Un niño que no juega ni sueña no crece y Judy Garland no es la excepción. En el transcurso de su infancia sufrió una brutal explotación a su integridad mientras trabajaba para la industria cinematográfica. Un niño no comprende cómo es realmente el manejo del mundo, lo va descubriendo y cree que trabajar es un juego. Los padres se desesperan para “salvar” sus mediocres vidas, y los niños al trabajar desde pequeños quedan atrapados en redes que a futuro destrozan sus vidas. Ellos deberían explorar el mundo desde otro lugar, con un entorno que los apoye y la responsabilidad económica debe recaer en los adultos. Pero esto muchas veces no pasa y los niños se convierten en obreros autómatas. De esto se trata Proyecto Garland. 

Hay una frase muy presente durante la obra que nos abre la puerta para reflexionar “Cuando sos una niña y mantenés a tu familia, algo no está bien”. La vida de Judy en realidad nos sirvió como excusa para introducirnos en las consecuencias que nos dejan las malas vivencias durante la infancia. La obra no es una biografía, ese entendemos es su principal atractivo, y está fragmentada porque no busca un recorrido lineal de la vida de Judy, solo toma algunos momentos que a nuestro criterio nos parecían interesantes para exponer ciertos temas, pero no fuimos fieles a la hora de escribir, nos tomamos varias licencias poéticas, nos permitimos contar una historia atravesada con nuestras propias vivencias. El germen de la obra surge en un taller con Maruja Bustamante, Marina (Munilla) quería esta vez ponerse en los zapatos de Garland porque había “algo de Judy” que le atraía, y yo quería indagar en el mundo de las infancias rotas, entonces el material fue amalgamando ambos deseos. Los encuentros sobre dramaturgia con Mauricio Kartun nos llevaron a confiar en lo propio, por eso pusimos sobre la mesa toda la artillería de experiencias personales y hay un pedacito de nuestras infancias en cada texto, la obra está plagada de imágenes que resuenan. Yo solo conocía de ella la película El mago de Oz y que era la madre de Liza Minelli, o sea poco y nada. Largas lecturas sobre su vida me fueron seduciendo. Durante el desarrollo de la obra es como si nos metiéramos en un sueño o más bien, una pesadilla. Los personajes están en un espacio que podría verse como un museo o una gran vidriera. Están “expuestos”. No hay un tiempo determinado, solo hay algunos mojones para dar cuenta de cómo la vida de Judy se fue alterando por completo. El abuso, las relaciones por conveniencia, el dinero, el poder y sus manipulaciones, son aristas que se desprenden del vínculo entre Judy (Marina Munilla), su marido Sid (Gastón Biagioni) y su médico (Leonardo Murúa). Es en estas relaciones que podemos ver lo más bajo del ser humano. Marina Munilla es la encargada de interpretar a una Judy nunca por momentos desapegada, verborrágica, violenta, para luego verla desgarrada, drogada y sola. 

Marina representa a Judy, pero también a la eterna niña, desajustada y adicta, a la mujer rota, muerta en algún sentido, y a todas las personas que buscan ser amadas. A Judy su propia vida le fue ajena porque se construyó en base a los deseos externos. Vivió bajo la presión de la industria, con una madre celosa y exigente le marcaba de manera constante su culpa por el fracaso financiero familiar. 

Judy intentó escapar de ese mundo infeliz, pero caía una y otra vez en las manos incorrectas, esas caídas se volvieron un hábito. No tenía salida y tanto ahogo es lo que la termina matando. Queremos que Proyecto Garland resulte un altoparlante para exponer lo que genera la falta de amor, la explotación infantil, o como espejo para ver cómo nos comportamos frente a un grito de ayuda que es mutilado, y dar cuenta de aquellos niños y niñas que no fueron cuidados y que quedamos atrapados en un cuerpo adulto.

*Coautor y director de Proyecto Garland. La obra se presenta todos los domingos a las 20 en Teatro Noavestruz de Humboldt 1857.