Absolutamente nunca, nunca hace nada más que dar lo mejor de sí mismo. Lo he dicho antes: no ha habido ni habrá un actor como Nicolas Cage. Un maestro.” Las palabras posteadas en Twitter pertenecen a Guillermo del Toro, el mexicano ganador del Oscar y uno de los gurú de la culturar pop, adorador de monstruos y enamorado del cine. ¿Es una exageración? Bueno, sí y no. De hecho: no. Nicolas Cage se ha convertido en el perfecto mutante, en aquel que el cine quieto, fosilizado de hoy no puede capturar bajo ningún rango. ¿Cuán feroz es? La mejor forma de probarlo es El peso del talento, la película que próximamente se estrena en nuestro país y donde Cage interpreta, bueno, a Nicolas Cage y se envuelve en una trama en la cual un fan (Pedro Pascal) es…la base perfecta para la locura que pega un salto evolutivo en su mundo donde todo lo que puede pasar, ha pasado y todavía más. Pero además, al Tweet de Guillermo del Toro se suma una declaración del propio Cage, el sobrino de Francis Ford Coppola que cambió su apellido en pos de saludar a su adorado Luke Cage (personaje de Marvel), le dió a la revista GQ sobre las decenas de roles que tomó cuando fue estafado y debía pagar los gastos médicos de su madre: “Cuando hacía cuatro película por año, una después de la otra sin descanso, todavía tenía que encontrar algo en ellas que me permitiera darlo todo. 

No todas funcionaron, no muchas lo hicieron. Pero algunas fueron geniales, como Mandy, pero alguna no funcionaron. Pero nunca lo fingí. Siempre existió ese error de concepto, que no fue más que eso: que creyeran que las hacía y nada me importaba. Siempre me importó”. Además sumó en la misma nota: “Lo cierto es que el teléfono dejó de sonar. Por ejemplo, ¿cómo que no haremos Tesoro Nacional 3? Van 14 años, ¿por qué no? Pero me decía, bueno, El aprendiz de brujo no funcionó, Ghost Rider no vendió tan bien. Y Drive Angry fue y vino sin pena ni gloria”.  ¿Necesitan más? El mismo Cage también sostiene que sus mejores trabajos se han dado en película recientes, como Pig, e incluso habla de El peso del talento.

Uno de los milagros que tienen lugar en El peso del talento tiene que ver precisamente con Cage entendiendo por completo aquello que el mundo dice de él y lanzándose de cabeza contra ella. Casi como siendo un Looney Tunes de sí mismo, en esta ficción el actor se muestra con su carrera congelada, ahogado en deuda y la oportunidad de hacer rápidamente un millón de dólares. Una vez en la mansión de turno, Cage es contactado por la CIA: quieren que investigue a su fan #1, y desde ahí la locura. El actor le declaró a Collider: “Fue la experiencia más aterradora de toda mi vida. Creo que he hecho mucho del mejor trabajo de toda mi carrera en los últimos diez años, y por supuesto que ubico 

El peso del talento en ese período de tiempo. Un período que de alguna forma ha sido marginalizado por mucha gente en los medios. Pero creo que Pig, El peso del talento, Mandy, Color Out of Space, Joe, The Trust, The Runner Up, y Bad Lieutenant se la bancan frente a cualquier cosa que hice en los primeros 30 años de mi carrera. Pero en todos este tiempo, en estos 43 años filmando, El peso del talento es sin duda lo más aterrador que he hecho”.

1 Bienvenidos al metaverso de Don Nicolas Cage

La premisa es tan imposible como empalagadora: ese actor que todo debe actuarlo, porque no le queda otra, decide vivir a la altura de su cartoonesca leyenda. Y así Cage se lanza a la primera película donde realmente muerde hasta el hueso, y lo sacude, de su propio mito, sus milagros y sus esquirlas. El resultado es tan feroz, tan único en la historia del cine, que da felicidad entender que ya no se trata solo de Cage actuando suelto, si no del cine intentando absorver su ferocidad como parte de su ADN moderno. Es la confirmación que de todos los Nicolas Cage ninguno es el correcto y todos son los mejores. Es una película que lo ubica en un panteón casi como un Christopher Lee moderno. 
 

2 Pinta a Cage de rojo y tendrá al mismísimo diablo

Mandy, patio de juegos geek, es la película que Cage siempre mereció: una fábula fuera de sí misma, que revalsa metal, que estiliza cada plano, que satura y celebra una idea del héroe casi nacida de un videojuego pero…y esto es lo importante…adapta cada una de sus imparables ideas a los ojos siempre abiertos de Nicolas Cage. La belleza de Mandy radica en sus dientes siempre gruñendo, en su gore, en su capacidad de hacernos cada vez más desesperados y necesitamos de ese Cage rojo, de su triunfo, creando casi una estrella de lucha libre pensada por H.R. Giger. La perfecta película de medianoche, la mejor venganza saturada, que jamás podría haber soñado Nicolas Cage.

3 La comedia romántica que nadie nunca vió venir

Desactivemos la lectura híper de Cage y viajemos en el tiempo, a 1987, a Cage recién comenzando a jugar en singular, lejos del tío Coppola, y siendo elegido incluso como protagonista de una comedia romántica con Cher. Hechizo de luna es Cage fuera de lo que hoy esperamos, en una película de esas que las plataformas creen que hacen pero no hacen (los actores carilindos de hoy no pueden muchas veces con la ligereza y sutileza que necesita el cine de personajes, algo que sin dudas es la comedia romántica). Aquí Cage y Cher brillan, Olympia Dukakis como la madre de ella también. Cage es el hermano que enamora a quien no debe y todo funciona tan bien, tan perfecto, que permite extrañar a este Cage. 
 

4 El increíble David Lynch suelta la bestia al mundo 

Treinta años después, Corazón salvaje, la road movie de David Lynch sigue siendo la mejor encarnación de Elvis en el cine hasta este instante. Cage es mítico, es cine, música, Estados Unidos: es James Dean, es Batman, es Elvis. Nada lo frena y todo a su alrededor es imprevisible. Junto a Laura Dern, Cage brilla, como todos aquí. El sur de Estados Unidos es casi una opaca tierra de Oz, donde el crimen real muta en monstruos lyncheanos. Intencionalmente forajida, con los dientes llenos de brea de la comedia negra, nada frena al bólido de Lynch, que incluye desde hadas madrinas a brujas. Fue un clásico que todo lo mutó y hoy es la ojiva no detonada de un forma de cine mal explorada en el futuro.
 

5 El polícia de Werner Herzog: la maldita suerte 

En Enemigo interno, Werner Herzog hace una película extrañada, pero no tanto como para sentirse bizarra. Da pistas de ensueño: quiere hacer “una de Hollywood”, pero pensando en Abel Ferrara antes que John Carpenter. De ahí, esta remake que antes era urbana, castigada, penitente, aquí asume una nueva religión: el propio Nicolas Cage y Hollywood. Por un lado, Cage es el sistema nervioso: su corrupción no se frena y todo, siempre, se complica. Por otro, Hollywood: alterado a veces, y condenado, de la mejor manera, a un final feliz que nos demuestra que pocos misiles de la historia del cine son tan divertidos de montar como Cage en plena caída libre. Un milagro reptiliano sin parangón. 
 

6 La voz del hombre que amaba a los superhéroes

Spider-Man: Un nuevo universo lo hizo primero: pusó a Cage a ser un Spider-Man que viajaba desde una dimensión noir, del cine negro. El resultado fue una maravilla. Pero entonces los que sabían trivia empezaron a tomar decisiones. Y también tenemos en la película de Los Jóvenes Titanes a Cage como Superman, una deuda de la historia del cine (Cage fue el Superman elegido cuando Burton estuvo a cargo de una revitalización del proyecto). De esta forma, la actuación de voz, algo impensado antes para Cage, le ha brindado la capacidad de reírse de sí mismo, primero, y, segundo, de pasar un rato en un universo lúdico que ama desde su más tierna edad hasta su más loca fama. 
 

7 El cine posmoderno aprovechala locura 

El señor de la guerra es una de las películas menos recordadas de Cage. Y al mismo tiempo fue uno de sus primeros pasos en el nuevo milenio. Cage interpreta a Yuri Orlov, un traficante de armas de nivel internacional. La película era parte de la moda de films sobre el detrás de la industria armamentística. Pero lo crucial es que aquí Cage, en una época donde todavía no se entendía si seguía siendo una estrella o no, presta su energía, sus capacidad de romper la cuarta pared, para imprimir una adrenalina casi narcótica que lo pone en un nivel desbordado. Es una de muchas películas de la década del 00 que no sabían cómo contener, o como usar, a Nicolas Cage para su beneficio. No es el caso de esta gema que a veces es bastante subvalorada.

8 El chancho que nadie esperaba fuera el comienzo

Pig es la mejor película de Nicolas Cage. Pero como sus amados superhéroes, Cage es un universo en sí mismo. Por un lado, seguro, Pig funciona perfectamente: Un hombre aislado del mundo pierde a su chancho buscador de trufas y sale buscarlo. ¿La expectativa? Una venganza desbocada, fuera de borda, absurda. La película genera un submundo donde lo más importante es lo que Cage no hace: su dolor, su tristeza, su duelo. Por el otro, funciona como perfecto Cage-verse: es decir, entiende la saturación que lo ha caracterizado y le baja el volumen, la deja ahí, vibrando, casi volcánica, esperando que cada acción sea inesperada precisamente por ese pasado.

9 El mejor paseo por el mainstream desbocado 

Hubo un tiempo que fue hermoso, y el cine de acción decidió convertirse en un campo minado de proezas de cine, una cruza entre Alfred Hitchcock y los cómics. Pocas proezas miden tan alto en la escala camp como Face/Off, la aburridísima película donde Cage y John Travolta se pusieron orates y felices de serlo. Desde rostros que se han hecho memes invencibles hasta su libidinoso sentido del villano que se acomoda el bigote después de cada frase, Face/Off es el más lúcido paseo mainstream de Cage, lejos del mediocre Ghost Rider o de la Indiana Jones peinada a la Cage, Tesoro Nacional, aquí todo funciona en base a Cage y no usandolo con resultados encontrados.  

10 La locura de Scorsese en la noche más afiebrada

Ok, el Oscar a Cage se lo dio Adiós a Las Vegas, su retrato de un alcohólico. Pero lo cierto es que si el mundo fuera justo Vidas al límite debería haber sido el perfecto escenario para aquel premio. Aquí Cage es alguien que dentro del sistema de salud de los Estados Unidos arranca abúlico, harto, adicto y comienza una redención que no pierde para nada el significado católico de la palabra. Alucinaciones y mujeres llamadas María (Patricia Arquette): Scorsese no se ahorra nada en una de sus más poderosas expediciones sobre la muerte, y Cage es el perfecto avatar para una película que sabe dilucidar sus enigmas, sus certezas, sus heridas y aquello que odia como pocos films de perfecto director de Toro salvaje.

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