“Si bien un libro nace en soledad, no puede vivir sin compañía. Su destino son los demás”, dijo el escritor nicaragüense Sergio Ramírez este sábado, cuando recibió el Premio Eñe del festival madrileño de literatura que cada año ameniza el otoño en la capital española.

Ramírez, exiliado en España desde 2021, no pierde ocasión para involucrarse públicamente en la actualidad que más lo desvela.

“Los premios literarios son siempre un llamado de atención acerca de la trascendencia del oficio mismo”, comenzó diciendo el escritor para luego hacer foco en lo que a él le interesaba resaltar frente a la platea llena del Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Ramírez recibió el premio que le otorgaron Luis Posada, director del festival (izq.), y Jesús Ruiz Mantilla, director artístico de Eñe (der.). Foto: Cézaro De LucaRamírez recibió el premio que le otorgaron Luis Posada, director del festival (izq.), y Jesús Ruiz Mantilla, director artístico de Eñe (der.). Foto: Cézaro De Luca

“Mi próximo, mi prójimo está en todas partes. No sólo entre quienes me leen -dijo Ramírez-. En estos días de tanto ruido y tantas voces que se alzan opuestas, tratemos de poner el oído en tierra y escuchar a los que nadie escucha: judíos y árabes que piensan que la guerra no es sino el mismo túnel sin fin”.

Hace dos años, Ramírez, que ya cumplió los 81, estaba en Madrid a punto de comenzar la promoción de su novela Tongolele no sabía bailar, donde no ahorra narrar la represión de las protestas en su país de 2018 contra la dictadura de Daniel Ortega, cuando Nicaragua libró una orden de detención y confiscó sus libros para que nadie los leyera en su país.

Desde entonces, Sergio Ramírez vive en Madrid, cerquita del Museo Reina Sofía. Escribe por las mañanas y no pasa un día sin que lamente que quienes gobiernan su tierra lo desterraron, le quitaron su ciudadanía y confiscaron sus pertenencias.

Búsqueda de paz

Desde el escenario del Festival Eñe de Madrid, Ramírezhizo su alegato más político que literario: “Como creyó hasta su muerte Amos Os, o como Daniel Barenboim que, junto con Edward Said, creó la Orquesta West-Eastern Divan con jóvenes judíos y palestinos”, dijo.

Y citó al director argentino-israelí Barenboim: “‘No hay justificación para los bárbaros actos terroristas de Hamas contra civiles, incluidos niños y bebés’, escribe Barenboim. ‘Debemos reconocer este hecho y hacer una pausa. Pero el siguiente paso es, por supuesto, la pregunta: ¿y ahora qué? ¿Nos rendimos ante esta terrible violencia y dejamos ‘morir’ nuestra búsqueda de la paz, o seguimos insistiendo en que debe y puede haber paz?’”.

En su discurso, Ramírez pidió la paz en Oriente Medio. Foto: Cézaro De LucaEn su discurso, Ramírez pidió la paz en Oriente Medio. Foto: Cézaro De Luca

Ramírez puso en su boca las palabras de Barenboim: “La humanidad es universal y el reconocimiento de esta verdad por ambas partes es el único camino. El sufrimiento de personas inocentes en ambos bandos es absolutamente insoportable”, leyó el escritor.

Y agregó: “Perdemos el sentido de humanidad cuando discriminamos a la hora de compartir el dolor humano según de dónde venga”.

“Hay que hacer el viaje de nuestra mente hacia la mente ajena. Y vivir dentro de ella lo suficiente para que, al salir, ya no seamos otra vez los mismos -cerró su discurso Ramírez-. Porque no se puede entender al otro sin compasión, mucho menos desde la literatura que hoy celebramos.”

Sergio Ramírez es el séptimo escritor en recibir el Premio Eñe en los quince años que cumple el festival este año. Mario Vargas Llosa, Almudena Grandes, Gioconda Belli y Rosa Montero, entre otros autores, fueron premiados por el festival que este año convoca a 140 firmas, entre escritores, artistas, cineastas, académicos y libreros, de 16 países.

La Revista Ñ de Clarín se sumó al festival con un ciclo de charlas con las que celebra sus veinte años de publicación semanal en los kioscos de Argentina y en la web del diario.

«Conversaciones del otro lado» es una serie de documentales con autoras argentinas -Mariana Enriquez, María Negroni, Andrea Giunta y Ariana Harwicz- que luego charlan con el público en Madrid.

Este sábado, luego de recibir el premio, el escritor nicaragüense dialogó con Jesús Ruiz Mantilla, director artísticos del Festival Eñe, quien así definió a Ramírez: “Representa la libertad de palabra”.

La charla repasó la militancia política del nicaragüense y los intervalos que sus responsabilidades impusieron en su escritura. “Cuando se presenta la revolución (nicaragüense), yo estaba en Berlín. Tenía la perspectiva de quedarme en Europa, ser guionista de cine en el Centro Pompidou, que se estaba abriendo en el año ’75 -recordó-. Pero escogí a Nicaragua: los ecos de derrocar a (Anastasio) Somoza eran cada vez más fuertes.”

“Después pasé 10 años sin escribir una línea. Hasta 1985, que fui electo vicepresidente. ‘Si dejo de escribir otros diez años, dejo de ser escritor´, dije. Entonces tomé la decisión de levantarme a escribir en la madrugada. Y escribí Castigo divino -contó Ramírez-. Uno no puede ser escritor pensando en lo que va a escribir sino escribiéndolo.”

Confesó, además, que en Madrid suele recorrer los lugares donde vivió Rubén Darío y recordó la aspereza de la reunión que mantuvo con Margaret Thatcher en Downing Street, en 1985, mientras era vicepresidente del gobierno que surgió seis años después de la caída del dictador Somoza.

Talento joven

Antes del premio mayor del festival otorgado a Sergio Ramírez, sobre el mismo escenario del Círculo de Bellas Artes de Madrid, la escritora canaria Andrea Abreu había sido distinguida con el Talento a bordo, el galardón que auspicia Iberia para autores jóvenes.

En 2020 Abreu deslumbró con su primera novela, Panza de burro, por la que la revista británica Granta la consideró una de las mejores 25 escritoras de menos de 30 años.

Abreu, de 28, se definió como “una autora isleña, es decir, marginal, que escribe en la variante canaria del español, una variante históricamente ridiculizada”.

Andrea Abreu, la escritoria canaria autora de 'Panza de burro', recibió el premio al talento jóven del festival. Foto: Cézaro De LucaAndrea Abreu, la escritoria canaria autora de ‘Panza de burro’, recibió el premio al talento jóven del festival. Foto: Cézaro De Luca

Confesó, en su discurso, que se está recuperando: “Llevo muchísimo rato sin hablar en público y sin redes sociales, algo que no es nada común en mi generación -admitió-. Todo este tiempo en el que estuve ausente me estuve recuperando de un trastorno en la alimentación y de la depresión, asuntos que se desencadenaron y agravaron por tanta exposición pública.»

“Perdí las ganas de leer y escribir. Pero había una única línea que me sostenía: una fe extraña en el lenguaje y en la vida o en la vida a través del lenguaje”, admitió Abreu.

Dedicó el premio a quienes padecen psicológicamente, “a los que sufren abandono y descuido en este sistema obsesionado por la híper-productividad, la normalidad, la cordura, la delgadez, la apariencia, el dinero”.

“Soy una persona muy politizada en mi vida diaria -dijo la joven escritora-. De la misma manera que no puedo prescindir de mi cuerpo, no puedo prescindir de mi clase social.”

Luego de la ceremonia, Abreu firmó ejemplares de su novela. Foto: Cézaro De LucaLuego de la ceremonia, Abreu firmó ejemplares de su novela. Foto: Cézaro De Luca

Su novela surgió de una escritura que se alternaba con su horario como empleada en un negocio de lencería.

La panza de burro, explicó la autora, es un fenómeno atmosférico que se da en las islas Canarias por el cual las nubes se quedan atascadas en las montañas. “Dentro de mí hay una melancolía que la asocio mucho con el color del cielo”, señaló.

Y cuando le preguntaron en qué está trabajando ahora, Andrea Abreu sorprendió: “Con esta novela me ha pasado que tengo ganas de callarme”, fue su respuesta.

Madrid. Corresponsal