno nunca llega a un sitio de seguridad, de “ah yo ya lo tengo bajo control”. Eres el eterno estudiante cuando te dedicas a esto”.

Para Banderas (cuyo Félix, una estrella global, clavará a Iván donde más duele un “tú también te arrastras por dinero, sólo que por menos que yo”), la película ofrece una mirada sobre ciertos juegos de poder, que valen tanto para el arte como para la política o la banca.


Mesa de trabajo. Martínez, Cohn, Banderas, Duprat y Cruz, en un alto de la filmación de “Competencia oficial”.

“Cuando tienes éxito, el ego se infla y con los fracasos disminuye y te escondes debajo de la alfombra, si puedes -dice Antonio-. Pero hay otras cosas en la película: una disección quirúrgica de la estupidez, cinismo; tiene muy mala leche y habla de la condición humana. No son así los rodajes. Pero que hemos visto cosas alucinantes, seguro”.

“Yo he visto un tío que iba con un botafumeiro y olíamos a incienso todo el día porque al loco se le ocurría que esto a él le interesaba para componer su personaje”, recuerda Banderas.

“Y el esnobismo, ¿no?”, acota Oscar Martínez, cuyo personaje se deleita escuchando discos de un artista “canadiense que vive en Düsseldorf”, con sonidos que pueden confundirse con los de una obra en construcción.

“Si a mi personaje, Iván, le preguntaran, haría una crítica del esnobismo muy severa. Y él es un snob. Toda su vida es una impostura. Sin embargo, tiene una doctrina que lo justifica y de ese ideologismo está lleno el mundo”.

Dónde encontrar un ejemplo


Trío de lujo. Oscar Martínez, Penélope Cruz y Antonio Banderas, en la premiere de “Competencia oficial”, en Madrid. EFE / Javier Lizón.

¿Usó Cruz algún modelo real para Lola, una cineasta a la que los directores deliberadamente inclinaron al perfil de artista conceptual para que pudiera tomarse libertades impensables para un director con un artefacto tan costoso como una película?

“Teníamos unas cuantas personas de referencia que no podemos nombrar. Unas cinco. No todas mujeres. No todas de nuestra profesión. Nos lo pasamos muy bien viendo vídeos de estos personajes…”, dice riendo la actriz, que compite el próximo 27 de marzo por un Oscar con Madres paralelas de Pedro Almodóvar.

“Maldades, maldades…”, acota Martínez, el único de los tres actores que conocía el estilo “oscuro”, capaz de tentar ciertos bordes y violencias de la dupla Cohn-Duprat, por haber protagonizado El ciudadano ilustre, ganadora del Goya 2017 como mejor película iberoamericana.

Diferencias entre los procesos creativos existen, dice Martínez. “En la peli eso está exacerbado, con colores muy potentes porque lo fomenta Lola. A lo mejor si Iván y Félix trabajaran con otro director habría algo más soterrado, se mentirían camaradería. Pero ella alienta eso con la esperanza de que favorezca la película que quiere hacer”.

Por eso los convoca sabiendo que son sapos de distintos pozos, agua y aceite, y además estimula el enfrentamiento”, asegura Martínez.

Trabajar y divertirse

Poco puede contarse de Competencia oficial sin caer en el spoiler, pero algunas definiciones marcan el tono. “Queríamos no sólo que la película fuera divertida sino poder divertirnos durante el rodaje. Buscábamos una interacción real, no mutilar reacciones. Esa fue una premisa fuerte: poner en primer plano la actuación”, cuenta Cohn.


Gastón Duprat y Mariano Cohn, los directores de “Competencia oficial”. Foto Martín Bonetto

“Retirarnos desde la cámara y dejar que el ensayo sucediera; captar los detalles que suelen perderse cuando uno monta una película y corta y separa a un actor de otro. En ese proceso se pierde la espontaneidad “, precisa.

Los directores no trabajan con los actores de manera tan íntima. Rodar permitiéndonos tener como pequeños teatritos, nos liberaba mucho, nos permitía encontrar nuestro propio ritmo, nuestra propia forma… y fue muy divertido. Lo único que nos jodió fue el covid que nos mandó a casa seis meses”, dice Banderas.

Ese tiempo, sin embargo, les permitió a los directores procesar lo que ya tenían filmado -la primera hora- y afinar la segunda parte.

Con guión y guiños de Andrés Duprat (el icónico crucificado en un avión de guerra de León Ferrari que cuelga en la cabecera de la cama de Lola delata al curador, director del Museo Nacional de Bellas Artes), la estética del filme contribuye a dar la sensación de que los actores están a merced de la directora.

“Los ensayos que se ven en la película tienen una puesta en escena especial: los actores parecen muñequitos, casi de Lego, dentro de esas escenografías enormes, arquitectónicas”, explica Cohn.


Oscar Martinez, Penélope Cruz y Antonio Banderas, el trío protagónico de “Competencia oficial”, que se estrena el 17 de marzo. Foto AFP

“Se refleja la fragilidad de los artistas: están en manos de alguien que puede hacer algo genial o una porquería. Lola es un personaje muy complejo capaz de cualquiera de las dos cosas”, subraya Duprat.

“Aunque yo sí creo en algo que ella dice: hay que desconfiar de lo que gusta instantáneamente porque responde a lo viejo, a lo instalado. No hay que quedarse sólo con lo que te gusta de primera; eso ya está muy construido hacia atrás”.

Quién es quién en “Competencia oficial”

Es la primera vez que Antonio Banderas y Penélope Cruz, dos de los actores españoles de mayor proyección internacional trabajan juntos (Javier Bardem, marido de Cruz, integraría el top 3 actual).

Se conocen hace 30 años, fueron vecinos en Nueva York (él filmaba entonces Filadelfia) y compartieron pantalla en Dolor y gloria, cuando Cruz hizo de madre del niño que Banderas interpretó adulto en ese filme de Almodóvar. Pero nunca los habían “juntao”.

“Mucha gente me lo decía: ‘es raro que Antonio y a ti no os junten. No tiene ni pies ni cabeza”, recordó Cruz.

“Me llamó Penélope y me dijo: ‘Oye tío, tengo aquí un guión de estos argentinos…’ Yo acababa de ver El ciudadano ilustre, que me había encantado”, desandó Banderas, en cuya casa de Londres se reunieron tiempo después junto con Oscar Martínez y los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn para empezar a trabajar el guion de Competencia oficial.

Intérpretes de excelencia, los tres les tienen tomado el punto a sus criaturas y las viviseccionan con maestría. Para Cruz el problema de Lola Cuevas, la cineasta que encarna, es que le han dicho demasiadas veces que es genial “y se lo ha creído”.


Penélope Cruz, como la directora Lola Cuevas en “Competencia oficial”.

“Yo cuando pienso cómo sería su anterior película La lluvia invertida, con ese título… Es que es muy fuerte ¡y además ganó todos los premios! ¿Y Bruma? Uy, esa debe ser un pestiño (expresión que alude a algo muy aburrido). ¿Cuánto duraba? ¿4 horas?”, pregunta mirando a sus compañeros y dispara una carcajada general.

Oscar Martínez, ganador en Venecia 2016 de la Copa Volpi por su protagónico en El ciudadano…, la comedia anterior de Cohn y Duprat, dice que no frecuentaría a Iván Torres, su personaje: un “impostor” capaz de ensayar frente al espejo su discurso de rechazo al premio Oscar.

“En Félix está todo a la vista. Yo no tengo nada que ver con él, pero si tengo que elegir un amigo lo prefiero antes que a Iván porque no esconde nada. Este en cambio tiene unos dobleces…”, afirma.


Oscar Martínez es Iván Torres, en “Competencia oficial”.

Frente al actor de estudio que representa Iván, Félix Rivero es el actor carismático, una estrella que cuida su cuerpo al punto de prohibir por contrato que se le toque la cara.

“La película se desenvuelve en el mundo de la anomalía para hacer un tratado sobre otras cosas. Y sobre cosas que a veces son muy sutiles”, dice Banderas.

“Cuando Félix está herido, por ejemplo, y Lola empieza un juego de seducción al curarle la herida que le ha producido ¡una astilla!, te preguntas hacia dónde va ella y él entra. Entra pero es muy listo y se retira pronto porque percibe el peligro. Todos estos juegos están ahí y están bien trenzaditos. No ocurren solo en nuestra profesión”, finaliza.


Antonio Banderas, como Félix Rivero, junto al director Gastón Duprat, en una escena de “Competencia oficial”.

WD

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