Jugar con los géneros y algunas de sus convenciones puede ser interesante, incluso con el riesgo a que haya espectadores que se vean desencantados por verse ante algo distinto de lo que se les ha prometido, o ellos mismos esperaban. Es fácil sentirse decepcionado al creer que han jugado contigo, o que se te ha negado algo que creías claro y en su lugar recibes algo que no se ajusta a moldes que tenías preconcebidos. Pero nunca va a haber crítica más fácil que criticar una película por lo que no está haciendo que por lo que realmente hace.

Todo esto es para alabar a una pequeña joya llamada ‘The Nest‘ que precisamente se le podría acusar de estar realizando engaños y trampas con su historia y con las herramientas de narración que emplea, dando a entender que es una película distinta de la que realmente es. Presentándose en sus primeros compases, esta película que encontramos en el catálogo de Prime Video parece apuntar de manera clara hacia el cine de fantasmas y casas encantadas. Y, en el fondo, es esa película, pero no hay realmente fantasmas en el horizonte.

Una mansión inmensa y clautrofóbica

‘The Nest’ nos transporta directamente a la década de los ochenta, donde un matrimonio, interpretado por Jude Law y Carrie Coon, se lanza hacia un reto que va a alterar notablemente la estabilidad de sus vidas. Él es un empresario británico lleno de ambiciones, inspirado por todas las promesas del sueño americano y de grandes triunfadores que apostaron por sí mismos, y decide llevar a toda su familia a Reino Unido a la caza de oportunidades de negocio.

El traslado de ambos progenitores y sus dos hijos es, nada menos, que hacia una inmensa casa de campo inglesa, llena de historia pero también de un aura inquietante. El cineasta Sean Durkin, guionista y director de la película, sabe generar una atmósfera opresiva en torno a esta familia, tirando de elementos propios del cine de casas encantadas para ir mostrando la lenta pero progresiva degeneración que se está produciendo. Pero no esperéis fantasmas literales, sólo una tormentosa angustia y una asfixia impropia de espacios tan amplios y de la vida tan acomodada que están viviendo.

Al final, el verdadero fantasma de ‘The Nest’ es el de un matrimonio en claro estado de deterioro. La pareja va mostrándose cada vez más distante y cada vez más hostil entre ellos mientras él se intenta liar la manta a la cabeza con las promesas de una vida mejor y un éxito inminente. El personaje de Law cae claramente en ese prototipo de mentalidad de tiburón, que la película señala y destroza sin rubor, mientras que el de Coon va quebrantándose por la presión del cambio de estatus y la necesidad de ambicionar cada vez más.

‘The Nest’: deliciosamente retorcida

En muchos aspectos, ‘The Nest’ podría pasar como la versión seria -aunque tampoco mucho- del episodio de Los Simpson donde la familia se muda del pueblo para trabajar para Frank Scorpio, en un entorno más lujoso y más supuestamente idílico, pero realmente tóxico en el fondo. Durkin crea una impresionante tensión en torno a este conflicto, con ocasionales puntos de humor retorcido que muestran lo afilado del discurso que quiere contar.

La película logra sostenerse más allá de sus ambiciones gracias, de nuevo, a ese empleo de elementos de cine sobrenatural incluso aunque no estalle realmente hacia esa dirección -lo que la hace una interesante doble sesión con ‘Spencer‘, una película también fantasmagórica pero ambigua en lo sobrenatural-, además de unas interpretaciones formidables de Law y de Coon.

Esas escenas que comparten son en los que la película revela del todo sus cartas y saca del todo su bilis, volviéndose realmente exquisita a la par que hábilmente maquiavélica. Aunque no termine siendo la película que pensaste adivinar en sus primeros compases, ‘The Nest’ es deliciosa siendo la película que quiere ser.