Cowboy Bebop es uno de los mejores animes jamás hechos. A medio camino entre el western, la ciencia ficción y el cine negro, pero siempre con el inconfundible toque de autor de Shinichiro Watanabe.Una historia exquisita en la que siempre hay margen para las pausas reflexivas, el humor, la acción y la melancolía. Elementos que, alineados, le valieron el estatus de clásico –casi– instantáneo. Y, claro, su ambientación y personajes eran y siguen siendo demasiado buenos como para no dar el salto a los videojuegos.

Bandai Namco tiene un radar dedicado a descubrir e interceptar cualquier licencia de anime con potencial para entretener más allá de su medio original. De hecho, ya lo tenía antes de que se produjese la fusión de titanes nipones: bajo el sello de Bandai se licenciaron decenas de animes de culto como Dragon Ball, Oliver y Benji, Los Caballeros del Zodíaco o Sailor Moon. Y, lógicamente, no iba a dejar que la tripulación del Bebop se le escapase.

Dicho lo cual, los dos únicos juegos basados en las aventuras de Spike, Faye y Jet llegaron en dos momentos clave para la industria del videojuego y de las partes implicadas: Cowboy Bebop, el primer título, llegó a la PlayStation original en un 1998 espectacular para los apasionados por los videojuegos; mientras que el mucho más interesante Cowboy Bebop: Tsuioku no Yakyoku, ya en PS2, se lanzará en 2005 más o menos coincidiendo con la unión entre Bandai y Namco.

Siendo justos, la tecnología y los sistemas actuales permiten abordar mucho mejor la temática, el tono, la estética y hasta la esencia del anime de Sunrise. Pero también hay que reconocer que Bandai no se limitó a exprimir la licencia de Cowboy Bebop. Es más, el juego de PS2 casi puede considerarse un episodio adicional para el que incluso la propia Yoko Kanno compuso nuevos temas. Y eso, para los fans de la serie y apasionados por la música, es un reclamo muy  poderoso.

En VidaExtra tenemos un plan perfecto para los fans de Cowboy Bebop: un pequeño repaso centrado en los dos videojuegos oficiales de Bandai. Una extensión del anime dedicado a quienes lo disfrutaron en su día y aquellos que se han quedado con ganas de continuar las historias de los cazarrecompensas de la Bebop tras ver la nueva serie de Netflix. Eso sí, antes de despegar, una advertencia: ambos videojuegos son hijos de su tiempo.

Cowboy Bebop, el StarFox de Bandai para la primera PlayStation

Hay que reconocer que Bandai supo medir muy bien los tiempos de cara al estreno del primer videojuego de Cowboy Bebop: su lanzamiento nipón, en mayo de 1998, prácticamente coincidió con los compases finales del anime. Y eso, se mire como se mire, era un reclamo adicional. Otra cosa, claro, es que en cuestión de contenidos se centrase solo en un aspecto muy concreto de la serie: los combates espaciales.

Cowboy Bebop, el videojuego de 1998, sigue con cierto descaro la estela del Star Fox de SNES para ofrecer al fan la clásica fórmula de los matamarcianos llevada a los entornos tridimensionales. En él controlamos la Swordfish II, el caza de Spike Spiegel, sobrevolando la superficie de diferentes planetas, entornos urbanos e incluso adentrándonos en el espacio.

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Las mecánicas de juego, por otro lado, son muy próximas a las del juego de Nintendo, de modo que debemos sortear proyectiles mientras repartimos munición a diestro y siniestro, teniendo acceso a nuestro cañón principal como recurso final ante oleadas de enemigos y jefazos finales.

A nivel de jugabilidad, se trata de un título de acusado tono arcade con un nivel de dificultad progresivo que, sin ser totalmente intuitivo, tampoco dejará indefensos a los jugadores casuales que pongan un mínimo de empeño: podremos mejorar las características del Swordfish II y, una vez nos acomodemos al sistema de control basado en el apuntado el resto es esquivar y disparar.

Suena muy simple, pero acaba resultando entretenido, y parte de eso proviene de la participación de Faye, Jet, Ed y hasta Ein en la aventura.

El resto de la tripulación del Bebop también está presente e hilarán la historia del juego a través de recuadros -con diálogos digitalizados- del mismo modo en el que Falco Lombardi, Peppy Hare o Slippy Toad lo hacen con Fox McCloud. Eso sí, el tono general del juego está más sintonizado con la serie de Sunrise, y la tecnología 3D de la 32 bits de Sony juega muy a favor del juego de Bandai. Lo cual no evita que a ojos actuales se produzca el inevitable efecto de retrorrotura.

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Como detalle, todo el reparto de voces original apareció en el juego y la mismísima Yoko Kanno, la aclamada compositora de la serie, participó en la composición de la Banda Sonora Original del juego. Eso sí, en ningún momento se pierde la perspectiva de que se trata de una historia paralela, y los constantes guiños a Star Fox convenientemente repartidos delatan la naturaleza del proyecto.

Cowboy Bebop quizás no despuntase como videojuego en un 1998 que fue un punto y aparte para la industria, pero al menos logró extender la licencia más allá de la serie de televisión centrándose en uno de sus aspectos más celebrados. Visto con perspectiva, se puede calificar como un juego hecho para los fans de la tripulación de la Bebop deseosos de una nueva aventura original. Aunque, claro, el verdadero despegue de la saga en consolas llegará siete años después.

Cowboy Bebop: Tsuioku no Serenade, el capítulo perdido y diseñado a medida de PS2

Cowboy Ps2

Si bien, el primer videojuego de Cowboy Bebop se podría entender como una extensión de lo visto en la serie, llevándolo todo a una experiencia de juego muy concreta, lo cierto es que Cowboy Bebop: Tsuioku no Serenade  quiso medirse desde PS2 -y de manera frontal- con la calidad y ambición de los 26 capítulos de la producción de Sunrise. Y, como en el juego anterior, tanto el reparto de voces como la propia Yoko Kanno se apuntaron a la iniciativa.

Lanzado en verano de 2005, la historia de Tsuioku no Serenade se centra en la búsqueda de un tesoro pirata a través del espacio. Un botín capaz de tentar a los tres cazarrecompensas del Bebop y que, como es de esperar, no estará exento de peligros y conflictos a mayor escala. Por suerte para el jugador, todo lo anterior acabará siendo la excusa perfecta para ponernos en la piel de Spike, Faye y Jet y zurrar a todo maleante que nos salga al paso.

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Como juego, Cowboy Bebop: Tsuioku no Serenade es una apuesta total por la acción con generosas dosis de Beat’em Up. Deberemos limpiar a base de puñetazos, patadas, balazos y un sistema de combos basado en el concepto de calor y frío. Eso sí, el esquema de los escenarios y la progresión del juego, quitando algún puzle ocasional, no tiene pérdida: presenciamos una cinemática muy resultona para la época y encadenamos combates y situaciones hasta el siguiente punto de la historia.

Además de una historia que hará las delicias de los fans de la serie, posicionándose por méritos propios como un capítulo perdido, el juego redondea su propuesta con toda clase de extras, incluyendo una galería multimedia, un sobresaliente archivo musical (Yoko Kanno compuso tres temas para este proyecto que luego publicaría en un álbum) un modo casino y hasta un modo misiones con el que poder luchar de manera directa y sin contexto previo.

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Eso sí, a nivel artístico, Cowboy Bebop: Tsuioku no Serenade busca constantemente medirse con el anime. Y lo cierto es que el empeño puesto es digno de mención especial: basta con ver la escena de apertura del anime y del videojuego (con sus respectivos modelos) frente a frente para aplaudir el mimo puesto en el proyecto.

Quizás, Cowboy Bebop: Tsuioku no Serenade no sea la mejor historia de Spike y su troupe, pero es todo un exquisito reencuentro tanto con los personajes de una serie de culto como con esos espectaculares juegos de acción de PS2 que quisieron difuminar la barrera entre el anime y los videojuegos. Que se negaron a ser un simple subproducto de una obra de éxito. Y pese a sus flaquezas, el trabajo y el empeño puesto en estar a la altura de la obra original hace que se lo perdonemos todo.

¿El último videojuego de la tripulación del Bebop? Bueno, de vez en cuando Bandai Namco recupera alguna de sus licencias clave. Y el estreno de la serie de Netflix es una oportunidad demasiado buena como para que los fans de estos tres cazarrecompensas no seamos un poquito más optimistas que ayer.