Al final de la historia, le retiran el Premio que le habían dado hace una semana. Así reaccionó el Museo de Bellas Artes de Houston al repudio que recibió su distinción al crítico argentino Rodrigo Cañete, que fue subsecretario de Cultura en tiempo de Eduardo Duhalde y que ahora vive en Inglaterra.

Hace unos días, Cañete (Buenos Aires, 1972) ganó el Premio Peter C. Marzio 2020 a la investigación sobre arte latinoamericano y latino, que da el International Center for the arts of the Americas (Centro internacional para las artes de las América), del Museo de Bellas Artes de Houston.

Pero la Asociación Argentina de Críticos de Arte y otros grupos salieron a repudiarlo, en base no a ese escrito -que no conocían- sino a otras manifestaciones del artista.

Dijo el Museo, en un comunicado:

«Según fue anunciado por el ICAA el pasado 30 de marzo, el Premio Peter C. Marzio de 2020 por Notable Investigación en Arte Latinoamericano y Latino fue otorgado a Rodrigo Cañete por el texto que presentó».

Y siguen: «Poco después del anuncio de la premiación, tanto el ICAA como el Jurado de Concesión fueron informados acerca de otros escritos del Señor Cañete que son incompatibles con las normas de uso en nuestra institución. Bajo tales premisas el mencionado premio ha sido rescindido.

Finalmente, explican: «La fundación del ICAA se enfocó, desde un inicio, en brindar proyección profesional a los notables aportes hechos por artistas latinoamericanos y latinx a lo largo de un siglo. El ICAA continuará su compromiso de respeto absoluto a todos, aunque sin tolerar ya sea lenguaje abusivo y desmedido o bien discriminación en ninguna de sus formas».

El mismo museo había dicho que el ensayo de Cañete, » brinda una renovada lectura del programa estético implementado por el Centro Cultural Ricardo Rojas, así como el discurso enarbolado por su líder intelectual, Gumier Maier, en el Buenos Aires de la década de noventa», explicó el Museo.

«Cañete -decían los argumentos del premio- plantea que ‘la política queer negativa y sin nexos” estuvo muy lejos de ser aceptada por unanimidad o, incluso, de ser puesta en práctica por algunos de sus integrantes más marginales; ésto incluye al compañero de Gumier Maier, Omar Schiliro, diagnosticado con VIH en esa misma época (…) y cuyo fallecimiento se debió a complicaciones derivadas del SIDA«.

El repudio

¿Hay algún problema con esto? No, no se trata de esto. Se trata de lo que Cañete hace en su blog, Loveartnotpeople, cuyas entradas alternan reseñas críticas con crónicas sociales del mundo del arte y pases internos de la política cultura.

Dice la Asociación Argentina de Críticos que el premio «se atribuye a una persona que se pronuncia pública y sistemáticamente ejerciendo violencia simbólica hacia artistas y colegas».

Además, explican que «su uso de la falacia para denigrar a artistas y colegas no es representativo del ejercicio ético profesional».

Y vinculan sus teorías a su escritura en el blog: «Desde la AACA consideramos que, en el ejercicio de la profesión, su escritura crítica no se encuentra desvinculada de su práctica bloguera violenta, misógina y transfóbica. Esperamos que la autoridades de ICAA/MFAH tengan en cuenta este repudio».

Firman, entre otros, nombres como Adriana Rosenberg (Directora de Fundación Proa), Nora Hochbaum (directora del Parque de la Memoria), Diana Wechsler (Directora artística-académica de Bienalsur) y Fernando Farina (ex secretario de Cultura de Rosario y actual presidente de AACA).

Change a favor, Change en contra

Este mediodía, el pronunciamiento de los críticos en el change tenía 722 firmas, entre ellas las de miembros prestigiosos del mundo del arte, como Ticio Escobar -director del Museo de Barro, de Asunción-, el curador mexicano Cuauhtémoc Medina -que dirigió la Bienal de Shanghai antes de la pandemia-, la crítica Andrea Giunta -parte del comité asesor de Malba, curadora de muestras famosas como León Ferrari Retrospectiva-, Florencia Battiti -curadora del Parque de la Memoria-, los artistas Tomás Espina, Karina El Azem, Daniel Ontiveros y Leandro Katz y el propio Jorge Gumier Maier.

Después de este documento​, subió a change.org un documento de apoyo a Rodrigo Cañete, que ya firmaron 670 personas. Se titula «No Cancelemos a Cañete, No Cancelemos la Crítica, SÍ a la Libertad de Expresión».

Ese documento entiende que «El mundo del arte argentino, cancelando perspectivas críticas, cerrándose en un trafico de influencias y acomodos, perpetuando nepotismos, quiere impedir que se visibilice una mirada y voz crítica que se pronuncia frente la industria cultural rígida y sustentada en poco transparentes maniobras de financiamiento estatal

También el grupo Nosotras Proponemos se manifestó en sus redes repudiando el premio a Cañete «por su odio hacia las mujeres, trans y adultos mayores, por su racismo y gordofobia«. Y hablaron de «bullying, hostigamiento y acoso psicológico y moral» desde el blog.

¿Pero qué hace?

Difícil explicar lo que Cañete hace en ese blog sin reproducir algunos de sus ataques. Digamos que tiene una idea central y es que el sistema del arte argentino contemporáneo está basado en lo que llama «la mafia del amor», una serie de relaciones que explican muestras, subsidios y buenas críticas.

Cañete, en cambio, se plantea a sí mismo con la voz justiciera y crítica, el incorruptible que desnuda las imposturas.

Para eso, apela a palabras fuertes al escibir -cosas como que tal opinión es una «pelotudez»- pero también, en el mismo estilo, al hacer públicas cuestiones personales: no retrocede ni ante la enfermedad. nventa romances y se ceba en la fealdad y la gordura.

¿Sus fuentes? Quienes frecuentan el blog entienden que muchas veces parte del mismo mundo del arte.

En un libro

Cañete plantea estas cuestiones en un libro que acaba de sacar, Historia a contrapelo del arte argentino.

Allí, dice que «Esta es una época en que los artistas son evaluados según su corrección política, incluso de manera retrospectiva y aun estando muertos».

Y un par de párrafos más adelante anuncia que «la cuestión moral es de fundamental importancia en este libro y en el ámbito de la crítica cultural ha habido dos posiciones respecto de si alguien moralmente reprobable puede ser considerado un buen artista».

Cañete dice que hay quienes acusan a los artistas de no hacerse cargo del colonialismo o esclavismo «en que sus personajes se desenvuelven». Pero que, por otro lado, «hay quienes plantean que aun si este tipo de acusación puede ser relevante desde un punto político, es irrelevante desde una perspectiva artística».

Un artista, dice, puede ser misógino o racista per esto no ofende al arte. Y si lo expresa, «es su modo de elegir lo que es enjuiciable». ¿Cabe hacer una apreciación de una obra que no tenga en cuenta estas cuestiones? «Podría contraargumentarse que el riesgo de las lecturas que separan el arte de la decisión de ser racista, colonialista o misógino es que lo relegan a la pura forma y nos impiden usarlo como testimonio de un pasado de cuya experiencia podemos aprender para mejorar en el futuro», escribe Cañete.

¿Entonces? Es una pregunta difícil, admite, y promete que en el libro se ocupará de esas cosas.

PK