Observando una de sus obras aerosolares flotar contorneándose como un molusco negro sobre el cielo azul, fue que Tomás Saraceno dijo: «Estamos haciendo arte, con todas las personas que están acá, con el sol, con el viento y los pájaros que cantan».

Los presentes miramos al aire y a la pedregosa canchita de fútbol donde nos encontrábamos. En junio de 2023 el registro de esta acción en el pueblo de Alfarcito, Jujuy, será proyectado en la muestra de Saraceno en la galería Serpentine de Londres.

El tucumano, residente en Berlín y quizá el artista argentino más consagrado en el mundo, regresó el fin de semana a la Puna jujeña, esta vez como motor de un encuentro que reunió a los miembros de las 33 comunidades indígenas de Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, junto a profesionales de distintas disciplinas –desde abogados a activistas, de académicos a expertos en arte y escritores–, para acompañar y fortalecer la lucha contra el avance de la extracción de litio, en el territorio que desde hace milenios habitan sus familias.

El litio, del que muy pocos países tienen reservas, es empleado en baterías de celulares y autos eléctricos, y es objeto de reclamos en la protesta ambientalista global. 

«En complementariedad, cuidamos el agua». Escrita sobre la escultura de tela suspendida, fue la consigna surgida al cabo de dos días con talleres, charlas, asambleas populares y locro comunitario en San Francisco de Alfarcito, un paraje de origen precolombino con solo 80 habitantes, a 3.400 metros de altura y a tres horas de distancia de San Salvador.

Saraceno y una gran performance comunitaria.


Saraceno y una gran performance comunitaria.

Visionario en abordar el tema del cambio climático, el artista tucumano regresó adonde en enero 2020 había volado su Aerocene Pacha, una de sus esculturas, esa vez tripulada por una mujer, en un evento global movilizado por el grupo de BTS, de pop coreano, que batió 32 récords.

Allí mismo, sobre esta inmensidad que encandila, ya en 2017 habían levantado vuelo decenas de esos globos negros de un material ultraliviano y resistente que se elevan sin usar combustibles. Solo con la energía del sol y del viento. 

Saraceno, quien en 2022 tuvo un año deslumbrante, con una muestra en el espacio The Shed de Nueva York y la inauguración de su instalación permanente en la cúpula de la Torre Glories, de Barcelona, está además comprometido con una imaginación poética fascinante.

Sostiene que encontró en esta causa precisa y en estas coordenadas la encarnación de sus ideas sobre las relaciones del hombre con la naturaleza y con otras especies, que ya manifestó en sus obras con arañas, sobre el aire y las nubes. “Que surja algo que ninguno de nosotros pueda hacer solo, cada uno desde su disciplina”, fue su impulso.

Tomás Saraceno durante el encuentro, con Maristella Svampa.


Tomás Saraceno durante el encuentro, con Maristella Svampa.

Así como en otros proyectos de su diverso campo de acción, convocó antes a ingenieros, científicos y técnicos espaciales. Esta vez fueron la socióloga –e investigadora “anfibia”– Maristella Svampa, los abogados ambientalistas Gastón Chillier y Enrique Viale, Bruno Grupalli y Melisa Argento como representantes de la academia; también estaban la ensayista Graciela Speranza y la curadora Inés Katzenstein, que llegó desde Nueva York para asistir a esta gran performance artística, registrada a cada paso por un dinámico equipo filmación.

Una performance y algo más

El encuentro se lanzó el día anterior en la sede de UTGRA de San Salvador, con una conferencia de prensa que calentó el ambiente. Alicia Chalabe, abogada impulsora de acciones que la Mesa de Pueblos Originarios de la Cuenca de Salinas Grandes comenzó hace ya 12 años, remarcó la violación por parte de las autoridades del derecho de consulta a las comunidades sobre planes de extracción.

De un pedido de información, surgió que hoy son 38 los proyectos en la región. “Nos enteramos por los diarios de una licitación para explotar litio a cambio de 3 millones de dólares por todo concepto», agregó.

“Venir acá es una fuente de aprendizaje”, dijo Saraceno durante la conferencia de prensa en San Salvador. Foto: Florencia Montoya.


“Venir acá es una fuente de aprendizaje”, dijo Saraceno durante la conferencia de prensa en San Salvador. Foto: Florencia Montoya.

“Tenemos una batalla cultural para dar a conocer esta lucha, que es un diálogo intercultural alrededor de la transición energética, que implica una visión integral que democratice la matriz corporativa que nos quieren imponer desde el norte”, sintetizó Svampa.

Según su análisis, en las nuevas narrativas que nos revinculan con la naturaleza, provenientes de los pueblos originarios, los ecofeminismos y el arte comprometido, que plantean la posibilidad de pensar otros horizontes, está la clave.

Mientras tanto, entre las comunidades se repetía el «ninguneo constante» del Gobierno y la necesidad de “sacarse las dudas” sobre las herramientas de negociación que podían brindar los profesionales.

“Nosotros nos tenemos que defender del atropello, aquí hay comunidades que tanto como el zorro, la vicuña y el lagarto quieren vivir tranquilos”, definió Verónica Chávez, destacada activista de Tres Pozos.

El encuentro, que también puede leerse como una gran performance comunitaria, coincide con un momento álgido de la llamada fiebre del litio. La Rioja acaba de declararlo recurso estratégico y se propone provincializarlo (y suspender las concesiones privadas).

Se trata del mineral de las baterías de los autos eléctricos, que el consenso ambientalista agendó para 2050 como el único combustible que será admisible. No falta tanto para eso. Pero entretanto, en los últimos meses ya ha habido anuncios de que otros minerales podrían reemplazarlo, como el vanadio y el sodio.

Olla comunitaria en la plaza

No hay señal de teléfono ni se consigue un café en este caserío de adobe y contadas construcciones nuevas que albergaron al grupo de unas 20 personas llegadas para pensar juntos sobre una relación de fuerzas tan dispar.

Ya picante, el sol no ayudaba a superar los dos grados del termómetro, cuando una humareda fragante anunció el inicio de la jornada. En parejas, miembros de cada comunidad se arrodillaron para pedirle a la madre tierra coraje para continuar la lucha.

Más de una hora después, Saraceno fue cubierto por la espalda con la manta y junto a Verónica Chavez, vertieron en la tierra un poco de vino, otro de gaseosa (la cola multinacional y una Manaos), y unas cervezas, encendieron luego con las brasas un cigarrillo que clavaron en la tierra.

Si el encuentro puede leerse como una performance registrada, el momento de la Ceremonia de la Pacha Mama se convirtió en un set de filmación, donde el director Maximiliano Laino guiaba una coreografía para las múltiples cámaras, entre ellas las de la televisión alemana y la señal Al Jazeera que viajaron para cubrir el evento.

Saraceno registró la performance que será proyectada a mitad de año en Londres.


Saraceno registró la performance que será proyectada a mitad de año en Londres.

«Cuando nos dimos cuenta que ese lugar maravilloso donde habíamos volado puede no existir más, decidimos volver, y esta es la manera», dijo a Clarín Cultura Saraceno, en un alto a las actividades. De fondo, las comunidades aprovecharon la pausa para las asambleas en las que todo se decide por votación a mano alzada.

Incluso quien preparaba los guisos de arroz, fideos y locro, y el mate cocido con pan, para todos los participantes. Muchos de ellos se quedaron a dormir en colchones tirados en el piso para no perderse las actividades. 

Al fin de la primera jornada, colmaron el Club Deportivo para la proyección de la película Vuela con Aerocene Pacha, filmada por Saraceno y Maxi Laino en enero de 2020 en las Salinas, donde muchos de ellos pudieron verse en pantalla.

Como una película sin fin, de Alfarcito viajará a la galería Serpentine de Londres, donde se mostrará junto al registro de este encuentro, en el marco de una muestra que Saraceno tiene agendada para junio de 2023 y de la que sólo puedo adelantar que será «performática».

En las dos jornadas se sucedieron charlas de derecho ambiental.


En las dos jornadas se sucedieron charlas de derecho ambiental.

En las dos jornadas se sucedieron charlas de derecho ambiental que cuestionaron que una empresa sea considerada sujeto de derecho y la naturaleza objeto de propiedad privada; desde una perspectiva ecofeminista, la investigadora Melisa Argento aportó un zoom a las tácticas de las mineras para desarticular los reclamos otorgándoles beneficios a algunas comunidades y excluyendo otras; y el experto en la cuestión del litio Bruno Fornillo fue contundente: “En América latina, Argentina es el país en el que más facilidades damos para que nos saqueen los recursos, y el de Alberto fue el más nocivo de los gobiernos en cuanto al litio: durante su mandato pasamos de 3 a 70 proyectos».

Y a continuación ilustró otras realidades en la región. Mientras en México fue declarado recurso nacional estratégico, en Bolivia es administrado por el Estado Plurinacional y en Chile las empresas pagan 40% de las ganancias al Estado, que representa unos cinco millones de dólares anuales para las comunidades, cuando en la Argentina no pagan nada. «Para el Gobierno, este es un territorio despoblado». Del dilema litio sí o no surge también el cómo.

De los talleres salieron propuestas como la confección de documentos para juntar firmas a favor de la causa, la creación de museos estilo parques temáticos que puedan ilustrar a los turistas del problema de la cuenca, organizar viajes para que los senadores responsables de votar la Ley de humedales conozcan a las personas y sus historias, entre otras.

De los talleres salieron propuestas como la confección de documentos para juntar firmas a favor de la causa.


De los talleres salieron propuestas como la confección de documentos para juntar firmas a favor de la causa.

Con cartulinas, las escritoras Gabriela Cabezón Cámara y Claudia Aboaf, ambas ecoactivistas, propusieron una dinámica para armar un mapa de anécdotas, en la búsqueda de la construcción de una narrativa local y colectiva central para la resistencia.

Aunque hubo reparos a la politización. “Cuando hablamos de oposición nos empezamos a radicalizar, y en los pueblos indígenas no hay opositores sino puntos de vista. Se habla de la complementariedad, y de caminar hacia adelante, como decían los abuelos», cerró uno de los coordinadores.

Cuando el discurso combativo amenazaba con convertir la experiencia en consignas, la imaginación poética del arte reaparece. «Dibujar en el aire», un taller a cargo de Speranza y Katzenstein, ideado junto al artista, convocó a los más chicos a intervenir fotografías de las nubes que habían sido tomadas los días previos, para recrear ese pasatiempo de identificar formas y dibujarlas, en el mismo sentido de un ritual ancestral.

Al cortar los bloques de sal, primer paso en la producción, los locales leen las huellas que los animales dejan la capa inferior en contacto con el agua para guiarse y tomar decisiones a futuro. Lo llaman Chachi-Yuni.

San Francisco del Alfarcito, Jujuy. Enviada especial.

MS/PC​

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