El grito, como de guerra, que lanzó María Valenzuela en la entrega de los Martín Fierro del 2001 se viene repitiendo como un mantra, desde entonces, en cada una de las galas de APTRA. Y el ‘Aguante la ficción, carajo! sonó fuerte este domingo en la garganta de actores y extraños. Pero no alcanzó. Porque el Oro fue para un reality, el gran rival genérico de las ficciones.
No es que uno mate al otro -pueden convivir perfectamente en pantalla-, pero en una televisión abierta que resiste más de lo que brilla, cada espacio que ocupa un reality se lee como una derrota para las tiras y los unitarios. Y, más aún, después de la pandemia.
Y si bien es cierto que la 51a edición de los premios que anualmente entrega la Asociación de Periodistas de Televisión y Radiofonía de la Argentina llegaba al Hilton con muy pocas ficciones en competencia, tenía en El primero de nosotros una carta fuerte, casi como un as de espada. No sólo por haber sido emitida aún en pandemia -se estrenó el 21 de marzo de 2022, por Telefe-, toda una rareza para esos tiempos de repeticiones y latas, sino por la historia y el alto nivel en varios de sus frentes.
¿Camino a la gloria?
Escrita por Ernesto Korovsky Romina Moretto -que se impusieron en su terna-, la tira contaba la intimidad de un grupo de amigos al que a uno le diagnosticaban una enfermedad terminal. Y tuvo notables actuaciones, como las de Jorgelina Aruzzi y Benjamín Vicuña, a la cabeza de un elenco muy parejo.
De hecho, el chileno fue elegido como mejor Actor protagonista de ficción, y su compañera Mercedes Funes ganó en el de las actrices. Esas dos integraban el quinteto de estatuillas con el que El primero de nosotros llegó a la 1.20 de la madrugada del lunes, siendo el programa con más premios cosechados a lo largo de la noche.
Los otros dos fueron para Daniel Fanego en la terna Actor de reparto y para la tira en la cateogría Ficción: y buena parte de todo el equipo que subió a festejar saltaba sobre el escenario al grito de «ficción, ficción». Era una celebración y un desahogo. Y un deseo, compartido con varios adentro y afuera del salón: que El primero de nosotros corriera la misma suerte que Los Simuladores, Tratame bien, Resistiré y otras inolvidables producciones guionadas que cerraron la noche de APTRA.
Pero nada de eso alcanzó para pegar el grito más fuerte de la noche, el último, el dorado, el que muchas veces levanta polémica.
Al momento en el que Damián Betular y Germán Martitegui, en representación de MasterChef Celebrity (ganador del 2022), anunciarían al nuevo ganador, la tira llegaba con cinco premios, contra cuatro de Gran hermano: por las categorías Reality, Dirección (el histórico Eugenio Gorkin), Conducción (Santiago del Moro) y Producción integral.
Y no es que la cantidad sea determinante (sí es regla que para llevarse el Oro se debe haber ganado al menos una estatuilla), pero sí suma, o empuja, cuando los otros factores van en la misma línea.
A esta altura también corresponde decir que El primero de nosotros no quedará en la memoria de la TV -o de los televidentes- como una ficción inolvidable -nivel Cosa juzgada, Alta comedia, Rolando Rivas, taxista o Vulnerables, por tirar apenas un puñado de perlitas imborrables. A lo largo de sus 59 capítulos no logró la repercusión merecida, ni en el boca a boca ni en el rating.
Pero así y todo, hubiera estado bien, en una gala diferente -sin Marcelo Tinelli en el salón, sin Susana nominada, con los ojos puestos en ver qué hacía o dejaba de hacer Jey Mammón (acusado de abuso de un menor), con ternas nuevas, con muchas menos figuras que otros años-, que la ficción hubiera aguantado (como hace 22 años rogó Valenzuela) hasta ganar el Oro.
Pero no. Quedó en manos de Gran hermano, el programa más visto del 2022 y de lo que va del 2023 (terminó a fines de marzo de este año), que llevó -y mantuvo- la vara del rating por encima de los 20 puntos, algo que hace años no sucedía.
Emblema de los reality, Gran hermano -un formato holandés- tiene el condimento de ver (o creer) las vidas ajenas durante 24 horas, con la sensación de encontrar algo que ni la edición puede disimular, aunque no siempre sucede eso. Es un tipo de programa que genera más adición y curiosidad que fidelidad. Y en esta décima temporada tuvo integrantes para todos los gustos, con una final (Marcos, Nacho y Julieta) de chicos que parecían salidos de una tira juvenil de Cris Morena.
Fue una edición con polémicas, pero de las que se diluyen rápido, pero que generaron interés en el día a día, con debates y fiestas televisadas.
Tuvo un ganador, el salteño Marcos Ginocchio, que no pudo convertirse en personaje, como sí Alfa, que no llegó a la final del reality siquiera, pero que este domingo era uno de los GH más buscados por los noteros.
Y Alfa subió dos veces por GH, una vez por A la Barbarossa (el magazine matutino de Telefe) y se debe haber quedado con la ganas de hacerlo en el tributo a Polémica en el bar, por sus 60 años de historia. Walter Santiago -tal su nombre verdadero- es uno de los que se sienta a la mesa que en 1963 crearon Hugo y Gerardo Sofovich.
Ya no están ellos dos, ni Fidel Pintos, ni Javier Portales, ni Adolfo García Grau, ni muchos de los que, desde otros ciclo, hicieron grande a la TV. Tal vez por eso la TV no es lo que era. Como no lo son los Martín Fierro, en lo que, se ve, hay que hilvanar homenajes y sorpresas para garantizar figuras en la sala.