Para muchos, al verlo en fotografías, puede tratarse de un personaje de una película de terror. Sus bigotes nietzscheanos color nicotina, sus dedos amarillentos por el cigarrillo, la campera marrón que solía acompañarlo, cual uniforme de un verdugo.

Lo cierto es que muchos millenials, hijos de la televisión, lo recordarán como una suerte de Narciso Ibáñez Menta o Rod Serling de los 2000: bajo una iluminación lúgubre, vestido siempre con la misma polera violeta y rodeado de humo, Alberto Laiseca contó cuentos de terror en un ciclo televisivo emitido por I-Sat que logró popularizar su figura. A pesar del halo de horror que lo ciñe, su literatura va por otros carriles.

“Realismo delirante” fue el nombre con el que él mismo bautizó su escritura, plagada de hipérboles, perversiones, parodia y humor negro. También es cierto que durante su vida le costó ser leído y reconocido y se valió de la amistad de otros autores de la talla de Ricardo Piglia, Fogwill o César Aira para poder ir haciéndose un lugar en el canon vernáculo y, sobre todo, para publicar Los Sorias, su opus magnum, que consta de 1342 páginas lo que la convierte en la novela más extensa que se haya publicado en estas pampas.

"Hybris", de Alberto Laiseca, contiene las novelas cortas "Camilo Aldao" y "Sindicalia", inéditas hasta ahora, y "La puerta del viento" (Random House, $7.999 papel; $1.625 ebook).


«Hybris», de Alberto Laiseca, contiene las novelas cortas «Camilo Aldao» y «Sindicalia», inéditas hasta ahora, y «La puerta del viento» (Random House, $7.999 papel; $1.625 ebook).

A poco más de siete años de su muerte, un 22 de diciembre de 2016, nuevamente con una pequeña gran ayuda de sus amigos –esta vez, sus discípulos: Sebastián Pandolfelli y Selva Almada–, este autor vuelve a los anaqueles de las librerías con una nueva publicación que reúne tres novelas cortas, dos de las cuales permanecían inéditas hasta el momento.

Hybris (Random House) incluye Camilo Aldao –su última producción escrita pocos meses antes de su muerte–, Sindicalia –su primera novela, jamás publicada hasta hoy, escrita en la década del sesenta, influenciado por los grupos literarios que frecuentaban el Bar Moderno– y La puerta del viento –publicada en 2014 por Mansalva, hoy descatalogada, su última publicación en vida, una novela pergeñada durante su juventud, escrita para saldar una deuda con la Guerra de Vietnam.

El exceso

Muchos creen que Laiseca escribía terror. En sus propias palabras, sólo escribió un cuento puramente de ese género: “Perdón por ser médico” incluido en sus cuentos completos tal como le contó a Mariana Enriquez en una entrevista en donde también se expresó sobre los argentinos y el terror: “No sé por qué a los argentinos no se nos da por ahí. En Argentina tenemos otra manera de hacer las cosas. Muchos escritores han escrito buena literatura fantástica, pero un cuento de terror es otra cosa”. Pero, sin dudas, algo de lo sombrío y lo macabro se cuela en su literatura y este libro desembarca como una más que interesante puerta de entrada.

En gran medida, el escritor Sebastián Pandolfelli fue uno de los principales artífices de la recuperación de estos textos. Laiseca escribía a mano, en hojas A4 con letra gigante como su porte –medía casi dos metros. Él trabajó con su archivo personal para la edición de estos inéditos.

Así se lo cuenta a Clarín Cultura: “El proyecto arrancó en 2016 con una reunión en Random House para publicar Camilo Aldao. Un tiempo antes, cuando fuimos a vaciar el departamento, había aparecido Sindicalia entre otros inéditos y papeles varios, apilados sobre el piso. Lai era un poco desprolijo con sus propios manuscritos. Renegaba de cosas que suponía haber perdido pero que estaban ahí mezcladas con otros papeles. A fin de ese año falleció y la cosa quedó stand by. Cuando íbamos a retomar: pandemia. En 2022 arrancamos de nuevo”.

Alberto Laiseca es autor de "Los Sorias", de 1.342 páginas, la novela más extensa que se haya publicado en estas pampas. Foto Guillermo Rodríguez Adami


Alberto Laiseca es autor de «Los Sorias», de 1.342 páginas, la novela más extensa que se haya publicado en estas pampas. Foto Guillermo Rodríguez Adami

La hija de Lai, Julieta Laiseca, también fue clave en la recuperación de estos manuscritos, tal como lo cuenta Pandolfelli en el epílogo.

Laiseca solía renegar con la falta de reconocimiento, a la vez que la aceptaba no sin cierto dejo melancólico. Confiaba, en una suerte de mirada epifánica hacia un porvenir desconocido, en la paulatina cosecha de lectores a lo largo del tiempo.

Parecía tener la paciencia de un maestro zen –no en vano siempre estuvo muy interesado en la filosofía oriental y eso está en su obra– y eso se ve en el camino que recorrió con Los Sorias, aquella novela descomunal que demoró diez años en escribir y otros veinte en editar y publicar.

Sobre los merecimientos de su obra y legado, Pandolfelli opina que “está buenísimo que empiece a circular más su obra y finalmente encuentre el lugar que su literatura se merece”. Además, adelanta que “si todo sale bien habrá nuevos libros de Laiseca. Él quería ser más conocido, que se lo lea más, que lo traduzcan. Quizá llegó el momento”.

Otra de sus mejores alumnas de sus míticos talleres literarios fue Selva Almada. La escritora da algunas claves de lectura de estas novelas en el prólogo: “Si Sindicalia es su primera novela y La puerta del viento la novela que le debía a su juventud, Camilo Aldao es el esfuerzo supremo por no entregar el Territorio Lai a las tropas de la muerte. Y las tres obras reunidas son la hybris de Laiseca, su desmesura. Escribe en La puerta del viento: ‘Sólo cumplíamos las órdenes del exceso’».

Una máquina de guerra contra la pena

La literatura de Laiseca es poliédrica y pendular: va de la tragedia a la comedia atravesando la sátira, el sadismo sexual desenfrenado, el humor extremo, la megalomanía y ciertas obsesiones recurrentes: el poder, las dictaduras, el control y la vigilancia, esto último enmarcado en su ya célebre Tecnocracia y su personaje del déspota Monitor planteado en Los Sorias. Así lo describió César Aira en la Revista Babel en 1989: “La literatura en él es una máquina de guerra contra la Pena; si no puede construir Pirámides, puede crear exorcismos, y sabe hacerlos de veras grandes y eficaces».

Su obra –compuesta de cuentos, novelas y poesía– se abre en múltiples círculos concéntricos de significados polivalentes. Una buena manera de intentar cartografiar sus múltiples mundos es leyendo la monumental obra crítica que viene desarrollando el Doctor en Letras e Investigador Agustín Conde De Boeck.

Su obra –compuesta de cuentos, novelas y poesía– se abre en múltiples círculos concéntricos de significados polivalentes. Foto Alejandra López


Su obra –compuesta de cuentos, novelas y poesía– se abre en múltiples círculos concéntricos de significados polivalentes. Foto Alejandra López

Su más reciente libro, Laiseca es un perfil biográfico de 520 páginas que recorre la vida y obra del oriundo de Camilo Aldao con erudición voraz y notable cuidado estético. Sintetiza para Clarín Cultura la importancia del universo laisequiano: “Leerlo es rescatar la literatura y rescatarnos a nosotros mismos. Es asumir todo el peligro dentado de lo que la literatura puede llegar a ser y a hacer”.

Conde De Boeck define del siguiente modo a las novelas inéditas de Laiseca: “Camilo Aldao, un ejercicio final, gran asignatura pendiente de Laiseca, la amplificación arquetípica de su pueblo de origen, germen infantil de su mitología y moño de una obra descomunal; Sindicalia, la primera novela, eternamente inédita, testimonio de la exuberancia esquizo de toda una generación perdida”.

Tal como señala Selva Almada en su prólogo a este libro, que significa el preludio de nuevos textos por llegar, la angustia y la risa parecerían ser los dos pilares del peculiar universo de este escritor que continúa luchando a garrotazos, desde los confines del más allá, por seguir cosechando nuevos lectores. Sin estridencias innecesarias, tan sólo armado con el rigor de su pluma manuscrita, supo forjar una de las literaturas más extrañas de América Latina que aún aguarda por ser descubierta y pide a gritos ser reivindicada.

Como escribió otro de sus férreos defensores, Ricardo Piglia, en el prólogo a Los Sorias en 2004: “Son incontables los lectores que no han leído Los Sorias y esa multitud de lectores futuros garantiza la persistencia de este libro (…) avanzan en silencio como el agua que se filtra en los muros de las casas abandonadas”.

Laiseca Básico

  • Nació en Rosario, el 11 de febrero de 1941 y murió el 22 de diciembre de 2016. Entre novela, cuento, poesía y ensayo, publicó veinte libros.
  • Es autor de Los Sorias, considerada una de las mejores novelas argentinas, Su turno para morir (1976), Aventuras de un novelista atonal (1982), La hija de Kheops (1989), La mujer en la muralla (1990), El jardín de las máquinas parlantes (1994) y El gusano máximo de la vida misma (1999); el libro de poesía Poemas chinos (1987) y los cuentos Matando enanos a garrotazos (1982) y Por favor, ¡plágienme! (1991).
  • Recibió la beca Guggenheim, el Premio Boris Vian, un diploma al mérito de la Fundación Konex y el Martín Fierro a Mejor Programa Cultural de Cable.

PC

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